En unas elecciones elecciones que todos contemplan como indicador para el futuro del partido, las primarias del Partido Demócrata dieron otra sorpresa con la victoria de Ayanna Pressley, candidata a congresista por Massachusetts, frente a Michael Capuano, un político con 20 años de experiencia en el Congreso.
Pressley se convertirá en la primera mujer afroamericana en ser elegida congresista por Massachusetts: Capuano ha admitido su derrota y en la papeleta electoral de noviembre no hay candidatos republicanos.
El de anoche fue otro triunfo para los candidatos disidentes del Partido Demócrata que piden una postura política más contundente contra Trump. “Estos tiempos exigen más de nuestros líderes y de nuestro partido. Estos tiempos exigen un planteamiento político valiente, sin miedo y sin cesiones. No es suficiente que los demócratas regresen al poder, también importa quiénes sean esos demócratas”, dijo Pressley en el discurso de victoria.
Pressley se suma al creciente número de mujeres y miembros de minorías cuyas candidaturas han triunfado gracias a las bases demócratas, como Andrew Gillum, candidato demócrata a gobernar el Estado de Florida, y Alexandria Ocasio-Cortez, de Nueva York.
Desde la sorprendente victoria de Ocasio-Cortez en junio, cuando derrotó al veterano demócrata Joe Crowley en las primarias de la ciudad de Nueva York, todos los ojos estaban puestos en Pressley. Pero la próxima diputada por Massachusetts es una política mucho más convencional que Ocasio-Cortez.
A Pressley, que trabajó para el senador John Kerry y el diputado Joe Kennedy, hace tiempo que la presentan como la promesa del Partido Demócrata. En 2009 ganó su primera elección como concejala de Boston y los grupos progresistas nacionales llevan años promocionándola. Apoyó la candidatura de Hillary Clinton y, antes de eso, en 2015, fue galardonada como joven promesa por el grupo activista demócrata Emily's List.
Tanto Pressley como Capuano son unos progresistas convencidos con leves diferencias: Pressley quería terminar con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas. Capuano, no. Capuano quería una garantía federal de empleo. Pressley, no.
La competición entre los dos se ha centrado en el estilo. Durante su candidatura, Pressley argumentaba que Capuano era un voto progresista asegurado en el Congreso, pero que ella proporcionaría un “liderazgo de tipo activista”. Capuano hablaba sobre su red de contactos en Washington y su capacidad de hacer que llegaran fondos públicos al distrito.
A Pressley le han ayudado los cambios demográficos de su distrito electoral, que abarca gran parte de la ciudad de Boston y una combinación de barrios periféricos en la que hay zonas de obreros y también de gente con educación universitaria. El suyo es el único distrito de Massachusetts compuesto, en su mayor parte, por minorías. Su campaña se centró en movilizar a los votantes, especialmente a los afroamericanos, poco propensos a participar en unas primarias demócratas.
Algunas fisuras en el apoyo del establihsment a Capuano también han ayudado a la estrategia de Pressley. Ed Markey y Elizabeth Warren, los senadores demócratas del Estado, se abstuvieron de apoyar a nadie en la contienda. La demócrata Maura Healey, fiscal general de Massachusetts, dio su respaldo a Pressley, que también contó con el apoyo del periódico The Boston Globe. Pero a Capuano todavía le quedaba el fuerte sostén de los sindicatos, del alcalde de Boston, Marty Walsh, y del comité de acción política del Caucus Negro del Congreso, una coalición de diputados afroamericanos.
Incluso antes de que la agencia Associated Press diera por finalizada la competición, los comentarios con que Capuano concedió la victoria a Pressley hicieron pensar que se tomaba con calma la derrota. “Evidentemente, este distrito quería un gran cambio”, dijo el actual congresista demócrata. “Al parecer, este distrito estaba muy molesto con muchas cosas que pasaban. Puedo decirles que yo he estado igual de molesto que ellos, pero que así sea, así es la vida”, añadió.
En su discurso de victoria, Pressley atacó al presidente Donald Trump y a sus predecesores: “Es cierto que nuestro presidente es un hombre racista, misógino y absolutamente incapaz de empatizar, pero las condiciones que han hecho del séptimo distrito uno de los más desiguales de Estados Unidos se cimentaron en políticas ejecutadas mucho antes de que bajara por la escalera mecánica de la Trump Tower”.
Pressley también tuvo palabras para Capuano, al que agradeció por sus “20 años de servicio”. “Me obligó a dar lo mejor de mí”, añadió.
Una de las presentes en la noche del martes durante la celebración de la victoria de Pressley era Stephanie Voltaire, de 29 años, que saltaba entre entre la multitud para ver si podía vislumbrar a su candidata. Uno de los principales motivos por los que le dio su apoyo, dice, es el trabajo que hizo para mantener el Estatus de Protección Temporal para Inmigrantes. “Estoy con ella en la lucha por los inmigrantes”.
Damali Vidot, alcaldesa de la cercana ciudad de Chelsea, trabajó como voluntaria en la campaña de Pressley. En su opinión, la victoria de la candidata abre un debate sobre el Partido Demócrata y a quién representa. “Muchas comunidades se sienten invisibles”, afirmó. “Esto nos da la oportunidad de ver lo inclusivo que puede ser el partido”.
Poco después de la victoria, Ocasio-Cortez tuiteó su apoyo: “Trabajemos juntos para hacer realidad en Estados Unidos la cobertura sanitaria universal, la universidad gratuita y los salarios dignos, y todo ello sin el dinero de los Comités de Acción Política de las corporaciones”.
Traducido por Francisco de Zárate