El nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, tiene varias novelas inéditas (inspiradas en todo tipo de temas, desde la conquista española de México hasta la vida de un pianista parisino). Pero la semana pasada la atención de los medios se centró en las hazañas literarias de su recientemente nombrado equipo de gobierno. Nueve de sus ministros tienen libros publicados, desde ensayos políticos hasta biografías de personajes históricos pasando por novelas de folletín y de suspense político.
La ministra de Cultura es la responsable de una importante editorial. El de Economía, el conservador Bruno Le Maire, escribía bajo pseudónimo historias de amor subidas de tono (con una enfermera perdidamente enamorada como protagonista) antes de pasarse a la ficción y a las memorias. Pero el revuelo más grande lo han provocado las novelas de suspense político escritas por el conservador primer ministro, Édouard Philippe. En particular por lo que dicen sobre la política y las mujeres.
Cuando era alcalde de Le Havre, una ciudad portuaria de Normandía, Philippe lanzó un festival literario. En los últimos diez años escribió en colaboración con otro autor dos novelas que son una sátira del mundo de la política en Francia. La más reciente, Dans l’Ombre (En las sombras), se publicó en 2011 y fue coescrita junto a Gilles Boyer. Igual que Philippe, Boyer trabajaba como asesor del ex primer ministro de centro derecha Alain Juppé.
Dans l’Ombre es una saga mordaz sobre el ego y las malas prácticas de la campaña presidencial francesa, con periodistas sin ideas propias, políticos en pie de guerra, candidatos ancianos cuya edad jamás debe ser mencionada y hombres de la derecha hartos de vagar constantemente por el lugar de nacimiento de Charles de Gaulle en busca de cámaras.
El narrador es un frío y hastiado asesor político conocido como el Apparatchik. La tóxica mezcla de peleas internas y vacío moral del libro ayudan a entender por qué Philippe abandonó aquel barco para ayudar a Macron en su promesa de “reconstruir” la política francesa, un nuevo arreglo para un centro que no es “ni de izquierda ni de derecha”. Pero los centristas tampoco se salvan en el libro. “Negociar con un centrista es como tratar de agarrar a una anguila dentro de un recipiente lleno de aceite de oliva”, dice el narrador.
Pero son los personajes femeninos los que han despertado más polémica por la lucha contra el machismo que aún rige en la política francesa. El narrador describe a una experimentada candidata vestida con su “proverbial traje con pantalones” y dice de ella que tiene “esa frialdad imperceptible de las mujeres que nunca serán madres”. A una jefa de prensa se le apoda Marilyn por su atractivo. “Todos se preguntaban quién sería el primer miembro del parlamento en quedarse con el premio”, dice el narrador acerca del deseo de acostarse con ella; un deseo presente en todo el equipo, compuesto sólo por hombres.
El Apparatchik se había acostado dos veces con ella. Aunque valora su inteligencia, se queja de que tiene los pechos pequeños. “En general, no me gustan así”, agrega. Prefiere los senos más “redondeados”. “No enormes y sin forma, ni tan pesados que se hayan caído, sino algo con un poco de forma… Los pechos verdaderos son redondos, cómodos, acogedores, y uno debería poder hundir la nariz entre ellos con regocijo”.
“Los pensamientos machistas y eróticos del héroe de Édouard Philippe”, tituló la revista semanal L’Express un artículo que se quejaba por la novela. El periódico Libération contraatacó con el argumento de que nunca se debe confundir al escritor con su personaje de ficción, especialmente cuando se trata de un personaje satírico claramente construido para la crítica y no se sabe qué autor escribió cada parte.
Para evaluar lo que piensa Philippe en lo que concierne a la igualdad entre los sexos habrá que esperar a las medidas del nuevo Gobierno sobre el tema y a los cambios que traiga Marlène Schiappa, la nueva secretaria de Estado para Igualdad de Género. La asociación feminista Osez le Féminisme (Atrévase al feminismo) ya se quejó de que en 2014, cuando era diputado, Philippe se abstuvo de votar por una ambiciosa ley de igualdad de género.
Traducido por Francisco de Zárate