A todos los que me mantuvisteis viva los últimos seis años: minutos después de que el presidente Obama anunciase la conmutación de mi pena, los funcionarios de la prisión me sacaron inmediatamente del sector general de presos y me instalaron en la zona restringida en la que estoy ahora. Sé que ahora estamos físicamente separados, pero nunca os abandonaré y no estaremos solos. Hace poco, alguien me preguntó: “¿Te acordarás de mí?” Siempre me acordaré de ti, ¿cómo olvidaros? Me enseñasteis algunas cosas que no hubiese podido aprender de otra manera.
Cuando tuve miedo, me enseñasteis a seguir adelante. Cuando me perdí, me enseñasteis el camino. Cuando no sentía nada, me enseñasteis a sentir de nuevo. Cuando estaba cabreada, me enseñasteis cómo calmarme. Cuando odiaba a todo el mundo, me enseñasteis a ser compasiva. Cuando estaba distante, me enseñasteis a estar cerca. Cuando era egoísta, me enseñasteis a compartir.
A veces, me costaba aprender muchas cosas. Otras, las olvidaba directamente y vosotros me las recordabais.
Tuvimos una amistad que pocos entenderán. No había sitio para la superficialidad. En vez de eso, nos lo mostramos todo. Podíamos escondernos de nuestras familias y del mundo, pero no de nosotros mismos.
Discutimos, nos gritamos y nos pegamos. A veces por nada. Pero siempre fuimos una familia. Siempre estuvimos unidos.
Cuando la prisión trató de acabar con alguno, nos pusimos en pie. Mirábamos los unos por los otros. Cuando intentaban dividirnos y, sistemáticamente nos discriminaban, abrazamos nuestra diversidad y nos defendimos. Pero, también aprendí de todos vosotros cuándo librar mis batallas. Crecí y me mantuve conectada gracias a la comunidad que vosotros me proporcionasteis.
Aquellos que están fuera de la prisión quizá no crean que nos comportamos como seres humanos bajo estas condiciones. Pero por supuesto que lo hacemos. Y tejemos nuestras propias redes de supervivencia.
No hubiese hecho nada de esto sin vosotros. No solo me disteis importantes lecciones, sino que de verdad me hicisteis sentir cuidada. Vosotros sois los que me ayudasteis a tratar con el trauma de mis cortes de pelo regulares, quienes vinisteis a ver cómo estaba después de intentar suicidarme. También sois quienes jugasteis conmigo a juegos divertidos. Quienes me deseasteis feliz cumpleaños. Juntos pasamos las vacaciones. Fuisteis y seréis siempre mi familia.
Muchos de vosotros ya sois libres y estáis fuera de los muros de la prisión. Otros tantos saldréis pronto. Algunos estaréis dentro todavía muchos años más.
Lo más importante de todo esto es que me enseñasteis a escribir y cómo hablar con mi propia voz. Yo solía escribir solo informes. Ahora escribo como un ser humano, con sueños, deseos y relaciones. No podría haberlo hecho sin vosotros.
Desde el lugar en el que estoy ahora, todavía pienso en vosotros. Cuando salga de este lugar en mayo, seguiré pensando en vosotros. Y para todo aquel que se sienta solo detrás de los barrotes de la cárcel, que sepa que hay una red tejida por todos nosotros pensando en ti. Nunca nos olvidaremos de ti.
Traducido por Cristina Armunia Berges