¿El nacimiento de un nuevo Estado? Referéndum de independencia en la isla de Bougainville

Kate Lyons

Bougainville (Papúa Nueva Guinea) —

Este sábado, los habitantes de Bougainville –un pequeño archipiélago en el mar de Salomón, a 700 kilómetros de la costa de Papúa Nueva Guinea– comienzan a votar un referéndum que decidirá si su amada tierra natal se convertirá en la nación más joven del mundo.

Hace casi 20 años que están planificando esta votación. En 2001, como parte de un acuerdo de paz para poner fin a una sangrienta guerra civil que duró una década, el gobierno de Papúa Nueva Guinea le prometió a la población de Bougainville, entonces de unas 200.000 personas, que algún día habría una votación para decidir su futuro.

Los resultados se conocerán en diciembre. Se espera que gane por amplia mayoría el voto a favor de la independencia. Incluso algunos analistas anticipan que más del 90% de los votos serán por el “sí”. Pero el camino para llegar hasta aquí ha sido largo y tortuoso y lo que queda por recorrer puede ser igual de problemático, incluso si el resultado es el esperado.

Oro, cobre y guerra

En el corazón de la historia de la independencia de Bougainville hay una mina que se encuentra en el centro de la isla principal del archipiélago. La mina de Panguna, una enorme mina de oro y cobre a cielo abierto, llegó a proveer el 45% de los ingresos de exportaciones de Papúa Nueva Guinea en los años siguientes a su apertura en 1972.

Cuando Papúa Nueva Guinea se independizó de Australia en 1975, los habitantes de Bougainville comenzaron a preguntarse si su archipiélago no estaría mejor por su cuenta en lugar de tener que entregar sus recursos para apuntalar a una nación más grande.

“Gracias a Panguna, muchos habitantes de Bougainville comenzaron a preguntarse qué les convenía a ellos. Sus recursos eran explotados en beneficio de Papúa Nueva Guinea”, explica Anthony Regan, asesor legal del Gobierno de Bougainville, un cargo creado por el Gobierno australiano.

En 1988, las tensiones por la mina se intensificaron, por lo que Papúa Nueva Guinea desplegó su policía y sus fuerzas armadas en la isla, que en ese momento contaba con 200.000 habitantes.

“Las disputas cesaron en 1997 porque los líderes de ambos lados se dieron cuenta de que eso no estaba yendo hacia ningún lado”, afirma Regan. “Incluso los moderados dentro del Gobierno de Bougainville se dieron cuenta de que podían acabar con una victoria pírrica, en la que Bougainville ganase, pero quedara tan dividido que fuera imposible hablar de un triunfo”.

Durante los siguientes dos años, los líderes de Bougainville negociaron un acuerdo con el gobierno de Papúa Nueva Guinea y así llegaron al Acuerdo de Paz de Bougainville. Sobre el polémico tema de la independencia, ambos lados acordaron que se realice un referéndum al cumplirse entre 10 y 15 años de la elección del primer gobierno autónomo de Bougainville (o sea, hacia junio de 2020), pero esa votación no sería vinculante. La decisión final sobre la independencia de Bougainville quedará en manos del gobierno de Papúa Nueva Guinea.

“Un esfuerzo tremendo”

El esfuerzo que implicó organizar una votación como esta en Bougainville, una región autónoma en la que el 90% de la población vive en caseríos rurales y aldeas, donde prácticamente la mitad de los habitantes son analfabetos, que no tiene red de radio ni de televisión que llegue a toda la población, donde cada día sólo se reparten unos cientos de copias de periódicos del territorio continental de Papúa Nueva Guinea y donde las cicatrices de la sangrienta guerra todavía escuecen, es “tremendo”, remarca Mauricio Claudio, principal funcionario de la Comisión del Referéndum de Bougainville (BRC, por sus siglas en inglés), que se formó para organizar la votación.

“El principal desafío fue el poco tiempo que se le dio a la BRC para implementar el referéndum”, explica Claudio, un ciudadano estadounidense que fue designado para el cargo y llegó a Bougainville a principios de año. La financiación de la BRC llegó tarde, igual que la designación del director de la Comisión, el ex taoiseach (primer ministro) de Irlanda Bertie Ahern.

Pero Claudio también enumera problemas con “las comunicaciones, la infraestructura, el clima inclemente, la inestable red eléctrica y la propensión a fenómenos naturales y catástrofes”. “Es un entorno difícil”, indica.

A pesar de todo esto, en menos de un año, la BRC ha llevado adelante el proceso de empadronamiento electoral más completo de la historia de Papúa Nueva Guinea. Actualmente, el censo electoral tiene un 20% más de nombres que el utilizado en las elecciones del Gobierno autónomo de Bougainville de 2015. Al cerrarse el período de empadronamiento electoral se habían registrado 205.731 votantes, con una división por género cerca de 50-50.

Como parte de este acuerdo de paz, el Gobierno autónomo de Bougainville llevó a cabo un importante trabajo de reconciliación entre los grupos que se enfrentaron durante la guerra civil, así como un programa de recogida de armas a gran escala. Aunque la preparación fue agitada, la BRC cree que todo está listo para la votación. “Creemos que el referéndum será pacífico y confiable”, asegura Claudio.

“Queremos ser libres”

Durante las próximas dos semanas, empezando en las ciudades más grandes de Buka y Arawa, y luego pasando a zonas más apartadas, los votantes podrán asistir a uno de los 829 centros de votación, de los cuales 800 están en Bougainville, 25 en provincias de Papúa Nueva Guinea y 4 en zonas mineras más remotas. Los ciudadanos de Bougainville que residen en el extranjero también podrán votar, ya que se han dispuesto dos centros de votación en Australia y dos en las Islas Salomón.

En la votación, la pregunta será si prefieren mayor autonomía del gobierno de Papúa Nueva Guinea o independizarse de él, pero no caben muchas dudas respecto de qué opción ganará.

“La gente no está dividida”, dice Helen Hakena, activista por la paz y los derechos de las mujeres de Bougainville. “La mayoría de los habitantes de Bougainville quiere votar a favor de la independencia, porque decimos que queremos ser libres. Nuestro pueblo ha llevado adelante una larga batalla que comenzó en los años 60 y quisiéramos poner fin a tanta lucha por nuestra autodeterminación”, añade.

Sin embargo, con la mina de Panguna cerrada desde que comenzó el conflicto y sin otras minas activas ni industrias desarrolladas, queda abierta la cuestión de cómo se financiaría un Estado independiente de Bougainville.

Según un informe realizado por Satish Chand, profesor de Economía de la Universidad de Nueva Gales del Sur, el Gobierno autónomo de Bougainville recaudó sólo 637.000 euros de impuestos a empresas, aranceles aduaneros y otros impuestos, comparado con los 10,9 millones de euros que recibió del Gobierno de Papúa Nueva Guinea, lo cual significa que el Gobierno autónomo de Bougainville “en 2016 sólo alcanzó el 6% de la recaudación necesaria para la independencia fiscal”.

Hakena se cuenta a regañadientes entre aquellos que no votarán a favor de la independencia porque teme que un estado independiente no pueda proveer a sus habitantes de servicios básicos.

“Me duele en mi orgullo como mujer de Bougainville”, afirma. “Pero creo que Bougainville no está lista, aunque me gustaría que fuéramos libres y que nos convirtiéramos en una nación independiente”.

“Votaré a favor de mayor autonomía porque me gustaría que Bougainville esté preparada económicamente para que podamos conservar todos los servicios de los que disfrutamos actualmente, que no son el 100%, pero de todas formas tenemos suerte de tener escuelas, transporte, todo. En este momento, no tenemos nada propio, todo nos lo da Papúa Nueva Guinea”, dice.

“Bougainville disfrutó de seguridad económica durante los buenos tiempos, antes de la crisis. Estábamos realmente muy bien, no como ahora, que la crisis lo ha arruinado todo, así que hemos vuelto al casillero inicial”.

El peligro de la decepción

Otra cuestión es qué pasará después de la votación, dado que no es vinculante. Volker Boege, investigador de la Universidad de Queensland, ha viajado a Bougainville con regularidad durante años como parte de un grupo que lleva a cabo diálogos por toda Bougainville sobre el acuerdo de paz y el referéndum.

Boege explicó que cuando comenzaron estos diálogos, estaba claro que la gente pensaba: “Votaremos a favor de la independencia. Tenemos un partido y al día siguiente seremos independientes”. Ahora se están dando cuenta de que esto no es así, que es un referéndum no vinculante, que los líderes de Papúa Nueva Guinea y Bougainville tendrán que negociar y que la palabra final la tiene el Parlamento de Papúa Nueva Guinea.“

El proceso podría llevar años, dice Boege. Algunos analistas de Bougainville calculan que podría pasar una década antes de que Bougainville se establezca como Estado independiente. Se teme que el Gobierno de Papúa Nueva Guinea, que no quiere perder parte de tu territorio ni sentar un precedente para otras provincias que quieran independizarse, alargue todo el proceso.

“Las expectativas son altas, claro. Existe el peligro de que después del referéndum llegue la frustración o la decepción”, señala Boege.“Por supuesto, la gran pregunta es qué pasará del lado del Gobierno de Papúa Nueva Guinea ¿Cómo responderá, qué acciones tomará y qué tipo de compromiso asumirá?”

Boege remarca que los habitantes de Bougainville están “muy felices” con el cambio de Gobierno en Papúa Nueva Guinea, ya que en mayo de este año James Marape sucedió al primer ministro desde 2012, Peter O’Neill. Marape es considerado más abierto a una posible independencia de Bougainville.

Si bien los organismos internacionales dicen que no creen que se generen hechos de violencia en la región tras el referéndum, las experiencias de Hakena durante la guerra civil –en la que perdió a muchos familiares y dio a luz a un bebé prematuro junto a mujeres que murieron durante el parto debido a la falta de atención médica– le hacen temer por el futuro.

Su organización, la Agencia de Desarrollo por la Mujer Leitana Nehan, que se creó durante el conflicto y brinda asesoramiento a personas afectadas por la violencia, le ha advertido a las mujeres de su red que se preparen para posibles actos violentos o para la posibilidad de que Papúa Nueva Guinea decida bloquear Bougainville, como lo hizo durante el conflicto.

“Les decimos que deben sembrar sus propios alimentos, como lo hacían durante la crisis, cuando cultivábamos nuestros vegetales”, afirma Hakena. “Estamos preparando a nuestra gente, sembrando nuestros alimentos, pescando, adquiriendo medicamentos, almacenando alimentos en las casas. Eso le decimos a las mujeres: preparaos porque no sabemos si habrá problemas”.

Traducido por Lucía Balducci.