El ya casi proclamado candidato republicano Donald Trump ha acusado a Hillary Clinton de querer “abolir la segunda enmienda”. En un mitin de campaña este sábado en Lynden, Washington, Trump ha culpado a quien previsiblemente será su rival demócrata de querer eliminar una disposición de 215 años de antigüedad de de la Carta de Derechos de los Estados Unidos. Ha advertido a la población: ella “quiere quitarte tus armas”.
El texto de la segunda enmienda dice que “siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del pueblo a poseer y portar armas no será infringido”. Este solo puede ser alterado utilizando una enmienda constitucional prevista en el artículo V. No puede ser “abolida” de ninguna otra manera.
Aunque Clinton no ha hecho nunca ninguna declaración que apoye la abolición de la segunda enmienda o de que se confisquen las armas de fuego personales de los ciudadanos, sí que ha indicado que el caso de Heller contra el Distrito de Columbia, en el que el Supremo revocó la prohibición de armas de fuego en Washington DC por 5 votos a 4, fue una decisión errónea.
En ese caso, el tribunal sostuvo que la segunda enmienda protege el derecho individual de llevar armas y el fallecido juez Antonin Scalia declaró que “las pistolas son las armas más utilizadas por los americanos para defenderse en su casa, y una prohibición completa de su uso no sería válida”. Scalia, sin embargo, siguió respaldando una amplia lista de regulación de armas que incluye la prohibición de armas automáticas y escopetas recortadas como implícitamente constitucional.
Aunque el juez John Paul Stevens, un miembro retirado del Tribunal Supremo que tuvo discrepancias en el caso Heller, ha reclamado una enmienda constitucional para añadir la frase “cuando sirven en la milicia” en la Constitución después de “el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. Clinton no ha refrendado esta propuesta.
La decisión del tribunal en el caso Heller, que limitaba singularmente el derecho individual a llevar armas de fuego a tener pistolas en el entorno del hogar y para la defensa propia, todavía podría ser revocada en un futuro proceso judicial. No obstante, esto no supondría la supresión total de la segunda enmienda. Sería, en realidad, una interpretación diferente de un lenguaje con siglos de antigüedad.
De todos modos, sobre el control de armas, Clinton sí que ha apoyado la expansión de la revisión de antecedentes penales en la compra de armas así como el reestablecimiento de la prohibición de armas de asalto de 1994. Ese veto no afectó a las armas en circulación legalmente adquiridas, las cuales pueden seguir siendo vendidas una y otra vez. En aquel momento solo se prohibió la fabricación de nuevas armas de asalto para uso civil.
En el otro lado de la moneda está Donald Trump que, aunque en el pasado apoyó la prohibición de las armas de asalto, ahora se opone a cualquier tipo de limitación a la propiedad en cuanto a cualquier variedad de armas. Trump ha defendido en su campaña que “las personas que respetan la ley deberían estar autorizadas a poseer las armas de fuego que quieran”. También ha dicho que “no es incumbencia del Gobierno decidir qué tipos de armas son mejores. A la gente honrada se le tiene que permitir poseerlas”.
El equipo de campaña de Hillary Clinton no ha querido hacer comentarios sobre el tema, y un portavoz de Trump rechazó una solicitud para hacer aclaraciones.
Traducido por Cristina Armunia Berges