Los solicitantes de asilo en la ciudad galesa de Cardiff han sido identificados con llamativas pulseras de colores que deben llevar en todo momento, en una práctica que recuerda a las controvertidas “puertas rojas” de Middlesbrough y ha sido el desencadenante de situaciones de acoso y abusos por parte de algunos ciudadanos.
Los solicitantes de asilo recién llegados a la capital de Gales, acogidos por Clearsprings Ready Homes -una empresa privada contratada por el Ministerio del Interior- han sido obligados a llevar las pulseras a cambio de recibir comida. Estas pulseras son la única garantía para que los refugiados puedan comer tres veces al día, ya que no pueden trabajar ni recibir otra fuente de ingresos.
Esta polémica se produce después de que los refugiados se quejaran por que sus casas habían quedado señaladas al darse cuenta la gente de que todas tenían pintada la puerta principal del mismo color rojo, por decisión de la empresa responsable de su alojamiento, G4S.
Eric Ngalle, de 36 años, vivió un mes en Lynx House en Cardiff -una casa de acogida inicial para los solicitantes de asilo- antes de ser reconocido como refugiado en noviembre de 2015. Ahora trabaja como escritor y está produciendo una obra de teatro con el Consejo de Artes de Gales. “Mi estancia en Lynx House fue una de las experiencias más horribles de mi vida. Odiaba llevar la pulsera y cuando a veces me negaba, se llevaban la comida. Presenté una queja sobre las pulseras a Clearsprings, pero no hicieron nada. Teníamos que caminar 10 minutos desde el albergue de Lynx House para conseguir la comida y salir a calle con las pulseras a la vista”, relata Ngalle.
“Pasábamos por una calle que a menudo tiene mucho tráfico. A veces los conductores, al ver las pulseras, tocaban el claxon y nos gritaban por la ventanilla cosas como 'vete a tu país'. Algunas personas nos hacían comentarios realmente desagradables”, recuerda el escritor.
“Si te quitas la pulsera, no te la puedes volver a poner, así que si quieres comer tienes que llevarla todo el tiempo. Marcarles así de manera cotidiana con etiquetas plateadas, rojas o azules, solo sirve como recordatorio de que siguen llevando el traje de los marginados”, afirma Ngalle.
“La pulsera es discriminatoria”
Maher, de 41 años, que estuvo alojado en Lynx House hasta obtener recientemente la condición de refugiado, ha declarado que estaba furioso por tener que llevar esas pulseras. “Cuando caminas por la calle, la gente sabe quién eres y dónde vives. Sentimos que no somos iguales a los demás en esta comunidad. Siempre intentaba esconder la banda para que nadie pudiese verla”, relata.
Los solicitantes de asilo en Gran Bretaña no tienen permitido trabajar o solicitar las retribuciones normales. Algunos reciben pequeñas cantidades de dinero o una tarjeta para comprar en supermercados. Sin embargo, los recién llegados, que son alojados en los conocidos como albergues iniciales por el Ministerio del Interior, no cuentan siquiera con estas asignaciones o tarjetas. En cambio, son admitidos en instalaciones parecidas a hostales en las que se les dan tres comidas al día.
Mogdad Abdeen, activista sudanés por los derechos humanos de 24 años, pasó tres meses en Lynx House a finales del pasado año. Ahora ha sido desplazado a un albergue diferente en Cardiff mientras espera la resolución de su solicitud. “La pulsera es discriminatoria, así de simple. Si no hay pulsera, no hay comida. Nos hacían sentir como seres humanos de segunda clase”.
“En Lynx House tienen miedo de encontrarse a gente nueva que pueda ver las pulseras y causarles problemas”, afirma el joven. “A veces, cuando esperábamos en la cola de la comida fuera de Lynx House, la gente gritaba desde sus coches '¡refugiados, refugiados!'. Cuando nos quejábamos de las pulseras, nadie nos escuchaba”.
Casi todos los inquilinos de Lynx House rechazaron ser identificados en el artículo por miedo a recibir castigos al relatar su experiencia. En cambio, aceptaron ser fotografiados llevando las pulseras.
Las asociaciones se levantan contra el Ministerio
“Hemos planteado nuestras inquietudes sobre las pulseras ante el Ministerio del Interior y Clearsprings, pero han estado lejos de tomar cartas en el asunto”, ha explicado Chloe Marong, coordinadora del Trinity Centre en Cardiff, que ofrece apoyo a solicitantes de asilo y refugiados. “Estas pulseras señalan a los solicitantes de asilo y los estigmatizan aún más en un entorno de por sí hostil”, enfatiza Marong.
Adam Hundt, del despacho de abogados Deighton Pierce Glynn, ha declarado su “preocupación por esta práctica de la que se nos ha informado y que estamos investigando. Los solicitantes de asilo son un colectivo asustado y vulnerable, y lo último que quieren es ser apartados de la ciudadanía”. “En algunas zonas puede ser incluso peligroso para ellos, así que resulta fácil de entender el sentimiento de los demandantes cuando son señalados con estas llamativas bandas, que no les transmiten una sensación de bienvenida y les avergüenzan. Es particularmente alarmante que estas pulseras se relacionen con la idea de conseguir comida o de pasar hambre. Tendría que ser posible dar con un sistema para asegurar la manutención de estas personas sin necesidad de humillarles públicamente y perjudicar sus relaciones interraciales”, sostiene el abogado.
Según el director de operaciones de Cleasrprings Ready Homes, Gran Bretaña “ha acogido un importante número de solicitantes de asilo durante los últimos meses. Con tal volumen de gente en los albergues de alojamiento inicial, incluso la población en Cardiff ha aumentado rápidamente”.
“Clearsprings ha tomado medidas, acordadas con el Ministerio del Interior, para aumentar el espacio en relación con esta demanda y ofrecer un servicio de buffet en los albergues”, declaran desde la empresa. “Los clientes del autoservicio reciben prestaciones a modo de cupones de supermercados, y aquellos con pensión completa en las instalaciones son identificados con una pulsera de colores, que no tienen ningún tipo de marca o inscripción que se refiera a su utilidad u origen. Se requiere que los clientes con pensión completa muestren sus pulseras para poder acceder a la comida en el restaurante”, añaden.
La compañía ha afirmado que este sistema lleva operando desde mayo de 2015 por el aumento de solicitantes de asilo. “Como objetivo habitual de las inspecciones del Ministerio de Interior, se nos exige de forma contractual someternos a una supervisión estricta de las provisiones en los albergues y rectificar cualquier defecto dentro del contrato”, cuentan desde Clearspring.
El Ministerio del Interior se ha negado a hacer comentarios.
Traducción de: Mónica Zas