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“La culpa del superviviente es inmensa”: Israel ha matado a 21 familiares de Ahmed Alnaouq en un solo bombardeo en Gaza

Kaamil Ahmed

14 de octubre de 2024 22:29 h

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En medio de la noche, Ahmed Alnaouq recibió un aluvión de mensajes. Hasta ese momento, el periodista pensaba que la casa de su familia en Deir al-Balah era el lugar más seguro de Gaza. Fue en esa noche de otoño de hace casi un año cuando recibió la noticia de que casi toda su familia había sido aniquilada en un único ataque aéreo israelí.

A miles de kilómetros de distancia, en Londres, él se había despertado de repente, invadido por un profundo malestar. Momentos antes habían muerto su padre, sus hermanos, los hijos de éstos y un primo: 21 familiares en total. “Aquella bomba cambió mi vida para siempre. Vivo en Londres, pero ellos son lo que de verdad me importa”, explica Alnaouq.

Sólo un primo y su hijo sobrevivieron al ataque, que habría sido aún peor si se hubiera producido unos días antes. Más de 50 miembros de su extensa familia habían buscado refugio en la casa, pensando que era un lugar seguro. Deir al-Balah es una ciudad palestina situada en el centro de la Franja de Gaza, muy lejos de la ciudad de Gaza, que hasta entonces había sido el principal foco de ataque del ejército israelí. Sin embargo, muchos familiares se marcharon justo antes del ataque del 22 de octubre.

Esta no es la primera vez que Alnaouq tiene que pasar por el trauma por la muerte de un familiar durante un conflicto. En la guerra de Gaza de 2014, su hermano murió en otro ataque aéreo israelí. El dolor que sintió por la muerte de su hermano fue distinto. Aquella vez sólo tuvo que llorar la muerte de su hermano, pero ahora ha perdido a toda su familia. Cada vez que piensa en una persona, siente que sus pensamientos también se van a otra.

Cuando mataron a su hermano todavía no vivía en Londres, sino en Gaza, y sufría un asedio impuesto por Israel que le obligaba a pensar en su propia supervivencia incluso mientras lloraba. Esta vez, en Londres, le embargaba un sentimiento de culpa que era nuevo para él. 

Para poder canalizar su dolor y este sentimiento de culpa decidió poner la plataforma virtual We Are Not Numbers (no somos números) a disposición de jóvenes escritores palestinos y darles voz.

“[Compartir sus relatos] me ha permitido centrarme. El propósito es cien veces más poderoso que cuando solo escribía yo. No se trata sólo de mi familia, sino también de todo lo que está ocurriendo en Palestina, porque ahora mismo todo se magnifica”, afirma. “Ahora veo cómo bombardean a mi familia, a mis vecinos, mientras yo vivo en Londres, en el Reino Unido, un país que, de una forma u otra, es cómplice de lo que está sucediendo”.

En un primer momento, tenía reservas ante la idea de escribir para un público internacional que, en su opinión, no comprendía a los palestinos y los veía únicamente a través del prisma de la violencia. Sin embargo, We Are Not Numbers ha tenido una gran acogida.

El proyecto está formando a jóvenes escritores para que escriban en inglés. Les ofrece sesiones de formación y los pone en contacto con mentores en el extranjero. Muchos de esos escritores jóvenes trabajan ahora como periodistas y son fuentes importantes de información desde Gaza, especialmente para medios de comunicación extranjeros a los que Israel no permite la entrada. Otros escriben blogs o poemas que ofrecen una visión alternativa de la vida cotidiana en la Franja.

We Are Not Numbers ha sufrido sus propias pérdidas: el espacio de oficinas que utilizaban los escritores para reunirse y formarse fue bombardeado, y cuatro miembros y el cofundador murieron el año pasado. Sin embargo, el equipo de esta plataforma virtual también produce más contenidos que nunca, publica a diario e intenta pagar a los escritores con la ayuda de donaciones. Hasta hace poco las colaboraciones eran gratuitas, pero ahora han cambiado de política, ya que la situación de muchos de sus colaboradores es desesperada. 

Alnaouq afirma que en algún momento la plataforma tendrá que replantearse la mejor estrategia para apoyar a los muchos escritores que ahora están dispersos por Gaza, en Egipto o incluso más lejos. Mientras tanto, están preparando la publicación de dos antologías con los escritos publicados en la plataforma que verán la luz el año que viene, y que espera que ofrezcan una visión de cómo es la vida en Gaza, especialmente antes de la guerra.

“La gente en Occidente piensa que todos nuestros problemas empezaron con el ataque de Hamás del 7 de octubre, pero para entender Gaza no basta con analizar la situación desde el 7 de octubre: es importante leer nuestros relatos”, afirma Alnaouq. El periodista cree que estos relatos pueden arrojar algo de luz sobre el sentimiento de desesperación que ha invadido el territorio palestino.

A Alnaouq le siguen llegando noticias de muerte desde Gaza. En septiembre le contaron que habían matado a una prima y a sus tres hijos. Se pregunta qué habrá sido de muchos otros con los que ha perdido el contacto. El periodista cree que la guerra en Gaza es una “prueba de fuego” para medir la moral del mundo y comprobar si la comunidad internacional se levantará y pondrá fin a la violencia.

“Querer destruir a Hamás no justifica la matanza de todo el pueblo de Gaza”, afirma. “En el último año, cada día hemos visto situaciones que nunca seremos capaces de olvidar. Hemos sido testigos de situaciones que nunca podremos olvidar, hemos oído historias que nunca podremos olvidar”, afirma.

“Desde octubre he estado muy ocupado hablando de Palestina y de mi familia. Muchos pueden pensar, desde la distancia, que soy más privilegiado que cualquier otro palestino y quizá lo sea porque trabajo en Londres y me va bien”, dice. “Sin embargo, mi vida ha dejado de tener sentido: el sentimiento de culpa del superviviente es abrumador. Incluso si hago algo bueno, si gano un premio, nada tendrá sentido, la vida carece de sentido para mí”.

Traducción de Emma Reverter