Los lectores habituales recordarán que hace un par de meses mi esposa casi muere por mi culpa. Se quejaba de dolores de estómago y ella pensó que debía ir a urgencias. Probablemente no sea nada, le dije. Te cobrarán un millón de dólares por decirte que tienes una indigestión.
Por suerte, no me hizo caso. Resulta que no tenía indigestión, sino una apendicitis que causó una emergencia médica. La factura de la operación, que llegó este mes, no era de un millón de dólares, pero sí muy elevada, casi de infarto. Según nuestra compañía de seguros, el hospital había facturado 83.135,08 dólares (unos 78.300 euros) por la intervención, pero —¡qué suerte!— “solo” tendríamos que pagar alrededor de 2.000 dólares (1.880 euros).
¿Cómo es posible que cueste tanto dinero extirpar un apéndice? Esas cosas tienen el tamaño de un gusanito. Bueno, en realidad no cuesta tanto. Esto es lo que ocurre en Estados Unidos: nada tiene un precio fijo en su ridículamente injusto e ineficaz sistema de salud. Simplemente se sacan de la nada cifras extraordinariamente altas y todas las partes involucradas —compañía de seguros, proveedor de atención médica, paciente— regatean hasta que se llega a un acuerdo por una cifra ligeramente inferior.
Hay varias estrategias para rebajar la factura médica en Estados Unidos. Pagar el importe en un solo pago suele suponer un descuento si lo exiges. (Nos ofrecieron un descuento de 300 dólares si pagábamos de inmediato). Otra estrategia es pedir una factura detallada. Curiosamente, las facturas de los hospitales suelen estar llenas de errores. Y lo que es aún más extraño es que esos errores parecen siempre tener como resultado que te cobren de más, no de menos. Cuando recibes una factura detallada, puedes discutir, por ejemplo, por qué te han cobrado 500 dólares (470 euros) por una pastilla de paracetamol y, por arte de magia, esos cargos tienden a desaparecer.
Por supuesto, se necesita mucho tiempo para hacer todo esto. Mi mujer ya ha pasado varias horas en espera al teléfono hablando con varios agentes de seguros, escuchando una música que juraría que ha sido desarrollada por psicólogos para volverte loco y obligarte a colgar por la frustración que genera.
En Estados Unidos siempre es posible negociar la factura, pero, en el proceso de ahorrar dinero, uno puede perder la cabeza.
Arwa Mahdawi es columnista de The Guardian.
Traducción de Julián Cnochaert.