Pocos días después de la histórica victoria electoral de Emmerson Mnangagwa, líder de Zanu-PF, el partido gobernante, las fuerzas de seguridad de Zimbabue siguen impulsando medidas severas contra los militantes de la oposición.
Las organizaciones de defensa de los derechos humanos denuncian que hombres sin identificar están secuestrando, atacando y violando a miembros de la oposición en plena noche, en el centro y el norte de la excolonia británica.
Esta ola de acciones de represalia comenzó el viernes por la noche. Los soldados empezaron a llegar a los barrios de la capital, Harare, y a localidades colindantes. Los responsables y los militantes del partido de la oposición, el Movimiento para el Cambio Democrático, eran su blanco de ataque. Un portavoz de este partido ha explicado que miles de militantes han optado por esconderse.
“Debido a la misma naturaleza de las desapariciones, no podemos saber quién se encuentra en esta situación, pero sí sabemos que muchas personas no están dando señales de vida. Hemos ayudado a huir del país a cinco personas que pudieron escaparse cuando las estaban raptando. Otros se han escondido en lugares seguros. Las personas que caen en sus manos sufren intimidación y un trato atroz”, indica Nkululeko Sibanda, un portavoz del partido de la oposición.
El lunes, millones de personas votaron en los primeros comicios desde que Robert Mugabe, que ahora ya tiene 94 años, fue destituido tras 37 años en el poder. Desde entonces, la ola de violencia ha decepcionado profundamente a los que tenían la esperanza de que la brutalidad vinculada al régimen de Mugabe desaparecería con él.
Mnangagwa, un exespía de 75 años y un firme defensor del partido en el Gobierno, ganó con un 50,8% de los votos y evitó por los pelos una segunda vuelta con el líder del Movimiento para el Cambio Democrático, Nelson Chamisa, de 40 años.
Chamisa, abogado y expastor (estudió teología), ganó el 44,3% de los votos, y ha afirmado que las elecciones han sido fraudulentas e ilegales. El viernes por la noche, Mnangagwa afirmó ante los periodistas que los electores lo habían votado libremente y habían sido unas elecciones justas.
Una brutal represión, “peor que con Mugabe”
Sibanda ha indicado que en sus 20 años como activista nunca había visto unas medidas represivas tan duras como las del pasado fin de semana. “El grado de represión es sobrecogedor, es peor que durante el régimen de Mugabe”, lamenta.
El domingo por la mañana, hombres no identificados y con armas de fuego y hachas irrumpieron en los hogares de conocidos simpatizantes de la oposición en Harare.
Estos mismos hombres detuvieron e interrogaron a familiares de Happymore Chidziva, un joven líder del Movimiento para el Cambio Democrático. Los llevaron hasta una fábrica abandonada y les dieron una brutal paliza. Más tarde los dejaron tirados en una rotonda.
“Ayer por la noche, seis hombres entraron en nuestras instalaciones. Otros tres se quedaron fuera. Querían saber el paradero de Happymore. Les dije que no lo sabía. Nos hicieron entrar en sus vehículos y nos llevaron hasta unas oficinas y nos golpearon”, explica a The Guardian Jethro Matanga, una víctima del ataque.
Por otra parte, grupos armados rodearon las casas de dos destacados líderes del partido de la oposición durante la noche. Asimismo, intimidaron a sus familiares.
Organizaron otras redadas en Marondera, en la provincia de Mashonaland Este, donde se ha denunciado la desaparición de varios jóvenes. Fuentes solventes de organizaciones de derechos humanos explicaron que en la provincia de Manicaland, una activista del Movimiento para el Cambio Democrático denunció que tanto ella como su marido fueron violados por hombres no identificados que entraron en su casa el domingo por la mañana.
Cornelius Gutha, portavoz de las juventudes del Movimiento para el Cambio Democrático explica que el partido está intentando confirmar algunas informaciones sobre desapariciones y ataques en el sur y el oeste del país. La jornada electoral fue pacífica. Sin embargo, dos personas fueron abatidas a tiros dos días más tarde cuando los soldados dispararon contra militantes del Movimiento para el Cambio Democrático que protestaban en el centro de Harare.
El jueves, la policía detuvo a 22 activistas en la sede del partido de la oposición. Se les acusa de participar en actos violentos e incitación a la violencia contra la policía. Las mujeres detenidas han sido trasladadas a una cárcel de máxima seguridad de Harare mientras que los hombres están retenidos en una prisión preventiva de la ciudad.
El domingo, la sede del partido de la oposición permaneció cerrada y vigilada por policías antidisturbios equipados con vehículos blindados y cañones de agua.
Mnangagwa, que espera atraer inversión privada, ha hecho unos esfuerzos monumentales para mejorar la imagen de su partido, que tiene la reputación de ser el instrumento político de Mugabe.
Un portavoz del ejército ha dicho que no se han desplegado soldados en zonas residenciales para golpear a la población. “Los hombres que se hacen pasar por soldados criminales deben ser delincuentes que quieren mancillar la imagen de las fuerzas de defensa de Zimbabue”, señala un portavoz a la prensa local.
El domingo por la tarde, los responsables de la policía no se presentaron a una rueda de prensa que ellos mismos habían convocado. Los periodistas nacionales e internacionales que se desplazaron hasta el lugar esperaron 90 minutos y después se fueron en señal de protesta.
El viernes pasado, la policía antidisturbios irrumpió en una rueda de prensa organizada por el partido de la oposición en un hotel en el centro de Harare.
El Gobierno de Zimbabue necesita legitimidad internacional si quiere conseguir rescates por valor de miles de millones de dólares y evitar el colapso económico. Estas acciones violentas han dado la vuelta al mundo y representan un revés. Algunas voces sugieren que estas acciones dejan entrever distintas facciones dentro de la élite gobernante.
“Nos votaron con total libertad y ganamos de manera justa y no tenemos nada que ocultar ni nada que temer”, concluyó el viernes Mnangagwa, diciendo que la libertad de opinión es una parte esencial del nuevo Zimbabue.
Traducido por Emma Reverter