Más de 15.000 civiles han muerto en 2017 por armas explosivas, un salto de un 42% en solo un año, según un estudio global al que ha tenido acceso the Guardian.
El aumento –impulsado por los bombardeos aéreos, que han matado a casi el doble de civiles que en 2016– coincide con las operaciones militares lideradas por Estados Unidos para recuperar los bastiones de ISIS en Mosul (Irak) y Raqqa (Siria).
Parlamentarios británicos se han mostrado “muy preocupados” por los datos y han planteado cuestiones sobre la transparencia en el criterio legal utilizado por el Ministerio de Defensa para determinar si un individuo es combatiente de ISIS.
Reino Unido sostiene que no tiene pruebas creíbles que muestren que sus bombardeos hayan causado muertes civiles, mientras que el Ejército estadounidense ha revelado que mató involuntariamente a 801 civiles en Siria e Irak.
El cálculo global, registrado por Action on Armed Violence, una organización especializada en el daño a civiles generado por armas explosivas, sugiere que la cifra de muertos por bombardeos aéreos pasó de 4.902 en 2016 a 8.932 en 2017, lo que supone un aumento del 82%.
Los países más afectados han sido Siria, donde murieron 8.051 civiles, lo que supone un aumento del 55%; Irak, donde murieron 3.271 civiles, un aumento del 50%; y Afganistán, donde han muerto 994 no combatientes.
Clive Lewis, presidente de la comisión parlamentaria sobre drones, ha pedido al Ministerio de Defensa que tranquilice al público sobre su compromiso de reducción del daño a civiles revelando cómo se identifica a los combatientes enemigos.
“Uno de los desafíos que ha surgido de nuestros esfuerzos militares contra ISIS en Irak y Siria es la falta de claridad en cuanto al criterio utilizado por el Ministerio de Defensa para determinar qué individuos son combatientes de ISIS”, sostiene Lewis. “Distinguir entre aquellos que participan en las hostilidades y aquellos que no lo hacen es un requisito previo para diferenciar entre objetivos legítimos y civiles”, añade.
Las cifras indicadas en el estudio, recopiladas de la información de agencias de noticias británicas sobre incidentes individuales, son considerablemente más altas que las estadísticas oficiales, pero están por debajo de los cálculos de otros grupos de control.
De acuerdo con Airwars, que hace un seguimiento de las muertes en Irak y Siria, el número estimado de muertes de civiles en 2017 como resultado de las operaciones militares lideradas por Estados Unidos contra ISIS en ambos países estuvo entre 11.000 y 18.000. Una información de Associated Press publicada el mes pasado estima que solo en Mosul han muerto 9.000 personas.
Iain Overton, director ejecutivo de Action on Armed Violence, señala que los datos arrojan dudas sobre la afirmación del Ministerio británico de Defensa de que no tiene pruebas de que sus ataques aéreos hayan matado a civiles en Siria e Irak.
“En un intento de combatir el terrorismo, los ejércitos están utilizando armamento aéreo contra grupos que consideran una amenaza y, al hacerlo, están matando a muchos civiles”, denuncia Overton. “Plantea cuestiones fundamentales sobre las afirmaciones de la Fuerza Aérea británica de que no existen pruebas de que hayan muerto civiles en sus operaciones”.
Overton echa la culpa de este año “terrible y sangriento” al aumento de los ataques aéreos y al uso continuo por parte de los terroristas de artefactos explosivos improvisados. Estos artefactos mataron en 2017 a 3.874 civiles, una cifra similar a la del año anterior.
La guerra se mueve a las ciudades
“Se trata de guerra urbana y esa es la razón de estas cifras absurdamente altas”, sostiene el director de Airwars, Chris Woods. “La guerra se está moviendo a las ciudades. No importa si es Rusia, la coalición liderada por EEUU o fuerzas terrestres quien encabeza la ofensiva, el resultado para los civiles bajo ataque es siempre terrible”.
“Parece que no hay interés por parte de la coalición o del Gobierno iraquí en comprender de forma adecuada el alcance de las muertes de civiles. Nos estamos volviendo demasiado complacientes con la guerra urbana y tanto los ejércitos como los gobiernos están restando importancia a sus efectos”, se lamenta el director de esta ONG. “Incluso los propios números de la coalición muestran que murieron más civiles a causa de sus ataques en 2017 que la suma de los años 2014, 2015 y 2016”, añade.
Thangam Debbonaire, presidente de la comisión parlamentaria sobre refugiados, ha pedido a la ONU y a todos los gobiernos nacionales que reconozcan y reduzcan el impacto dañino que tienen los explosivos sobre la población civil.
“Leer estas cifras es perturbador”, señala Debonnaire. “Tras los números hay personas. Civiles sufriendo que cada vez más son atacados en los conflictos armados. Se está matando y mutilando a adultos y menores y los supervivientes viven afligidos y soportan los efectos psicológicos”, añade.
En respuesta a las peticiones para revelar cómo se identifica a los combatientes enemigos, un portavoz del Ministerio de Defensa sostiene que no hace declaraciones sobre las normas de combate. “No hemos visto ninguna prueba que indique que hemos causado bajas civiles. Hacemos todo lo que podemos para minimizar el riesgo a la vida de los civiles a través de nuestros rigurosos procesos de identificación de objetivos y la profesionalidad de la tripulación la Fuerza Aérea. Seguiremos tomándonos muy en serio las informaciones sobre bajas civiles e investigaremos todas las afirmaciones creíbles”.
The Guardian contactó con el Ejército estadounidense para obtener una respuesta, pero no hubo respuesta.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti