El Organismo de Liberación del Levante (HTS, por sus siglas en árabe), el grupo islamista que la semana pasada captó la atención del mundo con su sorpresiva y exitosa ofensiva sobre Alepo, es desde hace tiempo la facción rebelde con más poder en Siria.
Miles de sus combatientes acaban de inaugurar una nueva fase de la guerra civil de 13 años en Siria, que muchos daban por terminada, tras apoderarse de una gran ciudad como Alepo, cortar una carretera estratégica y forzar al ejército de Bashar al Asad a retirarse a toda prisa de una franja del noroeste del país.
Este martes, los rebeldes han seguido avanzando hacia el sur, en la provincia de Hama, ubicada junto a la de Alepo, y han tomado 14 localidades. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, ONG que monitorea los desarrollos de la guerra siria, los insurgentes se encuentran “a las puertas de la ciudad de Hama”, otra urbe importante del país árabe.
¿Qué es Hayat Tahrir al Sham?
Para los analistas más experimentados, el repentino giro de los acontecimientos es impactante pero no sorprendente. Según el experto en Siria Charlie Winter, “todos los que siguen Siria saben que lleva años siendo un polvorín con grandes presiones, tanto internas como de las potencias regionales”. “La guerra ha continuado en un segundo plano, la magnitud de los avances logrados por Hayat Tahrir al Sham (HTS) puede sorprender; pero no que lanzara una ofensiva, si uno se fija en lo que el grupo ha estado diciendo y en los mensajes que ha estado enviando”, añade Winter, director de la consultora británica especializada en riesgos geopolíticos ExTrac.
El grupo Hayat Tahrir al Sham lleva unos cinco años controlando la provincia noroccidental de Idlib, donde estableció en 2017 el llamado Gobierno de Salvación de Siria, que gestiona colegios, clínicas y tribunales para unos cuatro millones de personas (muchas de ellas, desplazadas de otras zonas de Siria). Idlib es para el grupo radical una base territorial segura y una fuente de financiación constante gracias a los impuestos, entre otros recursos.
Los integrantes del grupo parecen estar bien entrenados, aunque poco equipados, y en los avances de los últimos días se han apropiado de armas pesadas pertenecientes a las tropas de Damasco. HTS lidera una coalición más amplia que incluye a facciones de menor tamaño también de ideología islamista. Entre ellas, los grupos formados por milicianos uzbekos, tayikos y turcomanos que luchan en Siria desde hace muchos años. Según los analistas, es posible que también haya un “puñado” de veteranos islamistas de Europa occidental.
¿De dónde procede HTS y quién es su líder?
Ante conocido con el nombre de Jabhat al Nusra, HTS fue creado por Al Qaeda para aprovechar las oportunidades surgidas tras el hundimiento de Siria en el caos de la guerra civil. No tardó en cosechar éxitos, forjándose una reputación temible por sus ataques y atentados suicidas contra las fuerzas del régimen y otros. Entre sus enemigos acérrimos figura el grupo terrorista Estado Islámico, aunque los dos compartan el objetivo de establecer un nuevo califato islámico con base en Siria y en Irak. Con el tiempo, HTS terminó separándose de Al Qaeda e integrando a otros grupos islamistas menores.
Durante sus 13 años de existencia, Ahmed Hussein Al Sharaa –más conocido como Abu Muhammed Al Jawlani– ha sido el líder de HTS. De 42 años, se cree que Al Jawlani nació en Siria en una familia huyó de los Altos del Golán tras la guerra de 1967, cuando Israel ocupó la zona montañosa.
Poco se sabe de sus primeros años, pero se cree que Al Jawlani luchó junto a otros insurgentes contra las fuerzas lideradas por Estados Unidos tras la invasión de Irak de 2003 y que en 2006 fue detenido junto a miles de milicianos. Estuvo encarcelado en prisiones iraquíes y estadounidenses hasta su liberación en 2011, cuando regresó a Siria y, junto a seis personas, encabezó la emergencia de Al Qaeda en el país.
Según los analistas, Al Jawlani no solo se distanció de Al Qaeda. También luchó contra el Estado Islámico (que emergió en Siria en 2014), que lo tuvo entre sus objetivos desde el principio de la guerra civil. En los años siguientes, los hombres de Al Jawlani trataron sin mucho éxito de ganarse la voluntad de las comunidades no solamente con el miedo, sino ofreciendo seguridad y servicios básicos.
Los intentos de Al Jawlani por cambiar la imagen del HTS culminaron en 2021 con una entrevista en la radiotelevisión pública estadounidense (aunque las autoridades de este país siguen ofreciendo una recompensa de 10 millones de dólares [unos 9,5 millones de euros] por cualquier información que lleve a su arresto).
Su estrategia ha generado un intenso debate entre analistas. Aunque EEUU, Rusia, Turquía y otros países han seguido considerando a HTS como una organización terrorista, algunos analistas argumentan que ha roto con la violencia extrema y el fanatismo que caracterizó a muchos grupos anteriores. Algunos expertos sostienen que sus objetivos son explícitamente locales y que, a diferencia del Estado Islámico, HTS no está librando una guerra general contra Occidente o contra los gobernantes de Oriente Próximo. Sus códigos islámicos de comportamiento también han resultado ser menos estrictos en la práctica y hace poco sacaron de las calles a sus “policías de la moral” por las protestas que hubo contra ellos.
En cambio, otros expertos sostienen que, aunque las tácticas y acciones cotidianas difieran, el pensamiento central del grupo sigue siendo fiel a los principios fundamentales de las ideologías islamistas más radicales. Pensar que HTS representa una militancia islamista más pragmática y renovada es algo totalmente equivocado, señalan, poniendo de ejemplo los miles de detenciones arbitrarias que se han producido en zonas bajo su control.
¿Por qué HTS ha lanzado ahora una ofensiva?
No está clara la razón por la que el organismo ha elegido este momento para lanzar su ofensiva y reconquistar Alepo, bastión de la resistencia contra Al Asad hasta 2016. Un posible motivo es la debilidad militar del grupo libanés Hizbulá, cuya ayuda fue fundamental para el régimen sirio y que se ha visto mermada por su guerra con Israel. O tal vez sea porque Irán y Rusia, dos aliados clave de Al Asad, están distraídos con otros asuntos.
Según el propio HTS, la ofensiva se debe a que la “agresión” del régimen contra la población de Idlib se había vuelto insoportable. De ahí que la operación rebelde haya sido bautizada “disuasión de la agresión”.
Sea cual sea el verdadero motivo, el impacto estratégico de la ofensiva ha sido enorme. Tal y como afirma Winter, de ExTrac, “Alepo tardó 100 días en caer en 2016 y solo 48 horas en ser recuperada”. Y explica: “Esto nos lleva de vuelta al lugar donde estábamos a mediados de la década pasada en cuanto al posible desenlace de la guerra”.
Texto traducido por Francisco de Zárate y actualizado por elDiario.es