Hay más de 26.000 personas en un grupo ucraniano de Telegram para aquellas que han perdido a sus seres queridos en Mariúpol. Su objetivo es asegurarse de que las miles de personas que murieron durante el ataque ruso contra esta ciudad portuaria reciban una sepultura digna. En muchos casos, necesitan encontrar primero sus restos.
La cantidad de cadáveres en Mariúpol es abrumadora. Petro Andriushchenko, asesor del alcalde ucraniano, calcula que 22.000 personas murieron durante los dos meses de batalla. Sin embargo, una de las personas que coordinan entierros en la ciudad y que ha hablado a condición de mantener el anonimato, dice que creen que el total se acerca más a las 50.000.
Algunos de los miembros del grupo en la aplicación de mensajería instantánea saben que sus seres queridos están enterrados y están tratando de abrirse paso en el caótico proceso de enterramiento bajo las nuevas autoridades. Otros se pasan el día buscando noticias en distintos grupos en redes sociales y temen no encontrarlos nunca. Mientras, otros compañeros suben fotos y vídeos con inscripciones de tumbas, así como fotos de listas de fallecidos escritas a mano por autores desconocidos, a veces con la ubicación de las tumbas.
Con la subida de las temperaturas y el verano cerca, el hedor de los cuerpos sin vida flota en el ambiente de algunas calles, según han contado a The Guardian algunas personas que han estado en la ciudad.
Todavía hay cadáveres atrapados bajo los escombros, o en los pisos, o enterrados en tumbas improvisadas poco profundas o en fosas comunes, algunas de las cuales parecen estar señalizadas a duras penas o ni siquiera. Otros han quedado abandonados en las calles y se han podrido, y puede que algunos se desintegraran si fueron alcanzados directamente por un misil o se quemaron con el fuego.
Los horrores del asedio
“Me uní al grupo para que la gente supiera que han matado a mi padre y, no sé, para compartir mi dolor”, dice Mariana. Cuenta que perdió el contacto con sus padres, que vivían en otra parte de Mariúpol, cuando se cortó la señal telefónica a principios de marzo. Con los bombardeos se había vuelto demasiado peligroso ir a verlos antes de huir con sus dos hijos dos semanas más tarde. Su padre murió apagando un incendio, y su madre lo enterró con sus propias manos junto a su edificio antes de irse, dice Mariana. Planea hacer el camino de regreso a Mariúpol el mes que viene para volver a enterrar a su padre como es debido.
Hay muertes como la de su padre que figuran en una hoja de cálculo con más de 1.100 personas creada por miembros del grupo de Telegram, que incluye información sobre cómo murieron y, a menudo, dónde están enterrados.
Las causas de la muerte enumeradas en la hoja de cálculo evocan los horrores por los que pasó una población civil asediada: muerte por inanición, falta de medicamentos y de tratamiento médico, ataque al corazón, COVID-19, derrame cerebral. Murió cuando bombardearon su piso, bombardeado mientras trataba de conseguir agua, murió mientras apagaba un fuego, murió por congelación, murió de un disparo, murió por heridas de metralla.
La batalla por Mariúpol se libró sobre una ciudad densamente poblada de aproximadamente 400.000 personas. El Ejército ucraniano envió proyectiles y misiles y el Ejército ruso respondió con la destrucción de áreas residenciales, dicen los vecinos. Cuentan que siguen sin saber por qué no los evacuaron y por qué se convirtieron en “rehenes” en una guerra que su alcalde, que huyó el 27 de febrero, dijo que no sucedería.
Mientras el aluvión de bombas hacía casi imposible el movimiento, los patios entre los bloques de viviendas comenzaron a llenarse de tumbas improvisadas cavadas por los habitantes en medio de los bombardeos. Algunas de las lápidas están hechas a mano, otras se las dieron los servicios de emergencias, que se las llevaron de una funeraria local.
Pero a veces ni siquiera eran posibles las tumbas improvisadas. Una foto en el grupo de Telegram muestra el nombre de una persona fallecida y su fecha de defunción garabateadas con pintura en la puerta de un piso, probablemente escritos por algún vecino que quería dejar constancia para quien viniera más adelante a recuperar el cuerpo.
Buscar los cuerpos
Yulia, que dejó Mariúpol para irse a Rusia ya de adulta hace varios años, dice que se enteró a través de sus antiguos compañeros de clase en Telegram de que su padre había muerto en su apartamento a finales de marzo. El vecino de su padre le contó que lo había envuelto en una manta, lo había llevado afuera con una carretilla y lo había dejado junto al edificio.
“[El vecino] no le enterró porque no era seguro. A lo mejor algún servicio [de emergencias] se llevó el cuerpo después, porque empezaba a hacer calor y los perros hambrientos correteaban por todas partes. Incluso vi un vídeo de perros comiendo cadáveres. Es espantoso. Me da miedo solo pensar en ello”, dice Yulia.
La mujer ha escrito al nuevo organismo municipal que se ha creado para identificar los cuerpos y emitir los certificados de defunción. Han respondido que su padre no figura en su lista de cuerpos identificados y le han pedido que vaya a Mariúpol para entregar una muestra de ADN.
“Por su carta, parece que nunca se identificará su cuerpo. Creo que a lo mejor el vecino no dejó ningún documento con su cadáver”, dice Yulia, que piensa volver a Mariúpol tan pronto como pueda para buscar el cuerpo de su padre.
Las nuevas autoridades aseguran que los procesos de identificación y enterramiento están en marcha y que cada cuerpo se enterrará por separado de manera humana. Pero los mensajes en Telegram de la gente que entierra a sus muertos muestran que el proceso parece estar plagado de problemas.
Cuerpos amontonados en la morgue
Desde que Rusia declaró la victoria en abril, Mariúpol ha pasado a estar bajo control de la autoproclamada República Popular de Donetsk, unas autoridades apoyadas por Rusia para controlar la región ucraniana de Donetsk oriental ocupada en 2014.
Hay vídeos de los canales de televisión de las autoridades de Donetsk que muestran a trabajadores de emergencias desenterrando cuerpos de las tumbas improvisadas y recuperando cadáveres de los escombros. Dicen que están recorriendo la ciudad con el objetivo de enterrar o volver a enterrar todos los cuerpos. Las autoridades han invitado públicamente a los familiares a exhumar los cuerpos ellos mismos, pero no parece que esto incluya una supervisión.
Los cuerpos son trasladados a la única morgue que sigue en funcionamiento en Mariúpol, la morgue Metro, para examinarlos y registrarlos, si es que el estado del cuerpo lo permite o si encuentran alguna documentación con él.
Unas fotos de la morgue Metro del periodista de Mariúpol Viacheslav Tverdoileb muestran pilas de cuerpos en el patio junto a personas con mascarillas. En Telegram, una persona que estuvo allí advirtió a los demás del fuerte olor, que –escribe– “comienza según te acercas”.
“Es algo así: estás haciendo cola para obtener tu certificado de defunción en el patio y simplemente hay una pila de cadáveres a tu lado”, dice Daria, que abandonó Mariúpol a finales de marzo, pero volvió durante dos semanas en mayo para enterrar a un buen amigo en nombre de sus familiares.
Tumbas numeradas en fosas comunes
Si nadie reclama los cuerpos o permanecen sin identificar durante dos semanas, las autoridades los entierran en tumbas marcadas con números, según los mensajes escritos en Telegram por un representante de Ritual, la única funeraria que sigue operativa en la ciudad. Como cientos de miles han dejado la ciudad y no pueden volver fácilmente, muchos están intentando contratar los servicios de Ritual a distancia.
La funeraria, antes privada y reconvertida en compañía estatal de las autoridades separatistas de Donetsk, ofrece un servicio de pago para desenterrar o recuperar un cuerpo, si se sabe dónde está, y enterrarlo. Así, como escribió uno de los representantes de Ritual en varios mensajes en su canal de Telegram, los familiares pueden evitar el hedor o, incluso peor, que los cuerpos de sus seres queridos se pierdan en el caos burocrático de la morgue Metro o que sean enterrados en una fosa común.
Imágenes de satélite de la empresa Maxar y un reportaje de la CNN, ambos posteriores a que Rusia tomara el control de la zona, muestran que las fuerzas rusas han cavado fosas comunes. El reportaje de la CNN, y otro vídeo subido a Telegram por Ritual el 9 de mayo de cementerios a las afueras de Mariúpol muestran que las fosas comunes están numeradas y probablemente ligadas a una base de datos que supuestamente llevan las autoridades.
Los desaparecidos
Daria y otra persona con la que ha hablado TheGuardian, así como los mensajes en Telegram de quienes han pasado por el proceso, dicen que las autoridades de Donetsk tienen una base de datos con fotos de los cuerpos y otras informaciones que se hubieran dejado con ellos.
Pero no todos los cuerpos que deberían aparecer en la base de datos aparecen. El marido de Olesya falleció y su hijo quedó gravemente herido cuando un misil impactó contra su piso en marzo. Olesya decidió que su única opción era llevar a su hijo al médico y dejó a su marido boca abajo cerca de la entrada del edificio. Ahora no consigue encontrar su cuerpo y no sabe si lo han enterrado. Pero dice que sus documentos estaban con él, en el bolsillo de su chaqueta.
“Creo que lo más probable es que ahora sea una persona desaparecida”, dice Olesya, que cuenta que todos los vecinos huyeron al mismo tiempo, porque su bloque estaba ardiendo, al igual que otros cinco edificios a su alrededor.
Los líderes de Donetsk dicen que los familiares pueden llevar muestras de su ADN para la identificación, lo que en teoría indica que están recopilando muestras de los cuerpos. Pero una persona que coordina los enterramientos dice que no han oído nada sobre tal práctica o sobre una base de datos.
Si no se recogen muestras de ADN, puede que nunca se identifiquen miles de cuerpos y nunca se sabrá la magnitud y la verdad de lo que pasó en Mariúpol. Las autoridades ucranianas acusan a Rusia de usar fosas comunes para ocultar sus crímenes. “Deberían dejar que la Cruz Roja participara para supervisar el proceso, que recogiera ADN de los cuerpos y creara una base de datos que debería entregarse a Ucrania”, dice Serhiy Taruta, originario de Mariúpol, diputado ucraniano y un oligarca cuyas empresas antes daban empleo a miles de personas en la ciudad.
*Se han cambiado algunos nombres para proteger las identidades de las personas.
Traducción de María Torrens Tillack
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