El gobernador de Texas, Greg Abbott, se dio cuenta en junio de una de las características quizá menos conocidas de la ciudad de Houston, y es que se trata de un centro neurálgico de comercio sexual. Cuando se dio cuenta, se lamentó de que su ciudad tuviera más burdeles que Starbucks. Y eso que la ciudad tiene bastantes cafeterías.
Pero lo que parece que le falta a Houston es un burdel robot. Y ahora una compañía canadiense está tratando de llenar ese enorme vacío.
Kinky S. Dolls, una compañía que se presenta como la primera empresa en ofrecer servicios de “alquile antes de comprar muñecas para adultos en Norte América”, vende muñecas con tamaño real con funciones básicas de inteligencia artificial. También ofrece utilizarlas media hora o una hora en un almacén de Toronto.
Ahora la firma quiere que Houston sea el primer mercado de una expansión que planea en todo EEUU, pero está encontrando la resistencia de un grupo cristiano contrario al tráfico sexual y la pornografía y también con la negativa del alcalde de la ciudad.
“No es el tipo de negocio que quiero para la ciudad de Houston”, dijo el alcalde demócrata de la ciudad, Sylvester Turner, en una rueda de prensa la semana pasada y añadió que ha pedido a los departamentos legales y de salud de la ciudad que examinen la propuesta.
Kinky S. Dolls, que no ha querido hacer comentarios sobre el tema, al parecer tenía la intención de abrir su nuevo local inminentemente. “EEUU es un mercado más grande y más saludable, y que dios bendiga a Trump”, dijo su propietario Yuval Gavriel al Washington Examiner, refiriéndose al 45º presidente.
Pero las autoridades de la ciudad frustraron el intento, al menos por ahora. La ciudad “le ha dicho al arrendador o propietarios de la propiedad que cesen los trabajos o la construcción hasta que obtengan un permiso de obra de la ciudad, para lo cual no han presentado una solicitud”, aseguró para The Guardian un portavoz de alcaldía.
No parece que exista ninguna normativa local, estatal o federal que prohíba específicamente los burdeles robot, pero Elijah Rising, una organización sin fines de lucro de Houston que ofrece visitas públicas a zonas donde el tráfico sexual es algo común, espera que la presión moral obligue a replantearse la situación. Comenzó una petición online para 'Mantener los burdeles robotizados fuera de Huston' que el lunes ya contaba con 12.600 firmas.
“Queremos acabar con este problema sistemático. Lo que decimos es que esto de los robots se parece mucho a la pornografía, en el sentido de que cuando los hombres interactúan con pornografía esto les separa de cualquier tipo de relación humana y nos hemos dado cuenta de eso con los consumidores de sexo”, dijo un miembro del personal, David Gamboa.
Gamboa teme que las muñecas sexuales realistas aumenten, y no disminuyan, la demanda de prostitución con personas y eso envalentone a los hombres para hacer realidad sus fantasías más violentas. “Hemos visto a muchas personas en las redes sociales decir que esto va a resolver un problema del tráfico sexual. Esa no es una buena lectura. Creemos que en realidad esto va a animar a los hombres, o al menos a reproducir esa tendencia en los hombres, la de salir y comprar a una mujer”, puntualiza.
Gamboa dijo esto desde las oficinas de Elijah Rising, un edificio marrón al lado de una autopista cerca del centro de la ciudad. Próximo a algunos edificios de los barrios más ricos y más pobres, la ubicación es de lo más variada en una zona que se enorgullece de su falta de regulaciones oficiales de zonificación: tres puertas más abajo hay un “salón de bikinis” 24 horas al lado de una guardería canina. También hay un concesionario Ferrari, un campo de tiro y un salón de música country que están a apenas unos minutos. La propuesta de Kinky S. Dolls está ideada para que se instale en un edificio de dos pisos al lado de una carretera muy transitada.
Elijah Rising consultó a Kathleen Richardson, profesora de ética y cultura de los robots y de inteligencia artificial de la Universidad de Monrfort de Leicester, en Reino Unido, y también fundadora de Campaign Against Sex Robots. Esto fue lo que respondió la especialista: “Las muñecas sexuales son simplemente un nuevo nicho de mercado en el comercio sexual”.
“Mientras que en la actualidad estas muñecas son poco conocidas para la población en general no hay nada que detenga a ninguno de sus compradores de llevarlas al súper o a la escuela, o a cualquier espacio público. Por lo tanto, tenemos que considerar las muñecas como una forma de pornografía 3D”, asegura vía mail.
“También existen preguntas sobre lo que sucede cuando se normaliza una cultura en la que las mujeres prostituidas se vuelven visibles y abiertamente intercambiables por muñecas”, concluye.
Kinky S. Dolls ofrece nueve tipos de muñecas a la venta en su web, todas de aspecto joven y piel clara. Una muñeca rubia de silicona está a la venta por 3.499 dólares, se llama Kim y está catalogada con las medidas 153 centímetros de altura y 35 kilogramos de cuerpo y voz calientes. Al parecer, hay otra compañía en Vancouver que está poniendo en marcha un prostíbulo de muñecas sexuales.
Por otro lado, una compañía en California ha producido un prototipo de robot sexual hiperrealista que puede contar chistes, citar a Shakespeare y recordar cumpleaños.
A medida que el desarrollo de la animación electrónica y de la inteligencia artificial hace que los 'sexbots' parezcan cada vez más reales, la esfera de los juguetes sexuales conectados a internet seguirá impulsándose. A esto hay que sumar que la patente de Teledildonics expiró en agosto y que, al parecer, era a la que se culpaba de no avanzar en la innovación.
Traducido por Cristina Armunia Berges