Las Islas Feroe revisarán su política de caza de delfines tras matar más de 1.400 en un día

Regin Winther Poulsen

Tórshavn, Islas Feroe —
18 de septiembre de 2021 21:48 h

0

En el coche aparcado con vistas al océano están sentados dos de los principales cazadores de ballenas de las Islas Feroe. Parecen agotados, pero no por la caza. Ólavur Sjúrðaberg, de 75 años, y Hans J. Hermansen, de 73, no han dejado de hablar por teléfono desde el pasado domingo, cuando una matanza de 1.428 delfines de flancos blancos provocó la indignación internacional. La polémica ha llevado al primer ministro de las Islas Feroe a anunciar este jueves que su Gobierno revisará la política de caza de delfines.

Sjúrðaberg y Hermansen no participaron en la matanza pero son el actual y el anterior presidente de la Asociación de Balleneros de las Islas Feroe, fundada en 1992 para explicar y defender el “grind”, como se conoce en las islas a la matanza tradicional de ballenas, y garantizar que sea lo más eficaz y respetuosa posible. 

Según una encuesta publicada este lunes por la cadena Kringvarp Føroya, más del 83% de los 53.000 isleños sigue apoyando la matanza de calderones (una especie de delfín), pero un 53% se opone a matar al delfín de flancos blancos.

“Ahora tenemos abierto otro frente de lucha”, dice Sjúrðaberg mientras Hermansen atiende otra llamada. Sjúrðaberg se refiere al alto nivel de oposición que hay entre los feroeses a la matanza del delfín de flancos blancos. “Tenemos que valorar cada una de las matanzas, incluso cuando pueden no salir según lo previsto”.

Práctica vikinga

Los feroeses llevan desde su época vikinga matando a ballenas y delfines, una práctica que ya regulaba la ley feroesa de 1298, la más antigua de la que hay registros. En la era moderna, la práctica totalidad de la caza de ballenas ha sido de calderones, la segunda especie de delfines oceánicos por su tamaño, solo superada por la orca. Desde el año 1584, todas las matanzas de calderones han sido oficialmente registradas; y desde 2000, la matanza en las islas ha sido, de media, de unos 660 calderones y 211 delfines de flancos blancos al año.

En los últimos años, la caza se ha adaptado para incluir una herramienta especial que pretende hacer la matanza menos cruel. También se ha introducido una legislación que obliga a todos los que matan un animal a obtener una licencia y seguir un curso para hacerlo correctamente. 

Pero la esencia sigue siendo la misma: cuando se detecta a un grupo de calderones, zarpa una flotilla de barcos y lleva a los animales hasta una de las 28 bahías legalmente aprobadas para la matanza. A partir de ahí, cualquier isleño que lo desee puede ayudar a traer los cetáceos a tierra. En el caso de los calderones, se usa una herramienta especial con forma de arpón que corta la médula espinal para que el animal muera de forma inmediata. La carne se reparte entre los cazadores y la comunidad local.

Pero la matanza del pasado domingo conmocionó a muchos feroeses por su magnitud: 1.428 en un solo día, una cantidad más de seis veces superior a la caza habitual para todo un año.

Debate en aumento

Algunos lugareños han centrado sus críticas en la poca gente que había para la matanza de tantos delfines y en que duró demasiado. Además, no se usó el arpón que se emplea para matar a los calderones, porque es demasiado grande para el delfín de flancos blancos, de menor tamaño. En vez de eso mataron a los animales con cuchillos.

Eyðstein Zachariasen es uno de los cazadores que participaron de la matanza. Dice que habían estimado en 600 el número de delfines de la manada, y que no habrían seguido adelante con la matanza si los cazadores se hubieran dado cuenta de que eran más de 1.400 animales. “No creo que dejemos de cazar al delfín de flancos blancos por esto”, dice. “Pero también creo que esta matanza pasará a la historia como la mayor, no creo que se vuelvan a matar tantos”.

Incluso si los cazadores infravaloraron el tamaño de la manada, sigue sin estar claro por qué decidieron matar a un grupo tan numeroso. Algunos feroeses sostienen que los líderes de la cacería, tal vez por inexperiencia, demostraron poco juicio.

En cualquier caso, la protesta ha fortalecido un debate creciente en las islas sobre la conveniencia de matar a este delfín de menor tamaño. Este jueves, el Gobierno de las Islas Feroe anunció que iba a revisar la normativa sobre la captura del delfín de flancos blancos del Atlántico, subrayando que su caza “no forma parte de la tradición feroesa en la misma medida” que la caza de calderones. 

“Nos tomamos muy en serio este asunto”, ha dicho Bárður á Steig Nielsen, el primer ministro de las islas. “Aunque estas cacerías se consideran sostenibles, revisaremos detenidamente la cacería de delfines y el papel que debe desempeñar en la sociedad feroesa”.

Según Jóan Pauli Joensen, profesor de historia cultural y autor de varios libros sobre tradiciones gastronómicas feroesas, “la tradición de matar calderones en las Feroe no incluye a la matanza del delfín de flancos blancos”. “Aunque desde 1872 hay registros de matanzas del delfín de flancos blancos, las cifras nunca han sido comparables a las de la caza de calderones; y normalmente solo ocurría cuando un ejemplar extraviado se mezclaba con los calderones”, dice Joensen.

“El delfín de flancos blancos es más pequeño y más rápido, y hasta la aparición de las lanchas rápidas en la era moderna no se habían matado nunca tantos”, apunta. Según él, solo una pequeña parte de los feroeses come este tipo de delfín de menor tamaño, por lo que no hay mucha relación con su cacería y poca gente la defiende.

La grasa es una de las partes esenciales del calderón pero la mayoría de los feroeses no come la grasa de estos delfines de menor tamaño. “La gente usa la grasa de cetáceo en recetas de pescado seco y fermentado”, dice Joensen, refiriéndose a dos platos fundamentales de la cocina feroesa.

Feroeses avergonzados

Las feroces críticas a la matanza del domingo han llegado desde dentro y fuera de las islas.

Según la organización ecologista Sea Shepherd, la caza del domingo fue “la mayor matanza de delfines o calderones en toda la historia de las islas”. El domingo murieron más animales que en toda una temporada de la isla japonesa de Taiji, famosa por su caza de delfines.

La empresa de producción de salmón Bakkafrost, que también es la mayor compañía de las Islas Feroe, ha publicado un comunicado para denunciar la “matanza” y afirmar que la empresa “condena este episodio y lo considera totalmente inaceptable”. En declaraciones a la radio feroesa, su director ejecutivo Regin Jacobsen ha dicho que habían recibido quejas de clientes de todo el mundo.

Algunos vecinos han expresado también su descontento en las redes. “Me siento avergonzado de ser de las Islas Feroe”, ha escrito un usuario en la página de Facebook de la cadena Kringvarp Føroya. “Me da vergüenza ser feroés”.

El policía jubilado Schandorff Vang, de 63 años, fue uno de los testigos de la masacre. “No había suficiente gente en tierra para la matanza”, dice. “Algunas ballenas pasaron demasiado tiempo varadas antes de que las mataran”. También cuestiona la caza del delfín de flancos blancos. “No tengo nada contra la matanza de calderones, pero no creo que haya ninguna tradición de matar delfines y no me gusta que no se coma gran parte de su grasa”, dice.

“Los extranjeros”

Los cazadores están acostumbrados a recibir críticas pero la reacción a la matanza del domingo parece haber tomado por sorpresa a algunos. Zacariasen dice estar perplejo por la polémica. “Entiendo que los extranjeros tengan una relación más especial con el delfín que con el calderón”, dice. “Pero para los feroeses, los dos animales deberían tener el mismo valor; para mí, la única diferencia es que la carne del delfín de flancos blancos sabe mejor”. 

Según Zacariasen, aunque se sabe menos sobre la población del delfín de flancos blancos que sobre la del calderón, su matanza sigue siendo sostenible en términos de número.

Sjúrðaberg y Hermansen creen que la matanza del domingo no se hizo bien. Sjúrðaberg creció en Klaksvík, donde los cazadores solo mataban al delfín de flancos blancos cuando quedaba atrapado en un grupo de calderones. Hermansen es de Hvalvík, donde recuerda que se mataron algunos delfines cuando él era niño. Pero los dos están de acuerdo en que matar al delfín de flancos blancos está bien mientras la caza se haga correctamente, se coman todas las partes del animal y el número de animales matados sea sostenible.

Aunque consideran poco probable que la matanza del domingo detenga la caza de este delfín, también son conscientes de que lo ocurrido puede ser una señal de advertencia. “Estamos matando a los dos tipos de cetáceos para el consumo de alimentos”, dice Sjúrðaberg. “Pero si una mayoría de la población se pone en contra de la matanza del delfín de flancos blancos, se detendrá de forma natural porque la gente no querrá comerlo”.

Traducido por Francisco de Zárate