El derecho de los parisinos a manifestarse gana el pulso a Hollande
El gobierno francés ha tenido que dar marcha atrás y claudicar. Ha decidido no prohibir las marchas de protesta contra la reforma laboral de François Hollande pero ha puntualizado que solo podrán tener lugar en una zona determinada de la capital.
La prohibición había provocado una disputa política sin precedentes, y también la indignación de los sindicatos y las críticas de la izquierda.
Philippe Martinez del sindicato CGT, perteneciente a la izquierda más radical, ha explicado en conferencia de prensa que después de un tenso diálogo con el ministro del interior, el sindicato y las organizaciones de estudiantes han conseguido tener el derecho a manifestarse “si respetan la ruta trazada por el ministro del Interior”.
Antes de alcanzar este acuerdo, la policía de París había indicado que no tenía otro remedio que prohibir la manifestación prevista para este jueves después de que la marcha de protesta que tuvo lugar la semana pasada en la capital terminara con graves disturbios y peleas en la calle entre cientos de manifestantes encapuchados y la policía. Unas cuarenta personas resultaron heridas y muchas otras fueron detenidas.
Temeroso de que los manifestantes decidieran salir a la calle a pesar de la prohibición, el gobierno decidió reunirse con los líderes sindicales.
Para los franceses, el derecho a manifestarse en la calle y la libertad de expresión son derechos fundamentales irrenunciables.
La primera vez desde 1962
El gobierno francés no ha impulsado una medida de este tipo desde 1962. En el contexto de la sangrienta guerra en Argelia, los sindicatos de izquierdas se manifestaron en París contra de la guerra en este país del norte de Africa y la policía mató a nueve sindicalistas en la estación de metro de Charonne.
El gobierno había intentado llegar a un acuerdo que le garantizara que la marcha de protesta del jueves no terminaría como la anterior. Las autoridades de París habían pedido a los organizadores que celebraran una manifestación en un punto fijo y descartaran una marcha de protesta. El sindicato CGT, que lidera las protestas contra la reforma laboral que propone Hollande, se negó de plano.
El miércoles, tras reunirse con los lideres sindicales, el gobierno dio un giro de 180 grados y decidió autorizar la marcha de protesta pero trazar una ruta de 1,6 kilómetros cerca del Arsenal de París.
La de este jueves será la décima protesta contra los planes de Hollande desde marzo. El gobierno quiere flexibilizar el código laboral ya que en su opinión esta medida es clave para reducir la tasa de desempleo. Los manifestantes consideran que esta reforma favorece los intereses de las empresas en detrimento de los derechos de los trabajadores.
El parlamentario rebelde socialista Christian Paul, que lidera un grupo de parlamentarios socialistas que ha decidido plantar cara a la reforma laboral de su propio partido, ya había avanzado que prohibir la marcha de protesta era un “error histórico”. El sindicato reformista CFDT, que apoya la propuesta del gobierno, había puntualizado que si bien no tenía la misma opinión que los organizadores de la marcha de protesta sí defendía “el derecho de todo ciudadano a manifestarse”.
Benoît Hamon, un exministro socialista y una destacada voz crítica contra Hollande había señalado que prohibir la marcha era “una provocación política innecesaria”. El expresidente Nicolas Sarkozy también se había pronunciado contra la prohibición por considerarla “absurda”. Sin embargo, otros políticos de derechas, como el exprimer ministro François Fillon habían apoyado la medida “por motivos de seguridad”.
Esta disputa no ha hecho más que aumentar la intensa presión sobre los servicios de seguridad, con la celebración de la Eurocopa 2016 como telón de fondo, en un contexto de alerta terrorista y posibles disturbios provocados por los hinchas. Además de tener que hacer frente a las manifestaciones que están teniendo lugar en todo el país contra la reforma laboral, la policía también ha incrementado su presencia en Calais con el objetivo de hacer un seguimiento de la llegada de refugiados e inmigrantes.
Traducción de Emma Reverter