ENTREVISTA

Maisa Rojas, nueva ministra de Medio Ambiente de Chile: “No vamos a ser un parque nacional sin industria, pero debemos hacer las cosas de otra manera”

John Barlett

Santiago —
10 de febrero de 2022 22:14 h

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Oculta tras los Andes, en un apacible rincón de América latina, una destacada generación de exlíderes estudiantiles está creando uno de los movimientos progresistas más interesantes del mundo. El próximo 11 de marzo, Gabriel Boric, de 35 años, un político de izquierdas que luce tatuajes y tiene la firme voluntad de reformar Chile desde la base, se convertirá en el presidente más joven de la historia del país. En un contexto de inminente catástrofe climática, el mundo está pendiente de su programa ecológico.

“Es muy emocionante ver lo que han conseguido estos jóvenes”, dice Maisa Rojas, de 49 años, una prestigiosa climatóloga chilena que ha sido nombrada ministra de Medio Ambiente de un Gobierno que incluye a varios miembros de la generación de protesta estudiantil de Boric. “Hace apenas diez años, estas personas eran líderes universitarios, pero han aportado una perspectiva completamente nueva a los desafíos del siglo XXI, incluido el cambio climático”, indica.

El 24 de enero, por primera vez en la historia de Chile, Boric nombró un Ejecutivo formado por una mayoría de mujeres. Rojas, una de las 14 mujeres entre los 24 ministros, es una destacada académica de la Universidad de Chile, donde estudió Física en los años 90, y dirige el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia del país. Es doctora en física atmosférica por el Lincoln College de la Universidad de Oxford y fue una de las autoras del alarmante informe del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) de la ONU de agosto de 2021, que advirtió de que los grandes cambios climáticos, causados por la actividad humana, eran inevitables e irreversibles.

Ahora, tras una brillante carrera en el mundo académico, Rojas liderará la ambiciosa promesa de Boric de construir un futuro verde, sostenible y resiliente para Chile.

“Creo que Chile tiene la oportunidad de convertirse en un líder en la lucha contra el cambio climático”, dice. “Me encantaría poder convencer a otros países de que abordar el cambio climático de forma ambiciosa es lo que más les conviene”, apunta.

“No es solo una cuestión medioambiental”

Si bien liderar una acción internacional sería de vital importancia en una región señalada por su reticencia en la lucha contra el cambio climático, encabezada por el presidente brasileño Jair Bolsonaro, la extraordinaria variedad de paisajes y climas de Chile también hace que el país sea singularmente vulnerable al cambio climático. Las sequías prolongadas son cada vez más comunes.

Desde el desierto más seco del mundo, Atacama, en el norte del país, pasando por los áridos valles del centro de Chile hasta los espectaculares fiordos y glaciares de la Patagonia, la minería, la silvicultura, la agricultura y la pesca son los principales motores de una economía basada en las materias primas que se encuentra entre las más fuertes de América Latina.

Rojas habla con calma y metódicamente sobre la crisis climática, pero es también tajante al vincular la salud del planeta con los modelos de desarrollo que lo han llevado al límite. “El calentamiento global es un síntoma de la forma en que nuestra civilización se ha desarrollado durante los 200 años transcurridos desde la Revolución Industrial”, dice. “Eso ha tenido dos consecuencias: una es, obviamente, la degradación de nuestro entorno físico, pero la otra es la desigualdad estructural que, en el caso de Chile, es la base del malestar social que comenzó en 2019 y que llevó a la redacción de la nueva Constitución”, indica.

En octubre de 2019, Chile vivió el estallido de protestas contra la desigualdad que marcaron al país y que llevaron a los líderes de los partidos a firmar un acuerdo para trabajar en la renovación de la actual Constitución, redactada bajo la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990).

La asamblea convocada para redactar la nueva Constitución ha aprobado desde entonces una resolución en la que se declara que el proceso se desarrolla en el contexto de una emergencia climática.

Por otra parte, Chile se ha comprometido a alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050 como parte de sus ambiciosos objetivos climáticos. En junio del año pasado, el abundante potencial solar y eólico llevó a la cámara baja del Congreso a aprobar un proyecto de ley que adelanta la prohibición de instalar nuevas centrales eléctricas de carbón a 2025 (estaba prevista para 2040).

El Senado aún tiene que pronunciarse sobre la ley, que, según Rojas, es una prioridad absoluta. “Cuando abordamos el cambio climático, no es solo una cuestión medioambiental”, dice. “Tenemos que examinar los elementos estructurales de nuestra sociedad, lo que significa también cambiar nuestra vía de desarrollo”, indica.

“La narrativa del crecimiento económico en oposición a la protección del medio ambiente es una falsa dicotomía que pertenece al siglo XX; no estoy diciendo que vayamos a transformar Chile en una gran parque nacional sin ninguna industria, pero desde luego debemos hacer las cosas de otra manera”, apunta.

Rojas se muestra comedida y reflexiva al hablar, y reconoce sin tapujos que lo suyo no es la política. “Me resulta extraño ser una climatóloga que hace política; sin lugar a dudas me siento un poco fuera de lugar”, admite. “Pero necesitamos que tanto los políticos como los expertos participen en este proceso. El hecho de que yo sea una experta no significa que vaya a ser mejor ministra que alguien que sea político”, dice.

Su salto a la política

Al principio, Rojas era reacia a entrar en política. Después de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Chile, en noviembre, todo parecía indicar que al país le esperaba un futuro muy distinto cuando José Antonio Kast, un conservador que se empeñó en negar y minimizar la crisis climática, se impuso a Boric por dos puntos porcentuales. “Se me rompió el corazón y me quedé en completo shock”, recuerda. “Dije, en ese momento, que no podía quedarme en mi zona de confort en el mundo académico, tenía que mojarme”, cuenta.

Junto con varios científicos preocupados por la situación, Rojas escribió una carta a la revista científica británica Nature para expresar su inquietud por el hecho de que un negacionista del cambio climático pudiera ganar las elecciones en Chile. Poco después, se unió al equipo de campaña de Boric como portavoz de medio ambiente, antes de que este se alzara con la victoria en la segunda vuelta de diciembre, en la que obtuvo más votos que ningún otro candidato presidencial en la historia de Chile.

Aunque este es su primer cargo político, Rojas ya ha liderado iniciativas internacionales sobre el clima en el pasado y fue nombrada coordinadora del comité científico asesor de la cumbre COP25 cuando a Chile le tocaba acoger la conferencia en 2019. Aunque al final la cumbre se celebró en Madrid debido a los disturbios en las calles chilenas, Rojas asegura que el cargo fue un revulsivo que le ayudó a entender la dinámica de la política de alto nivel, así como el sector privado, en el que no tenía experiencia, y las diversas ramas del gobierno.

Asimismo, afirma que marcó un punto de inflexión en la narrativa que rodea a la crisis climática. “El cambio climático se convirtió realmente en noticia de portada en 2019 con la COP25”, dice. “Dejó de ser algo que ocurriría a finales de siglo y que podría perjudicar a los osos polares en el Ártico”, dice.

Pero en la COP26 de Glasgow, el pasado noviembre, mientras trabajaba con el equipo en el informe anual sobre la crisis climática, Rojas sintió una sensación desconocida: “Por primera vez en mi vida sentí algo parecido a la 'ecoansiedad': estaba realmente preocupada por lo que estaba pasando”.

La experta y futura ministra señala que todavía está tratando de dilucidar cómo va a gestionar las expectativas y cumplir las promesas hechas durante la campaña, y cree que podría ser mejor un mecanismo con ajustes, en el que se fijen objetivos y estos se vuelvan más ambiciosos cada cierto tiempo.

“Las expectativas son muy altas”, dice sobre el Gobierno entrante de Boric, que antes de la investidura todavía está subido a una ola de optimismo. “Todos sabemos que la política es el arte de lo posible, pero confío en que podamos lograrlo”, indica.

Traducido por Emma Reverter.