“La vida es mejor ahora que en casi cualquier otro momento de la historia”, escribió en 2015 el economista y premio Nobel Angus Deaton en la primera línea de su último libro. Intenta decirle eso a cualquiera que tenga entre 21 y 35 años en el mundo occidental.
Hoy revelamos los verdaderos apuros económicos de la generación Y. Cómo una combinación de deuda, desempleo, globalización, demografía y subida del precio de la vivienda está hundiendo los ingresos y las expectativas de millones de personas jóvenes por todo el mundo desarrollado, lo que da lugar a una desigualdad sin precedentes entre generaciones. Pero ¿por qué?
Los millennials están pagando los platos rotos del desastre contable más impresionante hasta la fecha en el mundo occidental. Nadie esperaba que las personas vivieran tanto tiempo como están viviendo, ni en tales cantidades. Las pensiones que se prometieron en el pasado, y que parecían normales en ese momento, son ahora demasiado generosas, y esto está perjudicando ahora a los jóvenes adultos.
Jonathan Gardner, economista experimentado (y miembro de la generación X) de Willis Towers Watson –una de las compañías de seguros y de asesoramiento en pensiones más importantes del mundo– afirma que los jubilados están absorbiendo tanto dinero que no quedan fondos para subir los salarios. “Por varios motivos, en el pasado no se ha ingresado lo suficiente, lo que da lugar a déficits que la empresa tiene que pagar”, explica.
“La gente dice que la empresa tendría que pagar esto y aquello, pero es como todo: si la compañía paga algo, el dinero sale de algún sitio, y eso suele afectar a los trabajadores”, afirma Gardner. En su opinión, al final “son los jóvenes los que asumen la carga de esos errores del pasado (en las pensiones)”.
Falta de equilibrio
La demanda de los pensionistas no solo está echando por los suelos las expectativas económicas de los nuevos trabajadores. Los pensionistas también están recibiendo del Estado más de lo que se les daba hace una generación. Nuestras cifras muestran un crecimiento de dos dígitos en términos reales en las transferencias sociales, lo que reparten los gobiernos, en los últimos 30 años a los pensionistas con edades comprendidas entre los 65 y los 79 años. Los datos varían desde el 26% de Alemania al 146% de Reino Unido.
Una vez más, los jóvenes son quienes pagan el precio. Laurence Kotlikoff, profesor de Economía en la Universidad de Boston y miembro de la generación del baby boom, se muestra estupefacto por lo que ha ocurrido, especialmente en Estados Unidos, país que “está llevando a sus hijos a la ruina”.
El expresidente de la Reserva Federal estadounidense Ben Bernanke explica que, aunque cree que el problema es primordial, tiene la convicción firme de que resolverlo no es tarea de los bancos centrales. “Los tipos de políticas relevantes para cambiar la demografía son principalmente de naturaleza fiscal, y por lo tanto son responsabilidad del Parlamento”, opina.
Por supuesto, también está la otra cara de la moneda de estos alarmantes cambios demográficos. En la mayoría de los países analizados por the Guardian, los jóvenes adultos representan ahora una proporción más pequeña respecto al conjunto de trabajadores que hace 30 años. En teoría, esto habría tenido que conducir a un aumento de los salarios de los millenials, según James Pomeroy (generación Y), economista de HSBC que publicó un informe demográfico el año pasado. Señala que menos trabajadores significa más poder de negociación con las empresas.
Sin embargo, la globalización ha dado la vuelta a esto. En los últimos 30 años, la liberalización ha permitido a las compañías externalizar servicios de forma agresiva. Todo, desde las líneas de atención telefónica a la asesoría legal o la programación informática, lo proporcionan ahora empresas subcontratadas en países como India y China.
“Es más fácil que nunca golpear a esa mano de obra mundial”, asegura Pomeroy. “Eso no es algo muy bueno para los demandantes de empleo de 25 años”. El resultado: una caída de los salarios reales en las últimas tres décadas para las personas de entre 25 y 29 años en varios países.
Una vez más, la generación Y es la única que sufre ese destino. Con datos de 2010, la mayoría de las cohortes de cinco años de entre 40 y 65 muestran un crecimiento salarial positivo en comparación con personas de la misma edad 30 años antes. En Estados Unidos, España e Italia, cuanto mayor seas en tu lugar de trabajo, mayores serán esos incrementos salariales.
Las consecuencias
Todo esto cuestiona de forma inmediata la sostenibilidad del crecimiento económico en su conjunto. Por ejemplo, ¿qué pasará con el consumo? Los consumidores occidentales de mediana edad que están en la cima de su potencial de ingresos han sido el centro del desarrollo de la economía mundial de la posguerra. Han tenido un papel esencial en la compra de todo tipo de bienes, desde lavadoras, microondas, coches y casas hasta seguros de vida, sin olvidar el ahorro de dinero.
Es su apetito de más lo que ha empujado el crecimiento global durante décadas. ¿Qué ocurrirá entonces en unos años, cuando los millennials envejezcan y no tengan suficiente renta disponible para repetir ese nivel de compras? Algunos economistas creen que los efectos ya están ahí y que, por lo tanto, las economías del mundo desarrollado pueden estar acercándose a un frenazo.
La profesora Diane Coyle, autora del libro The Economics of Enough y antigua asesora de Hacienda, está de acuerdo en que la realidad que subyace es dura. Indica que las personas de mayor edad no pueden asumir todos los beneficios del mercado bursátil. “Cuando eres pensionista no puedes comerte la bolsa, necesitas trabajadores jóvenes en la economía para generar recursos que estén disponibles para el consumo en ese momento”, explica.
Pomeroy añade por su parte que “si tienes una carga de personas de 20 o 25 años, se convierten en tu consumidor principal en los próximos 15-20 años y tienen menos riqueza que las personas que están ahora en ese grupo de edad, no es muy bueno para el crecimiento... Tienes problemas graves”. “Simplemente no sabemos si la economía puede seguir creciendo de la misma forma que antes”, añade.
Traducido por: Jaime Sevilla