Las esperanzas de un alto el fuego en Gaza han aumentado este sábado con la llegada a El Cairo de una delegación de Hamás para proseguir las conversaciones indirectas, en lo que se cree que es una respuesta a una nueva propuesta, al parecer aceptada por Israel, de detener los combates durante un periodo inicial de 40 días e intercambiar rehenes por prisioneros palestinos.
Los mediadores egipcios y estadounidenses han dado señales de avances en los últimos días, y el canal de noticias estatal egipcio Al-Qahera afirmó el sábado que se había alcanzado un consenso en las conversaciones indirectas sobre muchos de los puntos en disputa, pero no dio más detalles.
Sin embargo, muchos analistas siguen siendo pesimistas tras cinco meses de conversaciones interrumpidas que se han roto con frecuencia. Los negociadores se han esforzado constantemente por conciliar la exigencia de Hamás de un alto el fuego duradero que permita a la organización reclamar una victoria con la aparente determinación de Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, de obligar a Hamás a abandonar el poder, matar o capturar a sus dirigentes y destruir todas sus capacidades militares.
Un alto funcionario israelí, que habló el sábado bajo condición de anonimato sobre las negociaciones en curso, restó importancia a las perspectivas de un final completo de la guerra en Gaza. El funcionario dijo que Israel estaba comprometido con una ofensiva sobre Rafah, la ciudad más al sur de Gaza, y que no aceptaría en ninguna circunstancia poner fin a la guerra como parte de un acuerdo de liberación de rehenes.
Fuentes egipcias declararon al Wall Street Journal que Israel daría a las conversaciones de tregua una semana más, tras la cual lanzaría su ofensiva, con la que lleva amenazando desde hace tiempo.
Estados Unidos ha intentado presionar a Hamás para que acepte las últimas propuestas, consideradas en general como una última oportunidad de evitar nuevos e intensos combates. Es probable que cualquier ofensiva israelí sobre Rafah provoque muchas nuevas víctimas civiles y agrave la grave crisis humanitaria de Gaza.
“Lo único que se interpone entre la población de Gaza y un alto el fuego es Hamás”, declaró el viernes el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken.
Blinken también reiteró las objeciones de Washington a una ofensiva en Rafah, afirmando que Israel no había presentado un plan creíble para proteger a los 1,2 millones o más de civiles desplazados de otras partes de Gaza que han buscado refugio en extensos campos de refugiados con tiendas de campaña y en refugios de la ONU allí.
“En ausencia de dicho plan, no podemos apoyar una operación militar de envergadura en Rafah, porque el daño que causaría sería inaceptable”, afirmó.
Los grupos humanitarios y Naciones Unidas también han pedido reiteradamente a Israel que suspenda el ataque a Rafah.
Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, advirtió el viernes de que una operación militar a gran escala en Rafah “podría llevar a un baño de sangre y debilitar aún más un sistema sanitario ya roto”.
Las autoridades israelíes afirman que una ofensiva terrestre en Rafah es esencial para alcanzar los objetivos declarados por Israel, ya que, afirman, miles de combatientes de Hamás y sus dirigentes tienen allí su base.
Hamás tomó unos 250 rehenes durante el ataque del 7 de octubre contra el sur de Israel, que desencadenó la masacre israelí en Gaza. Aproximadamente la mitad de los rehenes siguen retenidos en Gaza, y Tel Aviv afirma que muchos de ellos se encuentran en Rafah o en sus inmediaciones.
Unos 1.200 israelíes murieron en el ataque de Hamás de octubre, la mayoría civiles. Y más de 34.600 han muerto en Gaza, en su mayoría mujeres y niños, en la ofensiva militar israelí como venganza.
Los ataques israelíes de la madrugada del sábado en Gaza mataron al menos a seis personas. Se recuperaron tres cadáveres de entre los escombros de un edificio de Rafah, que fueron trasladados al hospital Yousef al-Najjar. Un ataque en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, mató también a tres personas, según trabajadores del hospital.
En las últimas 24 horas, se han trasladado a hospitales locales los cadáveres de 32 personas muertas por ataques israelíes, según informó el sábado el Ministerio de Sanidad de Gaza. El ministerio no distingue entre combatientes y civiles en sus recuentos.
Hamás, en el gobierno en la Franja de Gaza desde 2007, afirma que está estudiando la última propuesta de tregua con “espíritu positivo”.
Pero el grupo parece estar dividido, y las declaraciones de su ala política, que ahora tiene su sede principal en Estambul, a menudo no reflejan las opiniones de Yahya Sinwar, organizador de los ataques de octubre y máximo dirigente de Hamás en Gaza.
Los observadores afirman que es significativo que la delegación de Hamás que se encuentra ahora en El Cairo esté encabezada por Khalil al-Hayya, jefe adjunto del brazo político del grupo en Gaza, en lugar de una figura de mayor rango que podría carecer de credibilidad ante Sinwar, quien tiene la autoridad última sobre cualquier acuerdo.
El Gobierno israelí también está profundamente dividido. Altos cargos de su gabinete de guerra están dispuestos a garantizar un alto el fuego y liberar a los prisioneros supervivientes, pero ministros de extrema derecha han amenazado con derribar la coalición gobernante de Netanyahu si no se prosigue la guerra con más fuerza.
Estados Unidos, junto con Egipto y Qatar, ha estado intentando sellar un acuerdo de alto el fuego en esta guerra de casi siete meses.
Durante la última tregua, más de una semana en noviembre, se intercambiaron 80 rehenes israelíes por 240 prisioneros palestinos. Se cree que hasta un tercio de los que permanecen cautivos de Hamás han muerto.
El asedio israelí ha llevado a muchos de los 2,4 millones de habitantes de Gaza al borde de la hambruna.
La presión de Estados Unidos ha llevado a Israel a facilitar más envíos de ayuda a Gaza, incluso a través del reabierto paso fronterizo de Erez, que conduce directamente al norte, la zona más castigada.
La semana pasada, colonos israelíes bloquearon un convoy que utilizaba una nueva ruta desde Jordania antes de cruzar a Gaza. Una vez dentro del territorio, el convoy fue requisado por militantes de Hamás, antes de que funcionarios de la ONU lo recuperaran.
La disponibilidad de alimentos ha mejorado “un poco”, según la ONU y los residentes de Rafah entrevistados porThe Guardian, y los precios de algunos productos básicos han bajado a niveles cercanos a los de antes de la guerra en las zonas del sur, donde hay más ayuda.
La organización benéfica World Central Kitchen, con sede en Estados Unidos, reanudó sus operaciones esta semana, tras suspenderlas a raíz de los ataques de aviones no tripulados israelíes que mataron a siete de sus empleados mientras descargaban ayuda en Gaza el 1 de abril.
World Central Kitchen participó a principios de este año en un esfuerzo por establecer un nuevo corredor marítimo de ayuda a Gaza desde Chipre para compensar la disminución de las entregas por tierra desde Israel.
El proyecto sufrió un nuevo revés el viernes, cuando el ejército estadounidense anunció que los fuertes vientos habían obligado a las tropas que trabajaban en el montaje de un muelle temporal de ayuda frente a la costa de Gaza a trasladarse al puerto israelí de Ashdod.
Sin embargo, el jefe del programa de alimentos de la ONU advirtió de una “hambruna total” en el norte de Gaza a pesar de las ligeras mejoras, y reiteró su llamamiento a un alto el fuego en la guerra de Israel contra Hamás.
“Hay hambruna, una hambruna en toda regla, en el norte, y está avanzando hacia el sur”, declaró Cindy McCain, directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos.