Puede que la política japonesa de puertas cerradas a la inmigración sea revisada después de que los datos del censo hayan mostrado que más de un cuarto de su población es mayor de 64 años, mientras que la cifra de menores de 14 está en un mínimo histórico. Esta tendencia ha provocado alarma sobre el futuro económico del país.
Las personas de 65 años o más representan el 26,7% de los 127 millones de habitantes de Japón, un dato récord, según la información del censo de 2015 desvelada por el ministro de Asuntos Interiores. Supone un incremento de 3,7 puntos porcentuales desde que se hizo la última encuesta, en 2010.
Los datos del Gobierno muestran la proyección de que el número de trabajadores en Japón caerá en 7,9 millones, o el 12,4%, hasta los 55,61 millones en 2030. Su población general se reducirá a 86 millones en 2060 y la proporción de personas de más de 64 años alcanzará casi el 40% del total.
“La ratio de personas de 65 años o más es la mayor que se ha registrado nunca”, ha afirmado un representante del Ministerio, según the Japan Times. “Esto se debe a que muchos hijos del baby boom han entrado en esta categoría de edad en los últimos cinco años”.
Los intentos de elevar la natalidad no han funcionado, pero los políticos se resisten a la idea de suavizar las leyes de inmigración. Sin embargo, sin un incremento neto de la inmigración, la ONU proyecta que la población japonesa en edad de trabajar “descenderá continuamente” hasta los 57 millones a mediados de siglo. Estima que Japón necesitaría permitir la entrada de 17 millones de inmigrantes entre 2005 y 2050 para mantener su población en 127 millones.
Mientras tanto, la cifra de menores de 15 años está en 15,86 millones, un mínimo histórico que representa el 12,7% de la población total y una caída de 0,5 puntos porcentuales desde hace cinco años.
En Akita, una provincia rural del norte de la isla principal de Japón, las personas de 65 años o más comprenden el 33% de la población, mientras que Okinawa, en el sur del país, tiene la menor población de edad avanzada: el 19,7% del total. Según el informe, las personas de 65 años o más ya superan a las menores de 15 en cada una de las 47 provincias japonesas.
Hasta el momento, Japón se ha negado a plantearse aceptar cifras significativas de inmigrantes para ampliar su población en disposición de trabajar, que está en declive: se ha reducido en casi 3 millones de personas en cinco años, desde 2010.
Ahora, las mujeres y las personas mayores de 64 forman algo más del 50% de la mano de obra del país. Están especialmente presentes en los sectores de los cuidados y el bienestar, donde se están recortando servicios por el aumento de la población de mayor edad.
La perspectiva de una crisis de financiación del sistema de bienestar creada por una sociedad en rápido envejecimiento se ha puesto de relieve hace poco, después de que el ministro de Economía, Taro Aso, recibiera fuertes críticas por sus comentarios sobre los pensionistas ahorradores del país.
En un acto en el norte de Japón hace unas semanas, Aso dijo: “Hace poco vi a alguien de 90 años en la televisión, diciendo lo preocupado que estaba por el futuro. Me pregunté: ¿cuánto más pretendes seguir viviendo?”. Entonces instó a la gente mayor a gastar una mayor parte de sus ahorros para estimular la economía. “El mayor problema en este momento es que todo el mundo se está quedando quieto”, dijo, según la agencia Kyodo. “Si no te gastas el dinero que tienes, ese dinero no significará nada. ¿De qué sirve acumular más riqueza? ¿Te limitas a contemplar el dinero que tienes?”.
En 2013, insinuó que las personas mayores suponen una fuga innecesaria para las finanzas públicas y dijo que habría que dejarles “darse prisa en morirse” para aliviar la presión del Estado por la financiación de su atención médica.
Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo