Un día después de que el terremoto de magnitud 7,8 sacudiera el sur de Turquía y el norte de Siria causando la muerte de al menos 7.000 personas y destruyendo miles de edificios, las réplicas, las temperaturas bajo cero están dificultando las labores de rescate.
A medida que se hace más evidente la magnitud de la devastación causada por el terremoto inicial y un segundo temblor de magnitud 7,7–, las autoridades turcas han declarado tres meses de estado de emergencia en 10 provincias, mientras que la Organización Mundial de la Salud advierte de que el número de víctimas podría superar las 20.000.
La agencia de gestión de desastres y emergencias de Turquía ha dicho que 5.434 personas han muerto en el terremoto y otras 31.077 han resultado heridas. El número de muertos confirmados en el lado sirio de la frontera asciende a 1.700, según la agencia Associated Press. La agencia de gestión de catástrofes de Turquía ha explicado que ha recibido 11.342 denuncias de edificios derrumbados, de los cuales más de 6.200 han sido confirmados.
“Esto es una catástrofe”
Los habitantes de pueblos remotos del sur de Turquía cuentan cómo las labores de socorro se han visto desbordadas por la destrucción en una región fronteriza que se extiende a lo largo de cerca de 1.000 kilómetros.
En el norte de Siria, controlado por los rebeldes, rescatistas voluntarios afirman que carecen del combustible más básico y de otras provisiones necesarias para sacar a los que siguen atrapados bajo los escombros de sus casas.
Un número indeterminado de personas siguen atrapadas y los esfuerzos por encontrar supervivientes se han visto frustrados por las condiciones gélidas. Las malas conexiones a Internet y las carreteras dañadas entre algunas de las ciudades más afectadas del sur de Turquía, donde viven millones de personas, también han dificultado las labores de los equipos de rescate.
Un portavoz de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de la Asistencia Humanitaria (OCHA), ha dicho a Reuters que el flujo de ayuda crítica desde Turquía al noroeste de Siria se ha detenido temporalmente el martes por la mañana debido a los daños en las carreteras y otros problemas logísticos. “No tenemos una idea clara de cuándo se reanudará”, ha añadido.
Murat Harun Öngören, coordinador de la mayor organización de ayuda y rescate de la sociedad civil turca, conocida como AKUT, asegura que los esfuerzos por llegar a los afectados en todo el sur de Turquía se habían visto gravemente obstaculizados por el frío y las condiciones de hielo, así como por el gran tamaño de la zona afectada. “A menudo definimos los grandes terremotos como catástrofes. Esto es más que un terremoto, es una catástrofe”, dice.
El coordinador indica que las personas atrapadas bajo los escombros corren un riesgo cada vez mayor cada hora que pasa. “Garantizar que la gente reciba la ayuda adecuada puede no ser fácil durante las primeras 72 horas después de terremotos tan grandes y catastróficos”, dice. “La coordinación de los equipos, el transporte y las cuestiones logísticas no son fáciles”.
Öngören también señala que es probable que el número real de edificios derrumbados supere con creces el recuento confirmado hasta ahora, y añade: “Cuando se combina el número de estos edificios derrumbados con otros criterios puedo decir que nos enfrentamos a una operación difícil”.
“Hace muchísimo frío y no tenemos comida”
Ali Ünlü, de la remota localidad de Adıyaman, cercana al epicentro del terremoto en KahramanmaraÅ, explica que llevaba trabajando desde el lunes por la mañana para liberar a su anciana madre, atrapada bajo los escombros de su casa. “Tras el terremoto corrí a casa de mi madre y vi que el edificio se había derrumbado. Me quedé desolado. Empecé a esperar a los equipos de rescate, pero no aparecían. Empecé a llamar a las autoridades, y todas las líneas se cortaron”.
“Hace muchísimo frío y no tenemos comida. Al principio, uno de mis familiares envió un mensaje diciendo que estaba bajo los escombros y pudimos oír su voz bajo los escombros. Estuvo atrapado allí cuatro horas, y al final lo sacamos”, añade. “Han pasado más de 24 horas y mi madre sigue atrapada bajo los escombros. No sé si sigue viva o no. Los recursos son escasos, pero creo que falta organización”.
Muchos turcos han expresado su indignación en Internet por lo que consideraron una negligente respuesta de emergencia en la provincia de Hatay, en el extremo sur del país, y muchos se han quejado de que los esfuerzos de rescate no han llegado a la zona. En Hatay, el seísmo arrasó varios edificios gubernamentales, incluida la sede local de la AFAD, la agencia turca de ayuda en catástrofes.
“Estoy muy enfadado”, ha dicho el analista Gönül Tol, del Middle East Institute de Washington. “La gente intenta sacar a sus seres queridos atrapados bajo los escombros. Hace frío, llueve, no hay electricidad. Un familiar está atrapado bajo una pesada losa de hormigón, esperando a los equipos de rescate durante horas”.
Destrucción sobre destrucción
En Siria, los efectos del terremoto se han visto agravados por la destrucción provocada por más de 11 años de guerra civil. Un alto cargo humanitario de la ONU ha asegurado que la escasez de combustible en Siria y el duro clima invernal también están creando obstáculos a su respuesta.
“La infraestructura está dañada, las carreteras que solíamos utilizar para el trabajo humanitario están dañadas, tenemos que ser creativos en la forma de llegar a la gente... pero estamos trabajando duro”, ha dicho a Reuters el coordinador residente de la ONU, El-Mostafa Benlamlih.
En las zonas del norte de Siria controladas por los rebeldes, los equipos de rescate han trabajado durante toda la noche para encontrar a los civiles que seguían atrapados bajo los escombros, mientras otros intentaban encontrar refugio bajo la lluvia helada.
“Este terremoto no podía haber llegado en peor momento. La situación sobre el terreno es que no hay refugio. No hay a dónde ir. Ahora mismo está lloviendo, y nuestros colegas están sobre el terreno intentando sacar a la gente de los escombros en medio de temperaturas bajo cero”, ha dicho Oubadah Alwan, portavoz de las fuerzas de Defensa Civil Siria, también conocidas como Cascos Blancos, una fuerza de respuesta de emergencia entrenada para rescatar a personas atrapadas bajo los escombros tras los ataques aéreos.
Alwan ha afirmado que las fuerzas de Defensa Civil sirias carecen de los recursos básicos necesarios para las labores de rescate, incluso de gasóleo para alimentar la maquinaria empleada en el rescate. “En el noroeste de Siria, en términos de respuesta de emergencia, solo trabajan los Cascos Blancos. Y nosotros no somos más que una ONG, definitivamente no estamos equipados para hacer frente a este nivel de escala de la tragedia, y el caos”.
Envío de ayuda
El lunes, Catherine Smallwood, responsable de emergencias de la OMS para Europa, dijo a la agencia AFP que el número de muertos podría multiplicarse “por ocho” sobre las cifras iniciales, hablando cuando la cifra estimada se situaba en 2.600. “Siempre vemos lo mismo con los terremotos, por desgracia, que es que los informes iniciales de las cifras de personas que han muerto o que han resultado heridas aumentarán bastante significativamente en la semana siguiente”.
Muchos gobiernos se han apresurado a enviar ayuda, personal y equipos para contribuir a las labores de rescate. El lunes llegaron promesas de ayuda de países de Europa, Asia y Oriente Medio, así como de Norteamérica. Turquía dijo que había recibido ofertas de ayuda de 45 gobiernos, desde Kuwait hasta India y Rusia.
Siria afirmó el lunes que la ayuda enviada tras el terremoto llegará a toda su población, a pesar de que Damasco no controla todo su territorio.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se verá presionado para supervisar una respuesta eficaz a la catástrofe en vísperas de las elecciones del 14 de mayo. “Todo el mundo se está esforzando al máximo, aunque la estación invernal, el frío y el terremoto nocturno dificultan las cosas”, ha declarado.
Traducción de Celia Broncano.