Egipto recibe con resignación la liberación del exdictador Mubarak

Ruth Michaelson

El Cairo —

El abogado de Hosni Mubarak informaba este viernes que el exdictador egipcio había dejado el hospital militar de El Cairo donde ha estado detenido durante gran parte de los últimos seis años, y que había regresado a su casa en el barrio de Heliopolis, situado en la capital.

El 2 de marzo, el tribunal superior de apelaciones de Egipto absolvió a Mubarak, de 88 años, del cargo de conspiración para matar a manifestantes. Se trata de una sentencia que da carpetazo a un proceso que en 2012 le conllevó una sentencia a cadena perpetua por la muerte de 239 personas durante las manifestaciones de la Primavera Árabe contra el régimen. En enero de 2015, otro tribunal ya había revocado los cargos de corrupción.

Según ha publicado el periódico al Masy al Youm, un medio de comunicación privado, Mubarak abandonó el hospital militar de Maadi el viernes por la mañana y regresó a su casa. Allí, desayunó con su familia y con algunos amigos.

En declaraciones a este periódico, el abogado de Mubarak, Farid al Deeb, indicó que su cliente estaba agradecido con todos los que lo han apoyado a lo largo del proceso.

A lo largo de sus comparecencias ante el tribunal, el dictador, que estuvo en el poder durante tres décadas, dio una imagen de fragilidad; llegó en camilla y lució gafas oscuras. Con estas comparecencias consiguió acallar los rumores sobre su inminente muerte.

Lo cierto es que se encontraba lo suficientemente bien como para saludar a sus seguidores desde la ventana de su habitación en el hospital. Estos se dieron cita ante el hospital en distintas ocasiones, como por ejemplo su cumpleaños o el aniversario de la victoria militar de Egipto frente a Israel en 1973.

Resignación ante lo evidente

Para todos aquellos que se esforzaron por derrocar al exdictador, que Mubarak vuelva a ser una persona libre marca un momento triste para la historia de Egipto. Pese a ello, muchos reaccionaron con resignación cuando fue evidente que su puesta en libertad era inminente, curtidos por muchos años de turbulencias políticas.

En 2013, el sucesor de Mubarak, Mohamed Morsi, elegido democráticamente, fue derrocado por un golpe militar. Son muchos los que consideran que el actual líder del país, el exgeneral Abdel Fatah al Sisi tiene un estilo de gobierno parecido al de Mubarak.

“No estoy ni triste ni sorprendido”, indica Tarek al Khatib, cuyo hermano fue uno de los manifestantes asesinados: “De hecho, la sorpresa habría sido que las cosas hubieran sido distintas”. Desde un punto de vista político se habían tomado pasos en esta dirección y, de igual modo, para intentar normalizarla.

En los últimos seis años se han hecho muchos intentos para castigar a los familiares y a los socios de Mubarak que se aprovecharon del régimen. En la gran mayoría de los casos, no se ha logrado nada.

Los hijos de Mubarak, Alaa y Gamal, fueron puestos en libertad en octubre de 2015 y el juez señaló que ya habían cumplido una pena acorde con los cargos de corrupción y malversación de fondos públicos.

El conocido magnate del acero, Ahmed Ezz, exsecretario general del ahora extinto Partido Nacional Democrático, fue nombrado miembro honorífico de un partido político en 2016, a pesar de que había cumplido una pena de tres años por corrupción.

“Sus discípulos gobiernan el país”

Aunque en su día describió la revolución que puso fin al régimen de Mubarak como un punto de inflexión para la historia de Egipto, Sisi y su gobierno, que cuenta con el apoyo de los militares, son considerados los herederos políticos del autócrata.

“Creo que la liberación de Mubarak era previsible, si tenemos en cuenta que sus discípulos gobiernan el país”, indica Mahienour al Massry, una activista y abogada que ha cumplido una pena de 15 meses de cárcel bajo el régimen de Sisi: “El mismo régimen, la misma corrupción, la misma brutalidad. Mubarak ya es un hombre libre, pero para los que creen en la revolución siempre será un asesino y el padrino de un sistema corrupto. Tal vez hemos perdido otra batalla, pero seguiremos luchando para cambiar el régimen inhumano que libera a criminales y encarcela a inocentes”.

Otros se muestran menos esperanzados. La libertad de Mubarak implica que las familias de los manifestantes muertos ahora piden que se haga justicia divina, indica Mohsen Bahnasy, abogado experto en derechos humanos que trabajó en la comisión de investigación de los abusos cometidos por el ejército durante la revolución de 2011.

En un inicio, el tribunal superior de apelaciones de Egipto no aceptó a trámite las peticiones de los familiares de los manifestantes muertos, que querían iniciar un procedimiento civil contra Mubarak por el papel que desempeñó en la matanza. Más tarde, se llevó a cabo una investigación oficial, que confirmó la muerte de al menos 846 personas y estimó que otras 6.467 habían resultado heridas cuando las fuerzas de seguridad egipcias intentaron reprimir las protestas que llenaron la céntrica Plaza Tahrir de El Cairo.

“Ni se te ocurra volver a soñar con una revolución”

“La absolución de Mubarak tiene un importante valor simbólico, ya que es un reflejo de la absoluta incapacidad del poder legal y del poder judicial para conseguir que los responsables de la muerte de cerca de 900 personas rindan cuentas ante la justicia.

Es la punta del iceberg de una crisis de la justicia transicional mucho más profunda, indica Mai el Sedany, un experto legal que trabaja para el think tank de Washington Tahrir Institute for Middle East Policy.

“Manda un mensaje claro a todos los egipcios, nadie vinculado con la corrupción o la represión en este país tendrá que rendir cuentas ante la justicia y el Gobierno es leal a sus hombres y lo seguirá siendo” afirma Khatib. “Ni se te ocurra volver a soñar con una nueva revolución”

La liberación de Mubarak se produce en un contexto de crisis económica tras años de confusión política y crecientes problemas de seguridad. Los egipcios se quejan de su situación económica y de sus estómagos vacíos mientras que la inflación ya es del 30%. El gobierno ha impulsado medidas de austeridad tras recibir préstamos del Fondo Monetario Internacional.

“La crisis económica y la inflación son una prioridad, así como el terrorismo. Esto es lo que preocupa a los ciudadanos de a pie, no Mubarak”, explica Khaled Dawoud, un político de la oposición que está en contra de los islamistas pero también condena las sangrientas medidas impulsadas.

“Cuando miras a las personas que se dieron cita ante su hospital y lo vitoreaban, ves que son unas 150 o 200 personas”, afirma, en referencia a las muestras de apoyo a Mubarak organizadas a las puertas del hospital Maadi cuando el exdictador todavía estaba allí.

Traducido por Emma Reverter