Un tren que no va a ningún lado, una iluminación exterior excepcionalmente cara y un instalador de cañerías convertido en magnate de los negocios y que resulta ser amigo del primer ministro. Los tres tienen un hilo en común: el combativo líder húngaro, Viktor Orbán, y su bestia negra, la Unión Europea.
Desde que llegó al poder en 2010, Orbán ha atacado sistemáticamente a la UE, comparándola con la Unión Soviética y lanzando su campaña de “Parad a Bruselas”. Mientras lo hacía, algunos de sus familiares y simpatizantes se han enriquecido, en parte gracias a contratos subvencionados por la UE para construir carreteras, ferrocarriles, presas y otras infraestructuras públicas de Hungría.
Más del 80% de la inversión pública húngara procede de los fondos de cohesión de la UE, cuyo fin es poner al día a las regiones y los países más pobres.
András Petho es periodista y cofundador de Direkt36, una página web que investiga el nuevo capitalismo húngaro de amigos. Según Petho, “Orbán lleva años arremetiendo contra la UE al mismo tiempo que su círculo íntimo se está enriqueciendo con los fondos de la UE”.
István Tiborcz, yerno de Orbán, es una de las figuras más destacadas entre los beneficiados por los fondos europeos. Tiborcz se casó en 2013 con la hija mayor de Orbán, Ráhel y era el dueño de Elios Innovativ cuando la empresa ganó varios contratos para el suministro de unas farolas para ciudades húngaras pagadas por la UE.
En algunos casos, llegaron a costar un 56% más que de costumbre, aunque según Direkt36 en ese momento los precios de las bombillas LED estaban bajando. Tras detectar “graves irregularidades” y un “conflicto de intereses” en una investigación de dos años sobre los contratos de alumbrado público firmados cuando Elios Innovativ pertenecía a Tiborcz, la oficina antifraude de la UE (OLAF) pidió en enero a Bruselas que recupere 40 millones de euros.
OLAF no publica sus informes ni revela los nombres de las personas que aparecen en ellos, pero según ha podido saber The Guardián, esas irregularidades se refieren a los contratos firmados entre 2011 y 2015, cuando Tiborcz era propietario de la empresa.
En 2016 y tras concluir que no se había infringido ninguna ley, la policía húngara cerró una investigación sobre Elios.
En otro caso, unos dos millones de euros en fondos de la UE contribuyeron a pagar un tren turístico desde Felcsút, la aldea donde Orbán vivió su infancia, hasta otra aldea a cinco kilómetros y medio de allí. Cientos de personas tendrían que viajar todos los días para que el proyecto fuera viable. La mayoría de los días, los vagones vintage del tren van casi vacíos.
El puñado de visitantes que sí toma el tren podría aprovechar para visitar el estadio de fútbol de 4.000 plazas de Felcsút, una capacidad suficiente para meter en él a todo el pueblo y más de dos veces. Orbán, un exjugador de fútbol sala, es uno de los clientes fijos del estadio Pancho, a tiro de piedra de su casa.
De electricista a empresario
El estadio fue levantado por la constructora de Lorinc Mészáros, alcalde de Felcsút, amigo del primer ministro y el octavo hombre más rico de Hungría. Exinstalador de gas, Mészáros tiene hoy 121 empresas en el sector de la construcción, el inmobiliario, el de los medios de comunicación, el vitivinícola y el agrícola.
Según el sitio web por la transparencia Átlátszó, sus empresas y las de su familia están entre las mayores beneficiarias de los contratos públicos de Hungría. De acuerdo con Átlátszó, el 83% de los ingresos de las empresas de la familia Mészáros viene de la UE.
En 2017, la revista Forbes en Hungría estimó que la riqueza de Mészáros se había multiplicado por tres hasta los 106.000 millones de florines húngaros (unos 327 millones de euros). Los portavoces de Mészáros no quisieron hacer comentarios. “Dios, suerte y Viktor Orbán”, respondió Mészáros en otra ocasión en que le pidieron que explicara sus logros.
Algunos beneficiarios son más difíciles de rastrear porque las subcontratas no aparecen en las bases de datos públicas. Direkt36 publicó que una empresa de Gyozo Orbán, padre del primer ministro, suministraba hormigón y piedra a dos grandes proyectos de alcantarillado financiados por la UE y a una línea de ferrocarril, también financiada por la UE, que cruza el lago Balaton que ha superado su presupuesto en 54 millones de euros.
Gyozo Orbán no ha respondido a esas alegaciones. Amparándose en el secreto empresarial, las empresas involucradas se han negado a hacer ningún comentario.
Las autoridades de la UE siguen esperando que Budapest reembolse los 283 millones de euros gastados en la construcción de una nueva línea de metro en la capital húngara. La oficina europea de lucha contra el fraude ha constatado “graves irregularidades, fraude y posible corrupción... en todas las fases del proyecto”, que ha costado unos 1.700 millones de euros.
La Comisión Europea no quiso responder si esos 283 millones que OLAF pedía habían sido efectivamente devueltos o no, pero una fuente de la UE dijo que la Unión aún está esperando la decisión del fiscal general de Hungría. “La UE exige que se devuelvan todos los fondos que la UE destinó a este proyecto”, dijo.
La planificación y construcción de la ampliación del metro de Budapest comenzó durante el último gobierno socialista y se completó tras la llegada de Orbán al poder en 2010.
Según Miklós Ligeti, jefe de asuntos legales de Transparency International Hungría, desde 2010 Hungría ha visto “la interrupción y el desmantelamiento del sistema de pesos y contrapesos en el país. Una de las distorsiones se da con la autoridad de contratación pública. Debería ser una institución independiente, pero no lo es, es una institución controlada”.
Un grupo de amigos con poder
Para Ligeti, Hungría está ahora en manos del partido oficial: “No es un grupo de lobbies o de grupos de presión influyentes el que usurpa el poder, es más como una camarilla política formada por ciertos políticos, oligarcas o personas influyentes”.
La preocupación de que los oligarcas estén enriqueciéndose gracias a la generosidad de Bruselas podría socavar la confianza en el gasto de la UE justo cuando el bloque se embarca en las tortuosas negociaciones por su presupuesto de los próximos siete años. Como dijo Heather Grabbe, exalto cargo de la UE y actual directora del Open Society European Policy Institute, “es crucial que todo el mundo, desde el nuevo ministro de Hacienda alemán hasta el griego, pueda explicar a la gente que su dinero está sirviendo al bien público y no a intereses privados”.
A algunos expertos les preocupa que los líderes de la UE se muestren reacios a desafiar a Orbán, miembro del Partido Popular Europeo (PPE) de centroderecha, igual que la canciller alemana, Angela Merkel, y que el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker.
La postura del PPE fue “uno de los principales temas”, dijo una fuente de alto nivel. “Si les dejáramos claro que ya no pertenecen a la familia, su postura cambiaría”.
Un portavoz de la oficina del primer ministro húngaro rechazó cualquier sugerencia de conflicto de intereses en el gasto público y dijo que el gobierno ha seguido la legislación comunitaria y la nacional, con “normas sobre conflictos de intereses más estrictas que las directivas”.
OLAF no publica sus investigaciones para proteger los “derechos legítimos de las personas afectadas” y sus datos personales, así como para garantizar la confidencialidad de las investigaciones y del seguimiento judicial.
“La pregunta que siempre me viene a la mente es qué hace exactamente la UE al respecto”, dijo Sáling. “Están tirando una cantidad enorme de dinero por la ventana, ¿cómo es posible que no haya una reacción más espectacular?”.
Traducido por Francisco de Zárate