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El plástico contamina cada rincón del planeta

Los seres humanos han producido suficiente plástico desde la Segunda Guerra Mundial para envolver la Tierra en su integridad con una capa de film transparente, como ha revelado un estudio internacional. Según los científicos, esta capacidad de plastificar la tierra es alarmante, ya que pone de manifiesto que la acción humana está teniendo ahora un impacto dañino para el mundo.

La investigación, publicada en Anthropocene, muestra que no existe un rincón del planeta libre del azote de los desechos plásticos. Por todas partes hay contaminación de restos de contenedores de agua, bolsas de supermercado, masas de poliestireno, discos, filtros de cigarrillos, nailon y otros plásticos. Algunos tienen forma de partículas microscópicas y otros de bloques compactos. El impacto es, a menudo, altamente dañino. 

“Los resultados han sido una gran sorpresa”, ha declarado el autor principal del estudio, el profesor Han Zalasiewicz, de la universidad de Leicester. “Somos conscientes de que los humanos han ido produciendo una creciente cantidad de diferentes tipos de plástico –desde baquelita hasta bolsas de polietileno y PVC– durante los últimos 70 años, pero no tenemos ni idea de hasta dónde llegan cuando viajan a lo largo del planeta. No solo han flotado sobre los océanos, también se han hundido en la parte más profunda del suelo marino. No es precisamente un síntoma de que nuestro planeta esté en las condiciones más saludables”.

Una nueva era de la contaminación

El punto principal de las conclusiones del estudio es que la aparición del plástico puede ser considerada ahora como el marcador de una nueva era. Zalasiewicz es el presidente de un grupo de ecologistas que evalúa si la actividad humana ha embarcado al planeta en una nueva época geológica llamada Antropoceno, que pondría fin al Holoceno que empezó hace unos 12.000 años.

La mayoría de los miembros del equipo de Zalasiewicz asegura que la era del Antropoceno ha llegado, y este mes han publicado un artículo en la revista Science donde argumentan que la actividad humana tras la guerra demuestran que nuestra especie está alterando la geología. En particular, los isótopos radiactivos emitidos por las bombas atómicas han dejado un potente rastro en la superficie que servirá como vestigio para las próximas civilizaciones. 

Además, el aumento del dióxido de carbono en el océano, la fabricación masiva de hormigón y el uso generalizado del aluminio son también destacados como factores indicativos del nacimiento del Antropoceno. Otros impactos medioambientales menores, incluida una mayor utilización del plástico, eran también mencionados en el artículo.

Pero Zalasiewicz asegura que las simples bolsas de plástico y los envases de bebidas juegan un papel más importante en la transformación del planeta del que se les había atribuido. “Pensemos en esos peces en el mar. Una grave proporción de ellos tienen plástico en su interior. Piensan que es comida y se lo tragan, igual que las aves marinas alimentan a sus crías con plástico. Después, una parte se transforma en excrementos que terminan hundiéndose en las profundidades del océano. Así, el planeta está siendo cubierto lentamente de plástico”, detalla el científico. En total, más de 300 millones de toneladas de plástico son fabricadas cada año, expone el documento 'El ciclo geológico del plástico y su uso como medidor estatigráfico del Antropoceno'.

“En 1950, prácticamente no producíamos nada. Es un aumento increíble”, añade Zalasiewicz. “Ese total anual de 300 millones de toneladas se acerca al peso de toda la población del planeta. Y la producción de plástico solo va a crecer más. La cantidad total de plástico producida desde la Segunda Guerra Mundial es de 5.000 millones de toneladas y es muy probable que alcance los 30.000 millones para finales de siglo. El impacto será colosal”.

El documento pone de manifiesto que el plástico se encuentra actualmente en el suelo del océano, en islas remotas, donde es enterrado en vertederos y tras la cadena alimentaria. Incluso las regiones polares, consideradas como zonas vírgenes, se están viendo afectadas. En 2014, los investigadores encontraron “significativas” cantidades de partículas de plástico cristalizadas en el Océano Ártico, que habían sido arrastradas desde el Océano Pacífico.

La fauna salvaje se adapta en ciertos casos a la propagación del plástico. Por ejemplo, en islas como la británica de Diego García, los cangrejos ermitaños han empezado a usar las botellas de plástico como caparazón. Sin embargo, la gran mayoría del impacto en los seres vivos es nocivo. Las criaturas, desde aves marinas hasta tortugas, se enredan en los residuos y se hunden o se asfixian hasta morir. “La cuestión es que el ciclo de degradación del plástico es muy lento, así que vamos a permanecer estancados en este problema durante mucho tiempo”, sentencia Zalasiewicz.

Traducción de: Mónica Zas