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Hay unas 100.000 personas en celdas de aislamiento solo en Estados Unidos

The Guardian

Caroline Davies —

El régimen de aislamiento consiste en apartar a personas en celdas cerradas entre 22 y 24 horas al día, prácticamente sin ningún contacto humano, durante periodos de tiempo que van de días a décadas. Pocos sistemas penitenciarios usan ese término; hablan en su lugar de “segregación” carcelaria o ubicación en “alojamiento restrictivo”. Como se puede hacer por razones punitivas, disciplinarias o supuestamente protectoras, los nombres varían. Sea cual sea la terminología, la práctica implica una intención deliberada de limitar el contacto social durante un periodo de tiempo determinado o indeterminado.

¿Cuántas personas están bajo este régimen?

El número de personas en aislamiento en Estados Unidos es muy difícil de determinar. La falta de información fiable se debe a las diferencias entre unos Estados y otros y a las limitaciones en la recopilación de datos y en la idea de qué constituye un régimen de aislamiento. Dicho esto, las estimaciones disponibles en este momento apuntan a que entre 80.000 y 100.000 personas encarceladas están retenidas bajo algún tipo de aislamiento.

En 2015, el Programa de Interés Público Arthur Liman, de la Facultad de Derecho de Yale, y la Asociación de Administradores Penales Estatales publicaron un informe que indicaba que entre 80.000 y 100.000 personas estaban en alojamiento restrictivo en las cárceles estatales en 2014. Esa estimación es una extrapolación de datos obtenidos de 34 Estados, que acogen al 73% de todos los reclusos. El estudio encontró a más de 66.000 personas en régimen de aislamiento. Esta cifra no incluye las cárceles locales de corta estancia ni los centros de menores, los militares o los de inmigrantes. La duración de los periodos de aislamiento va de algunos días a varias décadas, pero hay pocos datos precisos.

¿A quién se recluye en régimen de aislamiento?

Los hombres y mujeres encarcelados pueden ser recluidos en aislamiento completo durante meses o años no solo por actos violentos, sino también por contrabando, por dar positivo en pruebas de drogas, por ignorar órdenes o por blasfemias. Otros han acabado bajo ese régimen por tener enfermedades mentales no tratadas, ser niños con necesidades de “protección”, ser gay o transgénero, ser musulmanes, por sus ideas políticas o por haber denunciado violaciones o maltrato por parte de funcionarios de prisiones.

Los periodos de aislamiento se basan en acusaciones impuestas, adjudicadas y aplicadas por funcionarios de prisiones con poca o ninguna supervisión exterior. Muchos sistemas penitenciarios tienen un proceso de audiencia, pero a menudo eso es solo simbólico. Los funcionarios hacen de fiscal, juez y jurado al mismo tiempo, y pocas veces se permite que los reclusos tengan representación legal.

¿Cómo son las condiciones?

La vida en aislamiento supone estar hasta 24 horas al día en una celda. Las personas retenidas bajo ese régimen en las prisiones federales, por ejemplo, suelen pasar dos días a la semana en completo aislamiento y 23 horas diarias en su celda los cinco días restantes, con una hora en el exterior para hacer ejercicio. Esa actividad física la suelen desarrollar solos en una sala de ejercicios o en un espacio vallado. A algunos prisioneros se les escolta esposados a la ducha, mientras que otros tienen duchas en sus celdas. Pueden no permitirles salir de estas para recibir visitas o para hacer llamadas telefónicas.

Las celdas de aislamiento suelen medir unos 2x3 metros. Algunas tienen barras, pero es más frecuente que tengan puertas firmes de metal. Las comidas les llegan por ranuras de esas puertas, al igual que cualquier comunicación con el personal de prisión. Dentro de esas celdas, viven en inactividad forzosa, puesto que les niegan la oportunidad de trabajar o asistir a actividades de la prisión. A veces les prohiben tener televisión, radio, obras de arte o incluso leer en sus celdas.

¿Cuáles son los efectos psicológicos?

Un estudio realizado a partir de numerosas entrevistas con personas detenidas en las unidades de seguridad de la cárcel de Pelican Bay, en el norte de California, halló en 1993 que el aislamiento induce un trastorno psiquiátrico caracterizado por hipersensibilidad a los estímulos externos, alucinaciones, ataques de pánico, déficits cognitivos, pensamiento obsesivo, paranoia y muchos más problemas físicos y psicológicos. La evaluación psicológica de los hombres en situación de aislamiento en Pelican Bay indicaba altos índices de ansiedad, nerviosismo, reflexión obsesiva, ira, fantasías violentas, pesadillas, problemas de sueño, mareos, sudor de manos y palpitaciones del corazón.

El doctor Craig Haney, en su testimonio frente al Comité de Seguridad Pública de la Asamblea de California en agosto de 2011, habló de los efectos del régimen de aislamiento. “En resumen, los reclusos en estas unidades se quejan de sensaciones crónicas y abrumadoras de tristeza, desesperación y depresión”, afirmó. “Los índices de suicidio en las unidades de aislamiento de California son con diferencia los más altos de cualquier prisión del país. Muchas personas detenidas en estas unidades de aislamiento se vuelven profundamente paranoicas, están muy ansiosas y tienen miedo de las personas, en los pocos momentos en los que les permiten contactar con ellas. Algunos empiezan a perder la cordura y se desequilibran”.

¿Se recluye en aislamiento a personas con enfermedades mentales?

Sí, a muchas. En los últimos 30 años, las cárceles se han convertido en los mayores centros psiquiátricos de EEUU, y las celdas de aislamiento en concreto acogen actualmente a miles de personas con enfermedades mentales. En un informe de 2003, Human Rights Watch calculó, a partir de datos públicos estatales, que entre un tercio y la mitad de los reclusos en aislamiento tenían algún tipo de enfermedad mental.

¿Cuánto cuesta?

No solo es que las unidades de aislamiento son más caras de construir que las normales. También cuesta mucho más alojar a alguien en aislamiento que con el resto de reclusos. A nivel nacional, se ha estimado que el coste medio de un año en este régimen cuesta a los contribuyentes 75.000 dólares (unos 65.000 euros).

Este texto se ha elaborado con ayuda de la información proporcionada por Solitary Watch

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo