El parlamento israelí niega la entrada a dos trabajadoras por sus vestidos “demasiado cortos”

Peter Beaumont

Jerusalén —

La seguridad del parlamento israelí impidió la entrada a dos mujeres que trabajan en la cámara como consejeras políticas por considerar que sus vestidos eran poco “modestos”. A las mujeres se les impidió la entrada a pesar de que llevaban vestidos que llegaban a la mitad del muslo. Ambas consejeras aseguran que ya habían llevado antes el mismo vestido para ir a trabajar.

Los críticos condenan los incidentes, independientes el uno del otro, como señal del creciente conservadurismo social y político del país en lo que a las mujeres se refiere.

Los incidentes ocurren después de que el mes pasado se introdujesen nuevas leyes para limitar el acceso a la Knéset a personas vistiendo “el atuendo adecuado”. Entre la vestimenta inapropiada se enumera: “Camisetas sin mangas o de tirantes, tops cortos, pantalones cortos o de tres cuartos, pantalones rasgados, camisetas con eslóganes políticos, faldas y vestidos cortos, chanclas o zuecos”.

En el primer caso, Shaked Hasson, consejera de la diputada de Unión Sionista Merav Michaeli, dice que se le impidió entrar a trabajar en el parlamento el pasado domingo. Hasson asegura que fue retenida en la entrada durante una hora, mientras cinco vigilantes de seguridad diferentes, todos hombres, la examinaban. Finalmente, los miembros de seguridad decidieron que su vestido era demasiado corto. La trabajadora afirma que el asunto solo fue resuelto cuando intervino la propia Michaeli.

La parlamentaria criticó la actitud de los vigilantes de seguridad en una publicación en Facebook, denunciando que habían humillado a su asistente. Acusó a los guardias de actuar como “policía del decoro”, añadiendo que “el código de vestimenta de la Knéset no podía ser utilizado como un medio para oprimir a las mujeres”. “No hace falta decir que los hombres no tienen que pasar por estos controles sobre sus cuerpos”, añadió Michaeli.

Fue entonces cuando otra consejera denunció haber sido enviada de vuelta a casa por vigilantes de seguridad del parlamento días antes de lo ocurrido a Hasson. Como en el caso anterior, los miembros de seguridad la examinaron y decidieron que su vestido era demasiado corto. Moira Silfen declaró al diario israelí Haaretz, el primero en publicar la noticia, que se le había hecho esperar 40 minutos en la entrada del edificio mientras dos guardias de seguridad la examinaban y decidían que su vestido era demasiado corto.

Según Silfen, una vez regresó al trabajo tras haber tenido que volver a casa para cambiarse, el jefe de seguridad del parlamento le pidió que no volviese a “molestar” al personal de seguridad.

“Me perdí una sesión del comité fundamental a la que tenía que asistir y fui enviada de vuelta a casa en deshonra porque el largo de mi vestido no les gustaba. Estaba vestida de forma totalmente apropiada”, declaró Silfen al diario Haaretz. “Me había puesto el mismo vestido decenas de veces para ir a la Knéset”, añadió.

Bajo las normas del parlamento, las visitantes y miembros del personal solo pueden ser cacheadas por otras mujeres del personal de seguridad. La administración de la Knéset ha negado que las nuevas normas tuviesen el objetivo de imponer una “vestimenta decorosa”, afirmando en un comunicado que “la actualización del código de vestimenta hace unas semanas tenía el objetivo de, en lo posible, clarificar las normas ya existentes, pero no pretendía introducir cambios significativos”.

“Además, los miembros del cuerpo de seguridad de la Knéset han sido formados para abordar las infracciones provocando el mínimo daño posible a la sensibilidad de los visitantes al edificio”, añade el comunicado. Tras la cobertura en los medios israelíes, la administración ha formado al personal de seguridad para aplicar el código “demostrando sensibilidad”.

El periódico Haaretz condenó este martes en un editorial la “humillación” sufrida por las dos mujeres, vinculándola a otras decisiones recientes que vulneran la participación de las mujeres en la sociedad.

“La humillación sufrida por Hasson y Silfen, al igual que algunos de los requisitos de vestimenta, reflejan un nuevo intento de minar la libertad de las mujeres bajo la excusa del decoro o la ofensa a la sensibilidad de las personas”, afirma el editorial.

“Esta tendencia, también reflejada en los esfuerzos para prohibir a las mujeres cantar en público y evitar que sirvan en el ejército en nombre del decoro es parte de un proceso más amplio para imponer la religión en el espacio público y una coerción chovinista”, añade.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti