Uno de los hombres más importantes en el equipo de transición de Donald Trump a la Casa Blanca es un importante empresario inmobiliario de 35 años y propietario de medios llamado Jared Kushner. Está casado con la influyente hija de Trump, Ivanka, y es probablemente el yerno más poderoso que ha pisado nunca la Casa Blanca.
Durante el último tramo de la campaña, Kushner fue de facto el jefe de campaña de Trump. Le aconsejó en cuestiones estratégicas, hizo borradores de sus discursos y dirigió la campaña del candidato republicano en las redes sociales.
Nueve días después de la inesperada victoria de Trump, Kushner está en el epicentro de un complicado y Shakesperiano proceso de transición que muchos describen como una lucha interna, una “purga estalinista” y una “pelea con cuchillos”. El viernes pasado, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, fue súbitamente despedido como director del equipo de transición y reemplazado por el vicepresidente electo de Trump, Mike Pence.
Se cree que el despido de Christie está relacionado con un conflicto con Kushner. Cuando era fiscal federal, Christie procesó al padre de Kushner, Charles, que fue condenado a prisión por evasión fiscal, soborno de testigos y contribuciones ilegales a campañas políticas. Lo sentenciaron a dos años de cárcel, pero fue puesto en libertad tras pasar un año en prisión. Mientras su padre estaba preso, Kushner se encargó de los negocios inmobiliarios de la familia.
A principios de esta semana, otros dos veteranos del equipo de Trump fueron despedidos. Eran Mike Rogers, que estaba a cargo de los asuntos de seguridad nacional, y Matthew Freedman, un lobbista encargado de las relaciones con empresas y gobiernos extranjeros. Ambos eran aliados de Christie.
Guapo, alto y aristócrata, Kushner estudió en Harvard y en la Universidad de Nueva York. Según Daniel Golden, autor de El Precio de las Admisiones: Cómo la Clase Dominante de Estados Unidos Paga por Entrar a las Universidades de Élite, Kushner fue aceptado en Harvard después de que su padre donara 2,3 millones de euros a la institución. A los 26 años ya manejaba sus propios negocios multimillonarios. En 2007 compró un edificio de oficinas en la Quinta Avenida de Nueva York por el precio récord de 1.676 millones de euros. La mayor parte del dinero para la compra fue prestado.
Kushner tiene una característica que lo diferencia del resto del entorno de extrema derecha de Trump: es judío. Ivanka Trump se convirtió al judaísmo cuando se casaron en 2009. La pareja tiene tres hijos que son criados como judíos ortodoxos. Kushner siempre ha defendido a su suegro ante las repetidas acusaciones de antisemitismo, incluyendo un destacado artículo en el New York Observer, medio de su propiedad.
Trump ha descrito a su yerno como “un tío genial”. El presidente electo además he tenido el gesto sin precedentes de pedir que se permita a Kushner acompañarle a las reuniones presidenciales de alto secreto, la primera de las cuales fue el martes pasado. No está confirmado si el pedido fue aceptado, pero marca una divergencia importante del protocolo y da lugar a acusaciones de nepotismo.
Las posibilidades de Kushner de trabajar en la Casa Blanca son limitadas, dado su vínculo familiar con el presidente, explicó a Associated Press Richard Painter, abogado de cuestiones éticas de la Casa Blanca durante el gobierno de George W. Bush. En 1967, el Congreso aprobó una ley contra el nepotismo que prohíbe que el presidente nombre a un miembro de su familia —yernos incluidos— en un puesto o agencia bajo su mando. La medida se aprobó después de que el presidente John F. Kennedy nombrara a su hermano Robert como fiscal general.
Pero la ley no impide que Kushner haga las funciones de asesor fuera de nómina y, de hecho, la mayoría de los analistas cree que el joven tendrá un papel decisivo en el gobierno de Trump, ya sea como asesor o como guardián del entorno presidencial. Mientras Trump y Barack Obama se reunían en privado en la Casa Blanca la semana pasada, Kushner paseaba por los jardines de la residencia presidencial conversando con el jefe de personal de Obama. Cuando Kushner pasó por la atestada Ala Oeste, se le escuchó preguntar a un asistente de Obama: “¿Cuántos de estos se quedarán?”, sin ser consciente que todo el personal del Ala Oeste se marchará con Obama cuando acabe su mandato.
Entre sus contactos están Henry Kissinger y Rupert Murdoch; también ha recibido a embajadores extranjeros. Igual que Trump, Kushner nunca ha tenido un cargo formal en ningún gobierno, pero ahora parece ser más importante que muchos otros que sí lo han tenido.
Traducido por Lucía Balducci