Fratelli d'Italia empata con Salvini en las encuestas y agita el miedo a un resurgimiento del fascismo

Angela Giuffrida

Ascoli Piceno —
4 de agosto de 2021 22:20 h

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Durante los días previos a su muerte, Spartaco Perini habló largo y tendido sobre su experiencia como soldado de la resistencia en la Segunda Guerra Mundial. Fundador de uno de los primeros grupos antifascistas de Italia, con sede en Colle San Marco –una aldea en la ciudad de Ascoli Piceno, situada en la región central de Las Marcas–, Perini fue alabado por las fuerzas de los países aliados gracias a su desempeño como informante valiente. Su labor ayudó a liberar a Europa de los nazis y a acabar con la dictadura de Benito Mussolini. Sin embargo, tenía un remordimiento.

“En sus últimos días, habló mucho de las grandes cosas que los partisanos de la resistencia habían hecho para restaurar la libertad y recuperar la democracia”, dice Pietro Perini, hijo de Spartaco y presidente de la unidad de Ascoli Piceno de la Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI), una organización antifascista. “Pero también creía que habían cometido un error: no haber erradicado el fascismo por completo”.

Spartaco Perini murió en 2001 a los 82 años. Dos décadas más tarde, Fratelli d'Italia –la agrupación heredera del Movimiento Social Italiano (MSI), el partido creado en 1946 por los pocos seguidores de Mussolini que permanecían en pie al finalizar la guerra– gobierna la región de Marcas tras haber ganado las elecciones regionales en septiembre del año pasado, en las que acabó con 25 años de Gobierno de centroizquierda.

Fue una victoria significativa para el partido, que en los últimos años ha pasado de estar en los márgenes de la política a empatar en las últimas encuestas de opinión con el partido ultraderechista Liga, liderado por Matteo Salvini.

La líder de Fratelli d'Italia, Giorgia Meloni –que inició su carrera política en la juventud del MSI, el predecesor de posguerra de la actual formación política–, está preparándose para suceder a Mario Draghi, el actual primer ministro, en las elecciones generales de 2024 y ha decidido mantener a su partido fuera de la amplia coalición encabezada por Draghi.

Meloni, una política astuta, se ha esforzado por remodelar la imagen de su partido, al que quiere posicionar como defensor del patriotismo. En su autobiografía, Yo soy Giorgia (Io sono Giorgia), la política afirma no pertenecer al “culto al fascismo”.

Pero hay indicios en Marcas de que el partido –que conserva la llama tricolor del MSI como logo– no ha roto sus lazos con el pasado.

En abril, el alcalde de Ascoli Piceno, de Fratelli d'Italia, donó cuentos fascistas a las escuelas. Unos pocos días después, el presidente del Departamento de Educación de Marcas envió una carta a los estudiantes en la que equiparaba a los fascistas con la resistencia –de la que formaba parte Spartaco Perini–: “Debemos recordar a los muertos en la guerra sin distinguir de qué lado estaban”.

“Siempre ha habido defensores del fascismo, pero ahora algunos de ellos ocupan posiciones de poder”, dice el hijo de Perini.

Una de las primeras medidas del nuevo Gobierno de Marcas consistió en clausurar las instalaciones para el recibimiento y asistencia a inmigrantes.

Al igual que la región de Umbría, bastión del centroizquierda hasta la victoria de la Liga en las elecciones regionales de 2019, Marcas quiere prohibir que las clínicas entreguen píldoras abortivas. Por otro lado, un político miembro de Fratelli d'Italia ha sugerido recientemente que las mujeres permanezcan en casa cuidando a los niños mientras los hombres establecen las normas. Mientras tanto, los líderes del partido tratan de que se apruebe una medida para restringir el acceso a la vivienda social únicamente a italianos.

“En esta región ha habido un cambio cultural, social y político que se traduce en distintas medidas”, dice Antonio Mastrovicenzo, exconcejal de Marcas por el Partido Democrático, de centroizquierda. Mastrovicenzo acepta que las debilidades de la izquierda han sentado las bases para el giro a la derecha en la región. “Hemos cometido errores y la gente no nos los ha perdonado”.

El primer paso hacia el cambio sucedió en agosto de 2016, cuando un terremoto que mató a casi 300 personas azotó el centro de Italia, incluyendo áreas de la región de Marcas. En aquella ocasión, Matteo Renzi, el entonces primer ministro y líder del Partido Democrático, prometió reconstruir de inmediato las localidades destruidas. Sin embargo, aún hoy muchos de los lugares afectados por el desastre permanecen en estado de abandono.

La Liga y Fratelli d'Italia también se han aprovechado de la inmigración, en especial cuando Pamela Mastropietro, de 18 años, fue presuntamente asesinada por un inmigrante ilegal en la ciudad de Macerata a comienzos de 2018. Unos días más tarde, y a unas pocas semanas de las elecciones nacionales, Luca Traini, un extremista de ultraderecha, hirió a seis inmigrantes africanos en un tiroteo, según él en venganza por el asesinato de la joven.

“Traini se convirtió en el caballo de batalla de las fuerzas ultraderechistas, que afirmaban que las políticas de los partidos de izquierda habían conducido a esa situación”, dice Lina Caraceni, exconcejala por la integración en Macerata y representante de la división local de la asociación Refugees Welcome Italia.

“Acabaron con todos los proyectos de la administración anterior. Macerata fue uno de los primeros lugares en Italia en adoptar el programa SPRAR [un programa habitacional para los inmigrantes], el cual ya no existe. Asimismo, ha habido un aumento del racismo. Nadie quiere alquilar su casa a extranjeros”.

Para Paolo Berizzi, periodista de La Repubblica que ha escrito extensamente sobre la extrema derecha en Italia, la señal más fuerte del cambio en Marcas se dio el 27 de octubre de 2019, día en que se organizó una cena por el aniversario de la “Marcha sobre Roma” de Mussolini. Francesco Acquaroli, actual presidente de Marcas, asistió a ese evento junto a otros líderes de Fratelli d'Italia.

“Esto nos muestra cómo Fratelli d'Italia se vincula con la derecha nostálgica: no solo no se distancia de ella, sino que la celebra”, dice Berizzi. Añade que Marcas se ha transformado en “una especie de laboratorio para la derecha enraizada en la tradición fascista”.

Por lo general, Fratelli d'Italia compite en las elecciones locales, regionales y generales como parte de una coalición conformada junto a la Liga, liderada por Matteo Salvini, y el partido de Silvio Berlusconi, Forza Italia. Esta alianza gobierna 15 de las 20 regiones italianas. Meloni, que ha superado en popularidad a Salvini, está prácticamente al mando hoy en día: eso implica que, en caso de competir juntos en 2023 y ganar, ella tendría muchas posibilidades de convertirse en primera ministra.

“La izquierda ha sido débil a la hora de interceptar el avance de la derecha a lo largo de Italia”, dice Berizzi. “Y ahí yace el peligro. El país que gestó pero que también venció al fascismo podría terminar siendo gobernado por un partido vinculado a aquel pasado”.

Según Perini, la llegada de Fratelli d'Italia a Marcas también ha fortalecido a grupos de extrema derecha como CasaPound y Forza Nuova. “Cada vez que organizamos una manifestación, encontramos esvásticas en las paredes al día siguiente. Los fanáticos del equipo de fútbol Ascoli Piceno celebran los goles con el saludo fascista. Los extremistas saben que hoy en día pueden hacer esto sin temor a represalias”, añade.

A Perini le preocupan los resultados de las próximas elecciones nacionales. “No tengo esperanza de que las cosas cambien. Lo peor es que pareciera que los esfuerzos de los partisanos de la Resistencia no han servido de nada”.

Traducción de Julián Cnochaert