Un hombre trastornado con un fusil de tipo AR-15 caminó en 1966 por un sitio histórico muy conocido, disparando en el bar y en la tienda de regalos. Mató a 35 personas y 19 resultaron gravemente heridas.
El líder conservador del país impulsó de inmediato cambios en las leyes de control de armas. El principal de ellos fue la prohibición y la obligación de recomprar más de 600.000 rifles semiautomáticos y otras armas largas, que luego fueron fundidas. En total, según el estimado de una investigación, el gobierno terminó destruyendo cerca de un millón de armas, aproximadamente un tercio del total existente en el país.
Esto sucedió en Australia, un país que no volvió a tener otro asesinato en masa desde entonces. Los políticos se preguntan una y otra vez: ¿Por qué Estados Unidos no puede hacer lo mismo?
“Sabemos que otros países, en respuesta a una matanza, fueron capaces de aprobar leyes que prácticamente eliminaron los asesinatos en masa. Amigos nuestros, aliados nuestros: Reino Unido, Australia...”, dijo Barack Obama tras la matanza en una universidad de Oregon. “Desde luego, Australia es un ejemplo que vale la pena tener en cuenta” dijo Hillary Clinton ese mismo mes.
En un ataque a la inacción política de Estados Unidos, la semana pasada la humorista Samantha Bee se preguntaba por qué una ciudad tras otra debían tener su “turno” de presenciar un asesinato masivo. En Australia, dijo “el Parlamento aprobó estrictas leyes de control de armas y no han tenido otra matanza desde entonces”.
Una razón por la que Estados Unidos no podría imitar a Australia es meramente política: los defensores del derecho a tener armas en Estados Unidos dicen que este tipo de confiscación provocaría una “guerra civil”. “Sería confiscación de propiedad privada y amenaza de cárcel, y así no se manejan las cosas en Estados Unidos”, explica Philip Alpers, un investigador sobre violencia armada de la Universidad de Sydney.
Pero existen otras razones por las cuales Australia no es un buen modelo para el control de armas en Estados Unidos. Como parte de una investigación de The Guardian sobre qué es necesario para romper el círculo en el debate por el control de armas en Estados Unidos, primero estudiamos la forma en que los padres de los niños asesinados en la escuela Sandy Hook están intentanto promover el debate, en parte luchando por leyes que no habrían salvado a sus hijos. Hoy estamos estudiando más en profundidad la realidad detrás de los números de muertes por armas de fuego en Estados Unidos y por qué restringir el debate a los asesinatos en masa puede evitar salvar más vidas.
Un problema más grande
El problema de las armas en Estados Unidos es muchísimo mayor en escala que el que tenía Australia. En EEUU se calcula que más de 10.000 ciudadanos serán asesinados con armas de fuego este año. Otros 20.000 usarán las armas para suicidarse. El total de muertes por armas de fuego y heridas violentas llegará a 100.000.
Incluso antes de la “gran fundición”, según un investigador australiano, la tasa de homicidios con armas per capita de Australia era mucho menor que la de Estados Unidos. Las armas cortas ya estaban estrictamente controladas.
En 1995, antes de implementar la recompra de armas, Australia tenía 67 asesinatos armados, menos que el total de asesinatos del año pasado en la ciudad de Oklahoma. Luego de que Australia recomprara casi un millón de armas, con un costo de cientos de millones de dólares, la tasa de asesinatos armados del país bajó a casi la mitad, de 67 a unos 30 asesinatos armados por año. Los investigadores todavía debaten hasta qué punto ese descenso puede atribuirse a las nuevas políticas de control de armas, ya que la tendencia de la tasa de asesinatos armados ya era a la baja.
Estados Unidos además tiene un número de armas tremendamente mayor. Para que Estados Unidos pudiera sacar de circulación y destruir la misma proporción de armas de fuego que Australia, tendría que recomprar 90 millones de armas, según un importante investigador australiano, con un costo que se acercaría a los miles de millones de dólares si el gobierno recomprara las armas a precio de mercado.
Estados Unidos no tiene solamente un problema de asesinatos en masa, sino un enorme y multifacético problema de violencia armada.
Los asesinatos en masa son un fenómeno alarmante y en crecimiento en Estados Unidos. En un conteo meramente numérico, el país ha sufrido más de 1.000 matanzas en 1.260 días. Según una definición más estricta, el número es menor pero igualmente preocupante: 19 matanzas públicas desde la masacre en la escuela Sandy Hook en diciembre de 2012.
Pero aún bajo cualquier tipo de definición, solo son un pequeño porcentaje del número total de muertes por armas de fuego.
Estados Unidos podría terminar con los asesinatos en masa hoy mismo y aún así las cifras de violencia armada seguirían siendo mucho más altas que las de otros países ricos.
Los números no cuadran
Por qué centrar el debate sobre el control de armas en las matanzas pasa por alto el problema principal:
- La tasa de muertes por armas de fuego ronda los 10,4 cada 100.000 desde 1999, según el CDC.
- En términos absolutos, se pierden unas 33.500 vidas por año. Equivale a una muerte cada 15 minutos.
- Aproximadamente, el mismo número de personas muere en las carreteras de EEUU.
- Aproximandamente el 4% de las muertes están catalogadas por el CDC como “no intencionales”, resultado de “intervención legal” (por ejemplo, por acción policial en cumplimiento de su deber) o por causas indeterminadas.
- Casi dos tercios de las muertes –una proporción que ha aumentado desde 1999- son suicidios. El resto –unas 11.000 muertes al año- son homicidios.
- Los asesinatos en masa, definidos por la base de datos de asesinatos en masa Mother Jones como “matanzas aparentemente indiscriminadas en lugares púbicos” en los que mueren tres o más personas, muestran un panorama alarmante, con matanzas en aumento tanto en frecuencia como en número de muertos.
- En lo que va de 2016, la cuenta incluye las 49 muertes en Orlando, 3 en Hesston, Kansas y 6 en Kalamazoo, Michigan.
- Pero al lado de las miles de vidas que se pierden cada año por suicidios y otros actos de violencia común, está claro que las matanzas son solo una pequeña parte del problema de armas en Estados Unidos.
Existe una cruda disparidad racial en la violencia armada
La mayoría de la violencia armada en Estados Unidos está concentrada en los barrios más pobres y más segregados racialmente, lugares con altas tasas de desempleo, con sistemas educativos en crisis y altos niveles de desconfianza entre los oficiales de la policía y los ciudadanos.
Los afroamericanos, que representan un 13% de la población total, constituyen más de la mitad de las víctimas de asesinatos con armas de fuego. Aproximadamente 15 de cada 30 estadounidenses asesinados con armas cada día son hombres negros.
La violencia armada en Estados Unidos, en palabras del criminólogo Frank Zimring, es otro impuesto regesivo para los pobres. Algunos barrios negros han experimentado tanta violencia que sus habitantes tienen síntomas de estrés postraumático con cifras similares a las de los veteranos de guerra.
Como la violencia armada diaria está concentrada en barrios segregados racialmente, es fácil para millones de estadounidenses pensar que no los afectará. “En cuanto es una guardería cualquiera la que puede estar en peligro, nos aterrorizamos mucho más, porque no hay clase social ni residencia geográfica que nos salve”, dice Zimring.
Demasiado énfasis en los asesinatos en masa tiene un costo
El debate sobre el control de armas en Estados Unidos sigue dando vueltas alrededor de las circunstancias de las matanzas que están actualmente en las noticias. ¿Vale la pena sacar una nueva ley para el control de armas, o no? Depende de si hubiera prevenido esta matanza en particular. Aunque es una respuesta humana y entendible, es una pésima forma de afrontar la tarea de salvar vidas.
La conmoción y el horror luego de un asesinato en masa lleva a obsesionarse con los peligros de los rifles de tipo militar –aunque los rifles de cualquier tipo fueron usados en menos del 3% de las muertes con armas en 2014, según cifras del FBI.
Reducir el foco de atención a las matanzas también alimenta la percepción pública de que las enfermedades mentales dominan la violencia armada. Pero los expertos advierten que incluso si se pudiera curar milagrosamente la esquizofrenia, el desorden bipolar y la depresión en Estados Unidos, la violencia en el país solo se reduciría en un 4%.
El debate llevado a cabo tras una matanza también ha dado pie a una gran inversión pública para proteger y fortificar escuelas públicas, aunque estadísticamente una escuela típica puede tener un estudiante homicida una vez cada 6.000 años, según el experto en seguridad Dewey Cornell.
Desde la matanza en el instituto Columbine en Colorado en 1999, el Departamento de Justicia ha invertido cerca de mil millones de dólares en colocar policías en escuelas, aunque Cornell advierte que hay poca evidencia de que estas medidas de seguridad reduzcan el crimen.
El foco político en los asesinatos en masa puede incluso socavar políticas que están dirigidas al panorama de violencia general. Los que se oponen a las verificaciones universales de antecedentes han intentado debilitar el intento de reforma demócrata señalando que las armas compradas por los asesinos en masa a menudo se han comprado legalmente. Pero ese no es el problema principal. Expandir las verificaciones de antecedentes en las ventas privadas de armas es una estrategia diseñada para acabar con el mercado ilegal de armas usadas en la violencia armada diaria.
Un debate sobre las armas con foco en los asesinatos de más alto perfil también juega a favor de la Asociación Nacional del Rifle, cuyos líderes argumentan que los estrictos controles de armas en Europa no evitaron que los terroristas de París consiguieran armas.
Puede ser cierto. Pero la tasa de homicidios armados en Estados Unidos es 16 veces más alta que en Francia, según estadísticas del FBI y de Gunpolicy.org.
Para salvar más vidas, lo que hay que combatir es la violencia diaria, no solo los asesinatos en masa.
Traducción de Lucía Balducci