El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, se disculpó la semana pasada ante la Cámara de los Comunes después de que el Parlamento de su país invitara a un veterano de guerra que luchó junto a los nazis, lo calificara de “héroe” y le dedicara dos ovaciones.
Durante la visita a Canadá del presidente Volodímir Zelenski, el ucraniano Yarsolav Hunka, de 98 años, acudió al Parlamento invitado por el presidente de la Cámara, Anthony Rota, que tuvo que dimitir poco después.
Trudeau aseguró que todos los legisladores “lamentan profundamente” haberse puesto en pie y haber aplaudido, aunque todos, incluido él, “no eran conscientes del contexto”, y dijo que el acto fue un flaco favor a la memoria de millones de “víctimas del genocidio nazi”.
“Cada año hay menos supervivientes del Holocausto que puedan compartir de primera mano los horrores de lo que vivieron”, lamentó Trudeau. “Y, por tanto, nos corresponde a todos garantizar que nadie olvide nunca lo que ocurrió”.
Pero la amnesia momentánea –un olvido aparentemente compartido por todos los legisladores que aplaudieron aquel día– se ha transformado en un costoso escándalo político y ha abierto una reflexión más profunda en torno al legado de los grupos ucranianos vinculados al nazismo en Canadá.
Monumentos polémicos
Durante la Segunda Guerra Mundial, Ucrania fue uno de los principales campos de batalla del frente oriental. Alrededor de 4,5 millones de ucranianos lucharon en el Ejército Rojo soviético. Muchos menos –aproximadamente 250.000– se alinearon con la Alemania nazi. Algunas facciones lucharon en distintos momentos tanto contra las fuerzas soviéticas como contra las alemanas. Algunas participaron en la matanza masiva de judíos ucranianos.
Yaroslav Hunka fue miembro de 14ª División Waffen de las SS, una unidad de voluntarios también conocida como la “División Galitzia”. Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, el grupo era más conocido como la Primera División Ucraniana del Ejército Nacional de ese país, lo que en los años siguientes hizo que quedaran ocultos sus vínculos con el régimen nazi.
Después de la contienda, miles de ucranianos se trasladaron a Canadá y muchos de los que habían vivido el terror de Stalin y la consiguiente hambruna masiva en Ucrania mantenían firmes opiniones antisoviéticas.
Ivan Katchanovski, politólogo de la Universidad de Ottawa, explica que los posibles vínculos y simpatías con los nazis se pasaron por alto durante la Guerra Fría.
A pesar de los vínculos de la División Galitzia con crímenes de guerra, se erigió un cenotafio en honor de la unidad en el mayor cementerio ucraniano de Canadá. El monumento ha sido durante mucho tiempo fuente de frustración para grupos polacos y judíos. En junio de 2020 se pintaron en él con spray las palabras “monumento de guerra nazi”..
“El grupo y los monumentos conmemorativos a los combatientes han escapado realmente al escrutinio porque muy poca gente sabe que la Primera División Ucraniana no era más que un nombre diferente de la 14ª División Waffen de las SS. Y esta fue una de las razones, por desgracia, por las que nadie planteó la cuestión en el Parlamento”, dice Katchanovski.
Cuando subió al estrado del Parlamento canadiense, Zelenski elogió a la ciudad de Edmonton por ser el primer lugar del mundo en erigir una conmemoración de la hambruna del Holodomor, una política deliberada de la Unión Soviética que mató a millones de ucranianos.
A ocho kilómetros al norte, un busto del líder militar ucraniano Roman Shukhevych sobre un zócalo de piedra ha indignado durante mucho tiempo a grupos judíos y polacos. Shukhevych, que luchó por la independencia de Ucrania, sirvió junto a los nazis y se cree que fue autor de masacres en Volinia y Galitzia oriental. Diplomáticos de Polonia e Israel condenaron recientemente un monumento similar en Ucrania, alegando que Shukhevych era responsable del asesinato de decenas de miles de personas “a balazos, fuego, violaciones, torturas y otros métodos brutales, solo porque rezaban a Dios en polaco o hebreo”.
Dan Panneton, del Centro de Amigos de Simon Wiesenthal, señala que, aunque a muchos canadienses les haya sorprendido la existencia de estatuas que veneran a figuras de este tipo, estos monumentos han sido durante mucho tiempo una “dolorosa fuente de tensión” para la comunidad judía. “Creo que mucha gente se está dando cuenta ahora de la profundidad de este dolor. Pero la realidad es que los monumentos están en propiedad privada. Y a lo largo de los años, hemos observado una reticencia en determinados sectores nacionalistas de la comunidad a abordar los aspectos negativos de la colaboración nazi y su participación en el Holocausto”.
“Una historia realmente oscura”
La polémica sobre la invitación y homenaje a Hunka también ha reabierto el debate sobre los cientos de presuntos criminales de guerra que se asentaron en el país tras la Segunda Guerra Mundial.
“Canadá tiene una historia realmente oscura con los nazis en el país”, dijo a la prensa el ministro de Inmigración, Marc Miller, antes de las disculpas del primer ministro. “Hubo un momento en nuestra historia en el que era más fácil entrar [en Canadá] como nazi que como judío. Creo que es una historia con la que tenemos que reconciliarnos”.
Destacados grupos judíos, entre ellos el Centro de Amigos de Simon Wiesenthal, han pedido que se hagan públicos todos los registros sobre la admisión de antiguos soldados nazis, incluida la totalidad de un histórico informe de 1986 sobre criminales de guerra que eludían la justicia dentro de Canadá.
La Comisión de Investigación sobre Criminales de Guerra en Canadá de 1985, conocida coloquialmente como la Comisión Deschênes, investigó si el país sirvió como refugio para criminales de guerra y simpatizantes nazis. La comisión fue impulsada, en parte, por las informaciones de que el médico nazi Josef Mengele, conocido como “el ángel de la muerte”, había intentado emigrar a Canadá a principios de la década de los 60.
Pero a lo largo de los años solo se han publicado partes censuradas del informe, omitiendo un apéndice con los nombres de 240 presuntos criminales de guerra nazis que podrían estar viviendo en Canadá.
“Las acusaciones de crímenes de guerra contra miembros de la División Galitzia nunca se han demostrado”, decía el informe final. El Gobierno federal solo ha procesado a cuatro personas por crímenes de guerra, pero ninguno de esos intentos ha acabado en condena. Debido a la naturaleza secreta del contenido del informe, sigue sin estar claro hasta qué punto el Gobierno investigó a otros individuos sospechosos de crímenes de guerra.
“Recordar el Holocausto no significa solo recordar a las víctimas”, escribió David Matas, de B'nai Brith Canada, en un editorial reciente. “Significa también recordar a sus asesinos”.
Traducción de Emma Reverter