Su pelo oscuro estaba impoluto, su barba y su bigote, impecablemente recortados. Vestía una camiseta de cuello alto de un blanco inmaculado. Se sentó en la cabecera de la mesa con calma, manteniendo la compostura.
Era la primera vez que el mundo había visto a Zayn al Abidin Muhammed Husayn, también conocido como Abu Zubaydah, desde que fue capturado en Pakistán hace 14 años. Él es uno de los tres hombres que la CIA admite haber torturado mediante la técnica del ahogamiento (waterboarding) en una prisión desconocida de Tailandia.
Pero durante la parte pública de una supuesta audiencia para obtener la libertad condicional y conseguir su liberación de la prisión de Guantánamo, no hubo ni una sola mención de las torturas soportadas por este palestino de 45 años, sobre el que nunca han pesado cargos por ningún crimen.
Sí que había, sin embargo, un parche negro colgando alrededor de su cuello. Abu Zubaydah perdió la vista de uno de sus ojos en algún momento después de que fuera tomado bajo custodia en polémicas circunstancias. El martes se le podía ver cambiándose las gafas en algunos momentos mientras leía documentos sobre su caso.
Este tipo de audiencias se han convertido en algo cada vez más frecuente a medida que Barack Obama, frustrado por el Congreso, libra una guerra de desgaste para cerrar Guantánamo mediante el traslado de prisioneros. De una cifra récord de 684 reclusos en 2003, el total se ha rebajado ahora a 61, y para 20 de ellos ya se ha aprobado su traslado.
Pero Abu Zubaydah, con su profundo conocimiento sobre las torturas de la CIA, representa potencialmente el principal obstáculo sobre esa vía en particular. Joe Margulies, uno de sus abogados, califica la vista –convocada por un organismo multilateral creado por Obama para examinar la situación de los presos de Guantánamo– como una “simple formalidad”, como un “ritual”. Y añade, tajante: “Abu Zubaydah no será liberado”.
Los diez primeros minutos del proceso fueron transmitidos en directo desde Guantánamo para periodistas, representantes legales y observadores de derechos humanos hasta una habitación sellada del Pentágono en Arlington, Virginia. Después de un breve problema técnico, una pantalla de televisión mostró una habitación con una lisa pared blanca y una mesa negra brillante.
Cualquiera que estuviera un poco perdido quizá podría haber pensado que Abu Zubaydah, con el aspecto de un doctor o un abogado, estaba presidiendo la reunión. A su izquierda se sentaba un intérprete, con una camisa informal; a su derecha había dos representantes personales con uniforme militar con muchos documentos. Un abogado no pudo asistir por una urgencia médica familiar.
Indiferente, inexpresivo, silencioso
Abu Aubaydah se sentó indiferente, inexpresivo y silencioso de principio a fin. A veces apoyaba su cabeza sobre su mano o se tocaba la boca o el mentón con un dedo, y estudiaba su perfil de detenido con atención mientras era leído en voz alta por una mujer que no se veía. Él jugó un “papel clave” en las comunicaciones de Al Qaeda con apoyos y operativos exteriores en 1990, decía, e interactuó estrechamente con su segundo comandante de aquella época, Abu Hafs al Masri.
Abu Zubaydah “posiblemente” tuvo alguna información previa al bombardeo de las embajadas de Kenia y Tanzania en 1998 y del atentado contra el destructor de la marina estadounidense, el USS Cole, en el año 2000. El informe continua. También fue “consciente en términos generales” del inminente ataque del 11-S y “posiblemente coordinó” el entrenamiento de dos de los secuestradores en el campo de Khaldan.
Zubaydah “trazó activamente ataques contra Israel, consiguiendo operativos de varios grupos rebeldes, incluido Al Qaeda, para guiar operaciones en Israel y contra los intereses de Israel en el exterior. Fue acusado in absentia (sin que estuviera presente en el juicio para responder a los cargos) por el gobierno de Jordania por su papel en la planificación de ataques contra Israel, Jordania y objetivos occidentales en el marco del cambio de milenio en Jordania”.
El documento también dice que, después de los ataques del 11-S, Abu Zubaydah envió operativos a Khalid Sheikh Mohammed, un miembro destacado de Al Qaeda, para discutir la viabilidad de detonar un dispositivo radiológico en Estados Unidos y el apoyo de bombardeos dirigidos por control remoto contra Estados Unidos y las fuerzas en coalición en Afganistán.
Pero desde su llegada a Guantánamo en 2006, continua el escrito, Abu Zubaydah ha mostrado “un alto nivel de cooperación” con el personal y ha servido como líder de bloque de celda, asumiendo la responsabilidad de comunicar los mensajes de los detenidos y las quejas al personal, y de mantener el orden entre ellos.
Condena los atentados de ISIS
Él “probablemente conserva una mentalidad extremista”, argumenta el informe, pero “no ha hecho ese tipo de declaraciones recientemente, probablemente para mejorar sus opciones de repatriación”. Ha condenado atrocidades perpetradas por ISIS y el asesinato de gente inocente.
Uno de los representantes personales leyó entonces una declaración inicial en nombre de Abu Zubaydah, que decía: “Ha expresado el deseo de reunirse con su familia e iniciar el proceso de recuperación de las heridas que sufrió durante su captura. Tiene cierto capital inicial que podría usar para abrir un negocio tras reintegrarse en la sociedad y vivir una vida pacífica”. Añadió que “ha declarado que no tiene ningún deseo ni intención de hacer daño a Estados Unidos ni ningún otro país, y ha manifestado en repetidas ocasiones que el Estado Islámico está fuera de control y ha llegado demasiado lejos”.
Con eso, y ninguna referencia al waterboarding o las torturas, las cámaras se apagaron antes de una parte clasificada de la vista, que podía durar horas. Se espera que el organismo multilateral tome una decisión sobre si Abu Zubaydah es apto para el traslado en unos 30 días. La CIA ha dicho que debería mantenerse en régimen de incomunicación hasta que muera.
“Es todo espectáculo, puro teatro”
Margulies, profesor en la Cornell Law School, que no estuvo presente, expresa pesimismo. “Es todo espectáculo, puro teatro”, asegura. “Esta es la conclusión: desde que Barack Obama llegó al poder, no hay nadie más diferente –entre quien pensaban que es y quien realmente es– que Abu Zubaydah. No ha hecho nada que autorice su detención continua. No está justificado ni moral ni legalmente”.
Abu Zubaydah sirvió de conejillo de indias para el régimen de torturas de la CIA diseñado por los psicólogos externos James Mitchell y Bruce Jessen, que ahora se enfrentan a una demanda presentada por posteriores víctimas. Al pensarse inicialmente que Abu Zubaydah poseía información vital sobre Al Qaeda y sus planes, le hicieron el waterboarding 83 veces, lo mantuvieron despierto, le obligaron a estar desnudo y lo metieron en una caja de madera poco mayor que un ataúd.
Ahora se describe a sí mismo como “un hombre quebrado”, cuenta Margulies. “Yo antes tenía la esperanza de que Estados Unidos hiciera un examen razonado y justo sobre las torturas de Abu Zubaydah, pero ya no la tengo, por lo lejos que ha llegado este gobierno para proteger a la CIA”.
Kat Cosgrove, del equipo de seguridad nacional de Human Rights First, estaba presente en la vista de este martes en el Pentágono. “Personalmente creo que deberían haber mencionado la tortura que ha sufrido”, opina. “Ha tenido una importancia clave en su detención y en por qué conocemos su nombre. No hablar de eso es un error intencionado por parte del Gobierno y creo que al menos habría que haberlo indicado”.
“Estar detenido durante tanto tiempo como ha estado él sin cargos es un problema. Es un problema que ocurre con varios detenidos en Guantánamo. Por eso es tan importante este proceso”, valora Cosgrove. Señala que el número de vistas organizadas por el organismo multilateral ha “aumentado drásticamente”, de una o dos al mes a dos a la semana. “Hemos estado luchando para lograr este aumento. Forma parte del plan para acabar cerrando el centro de detención”.
Sigue habiendo muchas dudas de que se pueda lograr ese objetivo antes de que Obama termine su mandato en enero. Pero su jefe de prensa, Josh Earnest, dijo este lunes: “El presidente mantiene la intención de cerrar la prisión de Guantánamo antes de que acabe su mandato”.
Traducido por Jaime Sevilla Lorenzo y Cristina Armunia Berges