Más de un centenar de descendientes de refugiados judíos, en su mayoría británicos, que huyeron del régimen nazi han plantado cara al Gobierno y han decidido rebatir la negativa del Gobierno alemán a concederles la nacionalidad. La Constitución alemana consagra el derecho de toda persona privada de la nacionalidad alemana a lo largo de los 12 años de régimen nazi por motivos políticos, raciales o religiosos, así como de sus descendientes, a solicitar que le sea restaurada.
Sin embargo, centenares de solicitantes, algunos que cursaron la solicitud tras el referéndum del Brexit, han visto sus pretensiones rechazadas por el Gobierno alemán. En la mayoría de los casos porque este derecho solo se transmite por vía paterna. En otros, alegando que el antepasado que tenía el derecho original huyó de Alemania antes del ascenso al poder de Adolf Hitler y, por lo tanto, antes de que los nazis lo despojaran oficialmente de su nacionalidad en 1941. Desde un punto de vista legal se considera que estas personas renunciaron a su nacionalidad por voluntad propia.
El abuelo judío alemán de Barbara Hanley huyó a Reino Unido en 1938 después de la Noche de los Cristales Rotos, pero su solicitud fue rechazada debido a “la lógica patriarcal de que... mi madre se casó con un inglés y yo nací en 1945, momento en el que la nacionalidad sólo podía ser transmitida a través del padre”. “Estoy profundamente indignada por esta gran injusticia”, señala Hanley, que en junio de 2017 ya escribió al diario The Guardian para dar a conocer su caso. “El Estado alemán, si quiere que su voluntad de reparar el daño causado en el pasado sea tomada en serio, debe reaccionar con prontitud para enmendar esta injusticia”, apunta.
La indignación y la consternación por el creciente número de denegaciones de solicitudes ha propiciado la creación del Grupo de Exclusiones del Artículo 116 —Article 116 Exclusions Group—, una campaña iniciada en Reino Unido que toma su nombre del artículo de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania de 1949, que prevé la restauración de la nacionalidad.
La Asociación de Refugiados Judíos, una organización sin ánimo de lucro de Reino Unido, se ha unido a la lucha, y ha instado al gobierno alemán a reconocer “el fuerte argumento moral a favor de una interpretación extensiva de este artículo”. Recuerdan que aquellos que ahora solicitan la nacionalidad lo pueden hacer porque sus antepasados directos escaparon del Holocausto. “En muchos casos, otros familiares, que contribuyeron significativamente al desarrollo y al bienestar de Alemania fueron asesinados”, puntualizan.
Nicholas Courtman, miembro del Grupo de Exclusiones del Artículo 116 e investigador doctoral en el departamento alemán de la Universidad de Cambridge, pensaba que tenía derecho a solicitar la nacionalidad alemana a través de su abuela judía paterna, que en 1936 huyó de Berlín y se asentó en Londres, donde más tarde se casó con un británico. Sin embargo, vio su solicitud denegada por el hecho de que su abuela “se escapó demasiado pronto”.
“Hace meses pedimos al Gobierno alemán que nos diera una explicación moral y ética que justificara esta lógica, pero seguimos esperando una respuesta”, indica. “Estamos determinados a llevar a cabo cualquier acción que sea necesaria para recibir el estatus que erróneamente nos ha sido negado”, apunta.
El Brexit como impulso
El Brexit propició que a finales del año pasado se creara el Grupo de Exclusiones. Tras conocer el resultado de la votación, miles de británicos descendientes de alemanes judíos decidieron ejercer su derecho a recuperar la nacionalidad alemana y seguir siendo ciudadanos de la Unión Europea. Muchos de ellos no eran conscientes de que existía esa posibilidad.
Aquellos que vieron su solicitud rechazada se fueron organizando a través del boca a boca y las redes sociales. Ahora presionan al Gobierno alemán para que interprete la ley de forma más extensiva. El grupo insiste en el hecho de que el Brexit es una cuestión secundaria. Muchos de sus miembros viven en otros países del mundo y vieron sus solicitudes rechazadas hace décadas. Antes de que se impulsara esta campaña colectiva ya habían intentado de forma individual que se reconociera su derecho.
Sylvia Finzi explica que hasta que ni rellenó la solicitud no se percató de una cláusula con letra pequeña que indicaba que le sería denegada por el hecho de que su madre, alemana y judía, que huyó a Londres con 21 años y con un visado que le permitía trabajar como empleada del hogar, se casó con un refugiado judío de nacionalidad italiana.
“Para mí ya había sido muy complicado desde un punto de vista emocional tomar la decisión de solicitar la nacionalidad de un país que se disponía a asesinar a mi madre, como hizo con otros seis millones de judíos, y cuando vi que me excluían por el hecho de que mi madre se casó con una persona que no era alemana, decidí no cursar la solicitud”, indica. “¿Por qué iba a pasar por la humillación de que la rechazaran?”, apunta.
En el caso de Mónica Gripaios, nacida en 1951 en Reino Unido de madre judía alemana, fue su hijo quien, tras el referéndum del Brexit, la animó a pedir la restitución de la nacionalidad alemana. “Mi hijo dijo que quería seguir siendo europeo, aunque no creo que mi madre lo hubiera aprobado”, explica. “Me rechazaron, por mi fecha de nacimiento”. Su hermana, que nació en 1959, sí cumple los requisitos. Otros solicitantes rechazados que se han puesto en contacto con The Guardian son descendientes de personas cuya nacionalidad también fue revocada por razones políticas o religiosas, así como adoptados.
El gobierno alemán rechazó la solicitud de Jacqueline Danson por ser adoptada. Sus padres, judíos alemanes, escaparon a Reino Unido. Danson nació en Londres en 1955 y se fue a vivir con ellos cuando tenía tres semanas. Su madre, Ruth Danson, tiene ahora más de 90 años y da charlas a alumnos británicos sobre sus experiencias como refugiada judía. “Aunque según la legislación soy hija de mis padres adoptivos de pleno derecho, no soy considerada su descendiente: mi sangre no es lo suficientemente alemana”, apunta Danson.
Al igual que otros damnificados, las autoridades alemanas le han indicado que puede solicitar la nacionalidad a través de otra vía: la del párrafo 14 de la Ley de ciudadanía alemana, que permite la naturalización discrecional de un extranjero que vive en el extranjero a condición de que tenga un dominio razonable del idioma alemán, tenga fuertes vínculos con Alemania y pueda demostrar que su naturalización beneficia al interés público.
“Esto está moralmente mal”, argumenta Danson. “Tener que demostrar que aportamos valor para la sociedad alemana no hace más que volver a abrir la herida del nazismo. Me crié con padres y abuelos alemanes que, a pesar de la persecución a la que se enfrentaron, se enorgullecían de su herencia alemana. En sus estanterías tenían libros de Heine y Schiller, junto a los de Shakespeare, y en su día a día escuchaban música de Bach, Beethoven, Schubert y Wagner”, recuerda.
La embajada alemana en Londres, la primera puerta a la que llaman los solicitantes de nacionalidad que viven en Reino Unido, ha declinado comentar sobre estos casos. The Guardian ha preguntado al Ministerio de Interior alemán sobre si tiene la intención de modificar la ley o hacer excepciones caso por caso, a lo que la institución ha contestado justificando por qué los casos no se pueden interpretar de otra manera. Un portavoz se ha negado a dar una justificación ética y moral, como reclama desde hace mucho tiempo el Grupo de Exclusiones.
En un mensaje posterior, el portavoz ha señalado que “en relación con el aumento significativo de las solicitudes tras el referéndum del Brexit para obtener la nacionalidad alemana, el Ministerio del Interior está estudiando algunas de las solicitudes rechazadas. En estos momentos analiza cómo podría incluir estos casos en los supuestos contemplados (por la ley)”.
Ulla Jelpke, del partido Die Linke de Alemania, que ha asumido la causa junto a Gitta Connemann de los demócratas cristianos, indica que “en la medida de lo posible, debe corregirse esta injusticia nacionalsocialista”. “Estuvo mal que algunas personas tuvieran que irse de Alemania, y sus descendientes tienen derecho a ser reincorporados como ciudadanos”, apunta.
“Es incomprensible que se trate de forma diferente a algunos alemanes expulsados, en función de cuándo nacieron o con quién se casaron sus madres. Exijo que se reinterprete, y se reconozca que todos los descendientes de alemanes que fueron despojados de su nacionalidad por los nazis, ya sea por razones políticas o racistas, tienen derecho a la restauración de la nacionalidad sin excepción”, señala. “De hecho, es irrelevante si el Brexit propició o no la campaña del Grupo de Exclusión. Se trata de corregir la injusticia Nazi”, sentencia.