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The Guardian en español

Qué puede pasar con Putin tras la muerte de Navalni

El presidente ruso Vladímir Putin en una visita a la empresa estatal Uralvagonzavod, la mayor productora de tanques del país.

Pjotr Sauer

19 de febrero de 2024 22:40 h

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Vladímir Putin sonreía y se mostraba inusualmente alegre el viernes, bromeando con los periodistas y elogiando a los trabajadores de una fábrica en Cheliábinsk, una ciudad de los Urales.

La confianza de Putin era inequívoca, señal de una convicción absoluta: mientras su ejército se imponía al de Ucrania en el campo de batalla, ese día se saldría con la suya tras la muerte en la cárcel de su mayor crítico.

Es posible que el mundo nunca sepa qué ocurrió exactamente el día de la muerte de Alexéi Navalni en una remota prisión del círculo polar ártico. Ni siquiera han permitido ver el cuerpo a su familia. Navalni pasó años soportando algunos de los peores excesos del sistema penitenciario ruso. El líder de la oposición fue objeto de un trato especialmente cruel en las cárceles del país, famosas por sus condiciones terribles.

Sean cuales sean las circunstancias de su fallecimiento, la opinión generalizada entre sus simpatizantes es que la responsabilidad es del Kremlin, después de años de malos tratos. “Putin mató a Alexéi Navalni”, dice Georgy Alburov, aliado de Navalni y uno de los investigadores de su Fundación Anticorrupción. “No hay duda de que se sabrá cómo lo hizo exactamente”.

Los líderes occidentales se hicieron eco de la opinión de Alburov y responsabilizaron directamente a Putin por la muerte de Navalni. “Que nadie se equivoque: Putin es responsable de la muerte de Navalni, Putin es responsable”, dijo el presidente de EEUU, Joe Biden.

Es probable que en el Kremlin se reciban encogiéndose de hombros, como mucho. Putin, que ya estaba en busca y captura tras la orden de la Corte Penal Internacional, acusado de supervisar secuestros de ucranianos, hace tiempo que dejó de buscar la aprobación de Occidente. Desde la perspectiva del Kremlin, Putin es el que lleva las riendas.

La muerte de Navalni ha sido un golpe devastador para la ya silenciada oposición del país y el control que Putin ejerce sobre la política nacional parece total ahora. En las elecciones de marzo será coronado como presidente para otros seis años, un plazo que le haría superar el mandato de Joseph Stalin, que murió en 1953 tras gobernar 29 años. Putin ya lleva 24 en el poder.

En Ucrania, que se está quedando sin ayuda vital, la moral ha empezado a resquebrajarse. A medida que se acerca el segundo aniversario de la invasión de Putin, el Ejército ucraniano se vio forzado el sábado a retirarse de Avdivka, una ciudad clave del frente. La decisión significó un duro golpe militar contra Kiev y entregó claramente a Putin la iniciativa de la guerra.

A medio plazo está también Donald Trump, que aún no se ha pronunciado sobre la muerte de Navalni y tiene posibilidades reales de convertirse en el próximo presidente de EEUU. Su victoria podría dar carta blanca a Putin en Ucrania y más allá.

El plan occidental de aislar a Putin y a su país, de convertirlo en un paria con sanciones globales que paralizarían la economía rusa, no ha tenido el resultado deseado. Putin ha cultivado nuevas alianzas y cortejado al sur global, recibiendo una gran bienvenida en dos países que antes eran aliados incondicionales de Occidente: Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos.

Agrandar la confianza de Putin

Tras la muerte de Navalni, Biden no tardó en admitir el viernes que sería difícil infligir a Rusia las “devastadoras” consecuencias que había prometido en 2021. “Estamos contemplando qué más se puede hacer”, dijo.

Es probable que su indecisión no haga sino agrandar la confianza de Putin. “Cuanto mayor es la impunidad de Putin, más agresivo se vuelve de manera inevitable”, dice Boris Bondarev, un ex alto diplomático de carrera que desertó del Kremlin tras la invasión de 2022. “Habiendo destruido a la oposición en casa, a continuación se va a centrar en los que se atrevan a hablar en el extranjero”.

Los socios de Putin parecen haberse contagiado de su estado de ánimo. “Rusia no le debe nada a nadie, empecemos por ahí”, escribió Margarita Simonyan, directora de la cadena estatal RT, después de que la OTAN comunicara que Putin tenía “preguntas graves que responder” sobre la muerte de Navalni. Aparentemente ajena a la polémica, Simonyan continuó diciendo que cinco “víctimas” de las investigaciones anticorrupción de Navalni ya le habían llamado para celebrar la muerte del líder opositor.

Muchos temen lo que está por venir tras la muerte de Navalni. “Un gobernante ruso envejecido y rodeado de aduladores, sin nadie que pueda controlar su capacidad de cometer errores fatales, podría embarcarse en los próximos años en medidas más imprudentes que todas las que hemos visto hasta ahora”, escribió Alexander Gabuev, director del Carnegie Russia Eurasia Center.

El destacado sociólogo ruso Greg Yudin lo expresó de manera más sombría: “En Rusia se suele decir que la noche es más oscura justo antes del amanecer; creo que es cierto, pero aún no conocemos la verdadera oscuridad. Parece que solo está empezando a oscurecer, el sol se fue”.

Traducción de Francisco de Zárate.

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