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Trump-Abás: un líder palestino en crisis se reúne con el presidente estadounidense más proisraelí en décadas

Julian Borger

Las expectativas de los encuentros entre presidentes estadounidenses y líderes palestinos han sido bajas desde hace muchos años. Pero nunca tan bajas como en el caso de la primera reunión de Donald Trump con Mahmud Abás, argumentan expertos en Oriente Medio.

El presidente palestino llega este miércoles a la Casa Blanca enfrentándose a una crisis de legitimidad entre los palestinos y a nuevos retos a su liderazgo. Se reunirá con el presidente más abiertamente proisraelí de las últimas décadas, el cual se ha rodeado a sí mismo de asesores de Oriente Medio —el más importante su yerno, Jared Kushner— con fuertes vínculos al movimiento en favor de los asentamientos israelíes.

Donde una serie de hombres de Estado ha fracasado, Trump ha afirmado que Kushner será capaz de “negociar un acuerdo de paz en Oriente Medio”. Sin embargo, Dennis Ross, negociador de EEUU en Oriente Medio en tres administraciones anteriores afirma que pocas veces, si es que alguna, ha habido tan poca esperanza de lograr un gran pacto.

“No importa que le llames el acuerdo definitivo o el gran acuerdo”, cuenta Ross, que actualmente trabaja para el think tank Washington Institute for Near East Policy. “He estado trabajando en este asunto durante 30 años y puedo decir con seguridad que estamos en un momento bajo en la relación entre israelíes y palestinos, no en términos de violencia... sino en términos de desconfianza absoluta a ambos lados”.

“La combinación de las diferencias psicológicas, las diferencias prácticas sobre los problemas y las diferencias políticas hacen imposible que nos movamos de donde estamos hacia el acuerdo definitivo”, explica Ross.

Abás llega a Washington debilitado por una popularidad baja y menguante a nivel interno —no se ha sometido a elecciones desde 2005— y por la falta de control de la Autoridad Palestina sobre Gaza. Probablemente relacionará la presión que ha ejercido sobre el liderazgo de Hamás en Gaza con el comunicado de este lunes de la organización en el que acepta las fronteras de 1967 para el Estado palestino y, por lo tanto, reconoce tácitamente la existencia de Israel. Pero la concesión de Hamás llega en un momento en el que la solución de los dos Estados parece más lejana que nunca.

“Abbas llega en una posición débil por la división entre los palestinos, la cual no ha intentado solucionar”, afirma Rashid Khalidi, profesor Edward Said de estudios árabes modernos en la Universidad de Columbia. “La insolvencia de estos dos liderazgos, Fatah en Cisjordania y Hamás en Gaza, es bastante sorprendente. No tienen ninguna estrategia”, añade.

Trump aboga por un cambio en las negociaciones

Abás también está presionado por su propio partido, Fatah, especialmente por Maruán Barguti, que cumple una sentencia de 40 años de prisión en una cárcel israelí por llevar a cabo ataques letales a israelíes durante la segunda intifada. Barguti es percibido en Cisjordania como un reto de igual calibre para la autoridad de Abás como para el gobierno de Israel.

“La verdadera pregunta ahora es si va a haber algún tipo de elecciones”, señala Diana Buttu, una antigua asesora legal de la Autoridad Palestina que actualmente trabaja en el Institute for Middle East Understanding en Ramala. “Para Mahmud Abás, el asunto principal es que tiene que demostrar legitimidad. Ha estado tres legislaturas tras solo ser elegido para una. Siempre ha dicho que la legitimidad no solo la dan las urnas, algo con lo que no estoy de acuerdo, pero también puedes mostrar que eres un líder demostrando que estás haciendo cosas, que tienes diferentes programas y haciendo que el mundo te reconozca como un líder legítimo”, añade.

En estos términos, los analistas palestinos afirman que la invitación a la Casa Blanca ha sido recibida como un alivio en el ala de Abás, que tenía el miedo de que su líder fuese ignorado por completo por la administración de Trump, dañando aún más su posición a nivel interno.

Khalidi argumenta que una reunión con Trump no logrará reforzar la posición de Abás entre los palestinos. Si Abbas no logra impedir acciones radicalmente proisraelíes, tales como trasladar la embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén —medida defendida por David Friedman, el nuevo embajador de EEUU en Israel y antiguo abogado de Trump—, la reunión podría convertirse en una carga política para el líder palestino. El traslado de la embajada es una propuesta que la Casa Blanca sigue “discutiendo”, según afirmó este lunes.

“El objetivo inmediato en este punto es no sufrir golpes decisivos”, explica Daniel Levy, presidente de la organización US Middle East Project. “Como mínimo necesitan una administración estadounidense que opere bajo esa premisa, que no de carta blanca a la expansión de los asentamientos y que no se haga con toda la ciudad de Jerusalén”, añade.

Más recientemente, explica Levy, el liderazgo palestino ha tenido “un poco más de esperanza por que esta administración se ajuste al guión”. Pero este guión no ha generado progresos en las últimas dos décadas y los asentamientos israelíes en Cisjordania han seguido aumentando.

“En lo que respecta a Trump, Abás no va a obtener nada de esta reunión”, indica Buttu. “Trump ha dejado claro que no va a seguir el proceso de negociaciones seguido durante 25 años. A su vez, ha dejado claro a través del nombramiento de David Friedman que defiende la expansión de los asentamientos y que apoya una versión muy de derechas de Israel”, concluye.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti