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The Guardian en español

¿Por qué la gente se va de los mítines de Trump antes de que acaben?

Donald Trump, durante un mitin celebrado el 9 de octubre en Scranton, Pensilvania

George Chidi

Marietta, Georgia —

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Faltaba una hora para el comienzo del mitin de Donald Trump el martes en Marietta (Georgia) y la cola alrededor del recinto se extendía unos 400 metros. Con capacidad para 2.700 asistentes, la sala ya había empezado a llenarse de seguidores. El acto estaba programado para las siete y media de la tarde y los primeros seguidores habían comenzado a llegar en torno a la una. No todos pudieron entrar.

Si algo no escasea en Georgia es el entusiasmo político. Cuando este martes se abrió la posibilidad del voto anticipado, 310.980 personas acudieron a votar en persona, según los registros del Secretario de Estado de Georgia. El máximo anterior había oscilado en torno a las 130.000 personas. Unos pocos partidarios de Trump llevaban la pegatina 'He votado'.

Aunque antes del mitin había mucha energía, muchas personas han notado que en los últimos meses las multitudes en los mítines de Trump se reducen a medida que los discursos del magnate republicano se transforman en divagaciones de horas. Ya lo dijo también Kamala Harris durante el debate presidencial de septiembre.

“Voy a hacer algo realmente atípico y voy a animarles a asistir a uno de los mítines de Donald Trump. Es una cosa verdaderamente interesante de ver”, dijo Harris durante aquel debate. “Verán que durante sus mítines habla de personajes de ficción como Hannibal Lecter y dice que los molinos de viento provocan cáncer; también notarán que la gente empieza a abandonar el mitin antes de que termine por agotamiento y aburrimiento”.

El periódico The Guardian aceptó la propuesta y acudió al mitin de este martes para comprobar que en torno a tres de cada diez asistentes se habían marchado antes de las diez y cuarto de la noche, cuando Trump terminó de hablar. En su defensa hay que decir que el candidato republicano se presentó una hora y media tarde.

A los siete minutos del discurso, una docena de personas ya se había marchado mientras Trump recitaba una letanía de quejas por la inflación, los colegios, la calidad de los coches, las ciudades, la inmigración y la posibilidad de una tercera guerra mundial.

A los veinte minutos, mientras Trump decía que los “asesinos” que inmigran de manera ilegal representan una amenaza para Estados Unidos mayor que la inflación, Ryan Taylor se dirigió hacia su coche. “Vivo a una hora de distancia y tengo a mi hijo en el coche esperando”, dijo Taylor, responsable de un programa de podcasts. “Él no quiso entrar, es un adolescente”, añadió en referencia a su hijo, que tiene 15 años.

Haley Lummus, de Jasper (Georgia), se fue a las 21:22 minutos, justo cuando Trump llamaba “reina de los impuestos” a Harris y se quejaba de la pérdida de valor de sus propiedades en San Francisco. “Tuvimos que esperar un rato para que subiera al escenario”, dijo Lummus. “Todo el mundo estaba haciendo la ola y mucha gente se emocionó cuando él se puso a animar”, añadió ¿Por qué entonces se estaba yendo más pronto? “Estuve trabajando y estoy cansada”, respondió. Para ese momento, unas 50 personas se habían marchado ya.

Cinco hombres jóvenes con el eslogan 'Make America Great Again' [Haz a EEUU grande otra vez] escrito en sus flamantes gorras rojas abandonaron poco antes de las nueve y media, mientras Trump sostenía que las guerras de Ucrania y de Gaza no habrían tenido lugar con él de presidente. Los cinco parecían ligeramente desconcertados y fuera de lugar, incluso allí. “Somos de Dinamarca, y aunque en realidad no nos importa nada la política estadounidense, queríamos experimentarla de primera mano”, dijo Gustave.

Alojados a unos 15 minutos de allí, cuando Gustave y sus amigos se enteraron del mitin, se dijeron: '¿por qué no?'. El acontecimiento había sido un “delirio” y “algo parecido a [la serie de TV] The Bachelor”, dijeron al salir. Se iban antes para evitar problemas de tráfico.

Otros 50 asistentes se fueron en los diez minutos siguientes. Cuatro de ellos habían sido expulsados. “Algunos entramos con banderas para gritar 'Palestina libre'”, dijo un joven que no quiso dar su nombre. Trump hablaba en ese momento de ponerle fin a los gravámenes sobre las propinas. “Nos arrebataron las banderas, nos abuchearon, nos dieron patadas, pero yo sigo apoyando a Trump”, dijo el joven.

También se quejó de maltratos por parte de un corpulento guardia de seguridad que estaba delante de ellos y al que habían provocado mientras deambulaban por los extremos de la sala. Pocos minutos después, uno de los de su grupo era detenido por agentes del Servicio Secreto.

El flujo de personas que se dirigía a las salidas a las 21:50 minutos era constante. Trump hablaba en ese momento de una “invasión de inmigrantes” que estaba “robando los puestos de trabajo de Estados Unidos”. La mayor parte de los que se iban dijeron que al día siguiente tenían que trabajar o que tenían una niñera a la que relevar.

Marietta es una ciudad metropolitana de Atlanta y, por lo general, el grueso de los simpatizantes de Trump viven en comunidades rurales a cierta distancia.

El del martes era el segundo mitin de Trump al que asistía Season Poole, ex mecánica del ejército especializada en motores diesel. Residente en Social Circle (Georgia), dos semanas antes había acudido a otro mitin del republicano en Carolina del Norte. Mientras Trump hablaba de “miembros de bandas extranjeras y de delincuentes inmigrantes de las cárceles”, Poole pensaba en las tareas escolares y en la hora de viaje en coche que tenía por delante. Al menos 500 personas ya se habían marchado para ese momento.

Voni Miller se habría quedado si hubiera estado en su mano. “Me hizo llorar”, dijo. “Lloré cuando habló de hacer un cambio; ya se sabe, cerrar la frontera, cambiar las cosas; si Kamala gana vamos a estar muy jodidos porque no parece capaz de decidir qué piensa sobre nada”.

“[Trump] me hizo llorar porque está renunciando a mucho, no tiene que hacer esto por nosotros, se entiende lo que quiero decir, él tiene todo el dinero pero le siguen disparando y la gente dice cosas horribles sobre él, pero lo está haciendo porque quiere un cambio para EEUU y ha sido muy emotivo”, añadió.

Entonces, ¿por qué te vas? “La verdad, me voy antes porque la batería de mi teléfono se está terminando y tengo un Tesla, así que no puedo entrar en él [sin el teléfono]”. “Es una verdadera molestia porque significaba mucho para mí estar aquí y simplemente no iba a poder entrar en mi coche.”

A las diez y cinco, cerca de un tercio de la audiencia había abandonado a Trump, que en ese momento hablaba sobre la importancia de proteger a los agentes de policía frente a posibles demandas civiles por mala conducta, cuando verdaderamente están “haciendo algo bueno”.

Stephen Rosenbaum se dirigía en ese momento hacia el coche acompañado por su hijo. “Creo que saco más provecho de estos mítines que de ninguna otra cosa y espero que sea lo mismo para los demás”, dijo. “Él muestra el lado humano; nosotros vimos en directo por televisión el mitin de Butler cuando ocurrió, fue terrible”, dijo sobre el primer atentado contra Trump. “Justo antes de que pasara todo lo que pasó, él había dicho 'lo único que queremos es hacer del país un lugar mejor'”.

Rosenbaum también dijo que había estado en varios de los mítines de Trump. “Queríamos verlo, verlo en la vida real, verlo en directo”, dijo. Pero, ¿no se va a quedar durante todo el mitin? “Mañana tiene que ir al colegio”, respondió señalando a su hijo. “Y ha llegado a la parte en la que, quiero decir, ya hemos visto bastantes, sabemos más o menos cómo va a terminar, solo queríamos verlo en directo, ¿entiendes?”.

Traducción de Francisco de Zárate

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