Aunque se la conozca como la ciudad de la luz o del amor, París es también –y demasiado a menudo– conocida como la ciudad del pis, la del olor a orina. Pero ahora la capital francesa tiene una nueva arma en su larga batalla contra “los salvajes del pipí” y su tradicional aunque técnicamente ilegal práctica de orinar en las calles.
El Uritrottoir, un orinal rectangular decorado por encima con un atractivo arreglo floral, tiene además la ventaja de que no sólo hace que orinar en la calle sea más civilizado, sino también ecológico.
Este jardín en miniatura se apoya sobre un contenedor cerrado relleno con paja seca, aserrín y trocitos de madera. Después de un tiempo de recibir líquidos, el contenido se recoge y se convierte en compost para utilizar en parques y jardines. También es importante mencionar que el material orgánico tiene un alto contenido de carbono que reduce el olor de la orina.
“Estamos haciendo compost, que es un fertilizante, así que esto es economía circular. Utilizamos dos productos de desechos, paja y orina, para generar algo que ayudará a crecer a las plantas,” explica Laurent Lebot, diseñador del Uritrottoir junto a Victor Massip, de la empresa Faltazi.
El producto viene en dos tamaños. Los diseñadores estiman, basándose en un promedio de 450 ml de orina por cada utilización, que el modelo grande podrá absorber la orina de unos 600 usuarios, mientras que el tamaño pequeño servirá para unos 300 usuarios.
Los orinales están recubiertos con pintura roja resistente a los grafitis y cuestan unos 3.000 euros por unidad. Los dos modelos tienen un sistema de monitoreo electrónico que envía una señal cuando la paja y el aserrín están empapados y se tiene que recoger el contenedor. También está disponible en un diseño especial para esquinas.
La SNCF, la empresa estatal francesa de ferrocarriles, ha instalado dos Uritrottoirs en uno de los puntos de París donde más se orina en la calle, afuera de la estación de Lyon, con la idea de probarlos y, si funcionan, posiblemente extender el sistema a otras estaciones y calles de la ciudad.
“Para la SNCF, la orina es un problema terrible”, le dijo Lebot a la cadena de televisión LCI. “La gente sale de marcha y luego hace pis en la estación antes de coger el tren para volver a casa. Huele fatal y gastamos fortunas en limpieza. Además, los vecinos se quejan”.
Otros tres de estos “orinales secos” están siendo probados en Nantes, la ciudad natal de los diseñadores en el oeste de Francia, afirma Massip, añadiendo que el diseño es una evolución de un prototipo anterior que habían fabricado para los festivales de rock del verano.
Desde 2006, en un esfuerzo por cortar el chorro, París ha instalado unos 400 lavabos públicos de uso gratuito llamados Sanisettes, que son independientes y se limpian solos. También se ha contratado un pequeño ejército de trabajadores de limpieza que desinfecta y desodoriza miles de metros cuadrados de paredes y aceras cada mes.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, la orina se filtra por el suelo y el olor perdura, especialmente en verano. Lebot dice que se han probado todo tipo de soluciones, desde pinturas hidrofóbicas hasta paneles metálicos, pero nada ha funcionado. “Los borrachos siguen haciendo pis”, asegura. “La gente podrá reírse de nuestra solución, pero puede funcionar”.
Sin embargo, admitió que el Uritrottoir no es una solución total. “Pensábamos que este problema involucraba sólo a los hombres”, señaló. “Pero parece que no es así. No hemos resuelto el problema de forma completa. Para las mujeres, la solución no es tan simple”.
Traducido por Lucía Balducci