John Dore comienza su viaje hacia el enorme y lujoso aeropuerto internacional Hamad, en Doha, para recibir el vuelo que llega a las 20 horas desde Los Ángeles con escala en la ciudad belga de Lieja.
Ataviado con un sombrero de paja con una pequeña chapa metálica en forma de trébol, en homenaje a sus raíces irlandesas, Dore no va a recibir a familiares ni amigos. Ni siquiera a seres humanos. Es un rebaño de 120 vacas.
Pocos hubiesen pensado que un agricultor de 58 años oriundo del condado irlandés de Kildare se convertiría en una figura central en un conflicto entre monarquías del Golfo Pérsico, pero como director general de la extensa granja Baladna, a 60 kilómetros al norte de Doha y en medio del desierto, Dore juega un papel crucial en la lucha de Qatar por la supervivencia política.
La seguridad alimentaria se ha convertido en una meta imprescindible para un país enfrentado al boicot terrestre, aéreo y marítimo impuesto en junio por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Egipto y Bahréin. Se trata de un extenso y creciente conflicto geopolítico en torno a la financiación del terrorismo, la organización del Mundial de fútbol, el papel de los Hermanos Musulmanes, Irán y hasta el futuro del periodismo en Oriente Medio.
Que Qatar pueda o no soportar el boicot dependerá de la capacidad de la economía de este pequeño Estado, hasta ahora en auge, para sobrevivir no solo al bloqueo físico, sino también a la retirada de las inversiones financieras de sus vecinos saudíes y de los Emiratos. Si logra mantener a flote su economía, crecerán las posibilidades de que Doha mantenga su independencia en política exterior y obligue a los saudíes a una lenta, aunque disimulada, marcha atrás.
Como se ve en los rascacielos de Doha, Qatar no es un país que haga las cosas a medias. Power International Holding, la gigantesca casa matriz detrás de la granja Baladna está gastando mucho dinero en el desafío. Qatar dependía de Arabia Saudí para su abastecimiento de productos lácteos y en un primer momento tuvo que contar con la generosidad de los aliados regionales que le quedaban, especialmente Irán y Turquía. Dore está importando vacas de EEUU tan rápido como puede. Además, el próximo verano piensa sumar otras 10.000 vacas a sus actuales 4.000 cabezas de ganado, capaces de abastecer por sí solas entre un 30% y un 40% del mercado de los lácteos qatarí. Con las próximas 10.000, prácticamente cubrirá la demanda de lácteos de toda la población: 2,3 millones de personas.
Miles de vacas se están trasladando a las granjas, donde los soldadores todavía están terminando el cercado. Para mantener a raya el calor abrasador y la humedad, los cobertizos están refrigerados con pulverizadores de agua y unos ventiladores gigantescos.
Las vacas reciben pienso seco y se les ordeña de forma mecánica con máquinas rotativas de última generación capaces de trabajar 24 horas al día. Una sala permite que las curiosas familias qataríes vean el proceso de ordeño. En otro lugar de la amplia instalación de 70 hectáreas, un gran grupo de excavadoras allana el terreno para preparar la construcción de más casetas para el ganado.
El boicot podría ser bueno
Todo el proceso parece más una línea de producción automotriz que un paisaje del pintor John Constable. Pero las tierras de cultivo arable a nivel industrial, pensadas para las zonas áridas de EEUU, se expanden rápidamente por todo Oriente Medio.
Según Dore, “en cierta manera, el boicot ha sido bueno para Qatar. Sirvió como un toque de atención para todo el país. Les ha permitido darse cuenta de todas las oportunidades que hay, y no solo en agricultura. Casi el 80% de los alimentos provenía de sus vecinos. A veces, se necesita una guerra o la amenaza de una guerra para hacer que los países le presten atención a la seguridad alimentaria. Fíjense en la Política Agrícola Común de Europa”.
En su opinión, “los que han tirado piedras contra su propio tejado son los saudíes”. “Si se levantara el bloqueo, habría tanto orgullo nacionalista y sentimiento a favor de Qatar que la gente compraría los lácteos qataríes y no los saudíes. Creo que el clima cambiará completamente. Nuestro desafío es conseguir la leche necesaria. Si podemos hacer la leche necesaria, el pueblo de Qatar la comprará”.
Dore dice que su granja será más productiva que sus equivalentes saudíes: un trabajador cada 75 vacas en vez de uno cada 45 vacas. Además, las vacas de Dore estarán sobre colchonetas de goma y unos recogedores automáticos retirarán sus desechos. “Produciremos el abono suficiente para hacer que Qatar se vuelva verde”, asegura Dore.
El autoabastecimiento alimentario será solo una muestra de la capacidad de Qatar para soportar el bloqueo comercial y, tal vez, salir de esta situación fortalecido y preparado para recibir a cientos de miles de personas en el Mundial de Fútbol de 2022.
A pesar de las grandes reservas fiscales y de gas, la economía qatarí sintió el golpe en los primeros momentos. Durante unos meses hubo pánico y una importante fuga de depósitos bancarios. De los 340.000 millones de dólares que tiene el país en reservas para aliviar presiones sobre el tipo de cambio y amortiguar el impacto de la retirada de inversiones, Moody’s publicó que el banco central y los fondos públicos tuvieron que inyectar en esos momentos 38.500 millones en la economía.
Otra señal de las presiones fue la bajada en el mercado de valores de Doha. Aunque recientemente se ha recuperado levemente, en septiembre llegó a su punto más bajo en cinco años. El crecimiento del PIB se redujo hasta llegar a un 0,6% en el segundo trimestre del año en comparación con el 2,5% del primer trimestre, lo que llevó a pronosticar que el crecimiento anual sería del 2%, el porcentaje más bajo desde la crisis financiera de 2008. A pesar de la cantidad de grúas de construcción en el horizonte, los valores de las propiedades se han desplomado un 4,7% durante el último año, la mayor caída en cinco años.
Parte de esa caída sucedió antes del boicot, pero Yousuf Mohamed al Jaida, director ejecutivo del Qatar Financial Center (QFC), dice que toda la región se ha hecho daño a sí misma. “Los países que componen el Consejo de Cooperación del Golfo (GCC) solían ser los más seguros del mundo. En términos de reputación, a los ojos del mundo, la situación actual ha cambiado. Una gran cantidad de empresas ha tenido que rectificar su valoración de riesgos”.
La economía de mayor crecimiento en el mundo
“El sector financiero de Qatar se estabilizó, la apertura de nuevos puertos, en especial el de Omán, ayudaron con la logística, reemplazando al puerto de Jebel Ali en Dubái… Con crisis o sin crisis, en este momento la desaceleración del crecimiento era algo positivo”.
“Durante los últimos 15 años fuimos la economía de más rápido crecimiento del mundo. Hablamos de una economía que, en el año 2000, era de 6.000 millones de dólares y que en 2015 pasó a ser de 200.000 millones de dólares. Pero nada esencial ha cambiado. Hasta ahora, no hemos perdido ni un solo envío de energía. Los países que impusieron el bloqueo trataron de que las empresas eligieran: o ellos o Qatar. Pero han desistido en esa postura”.
Ali Shareef al Emadi, ministro de Finanzas de Qatar desde 2003 y probablemente el político más importante a cargo de supervisar la resistencia contra el bloqueo, explica: “No es ningún secreto que hicimos una inyección de liquidez en el sistema. Fue una medida preventiva, pero creemos que el mercado puede absorber todas estas malas situaciones. En lo relativo a nuestra liquidez y moneda, vemos que el mercado está muy estabilizado.
“Si se fijan a partir del segundo mes de bloqueo, la balanza comercial (exportaciones menos importaciones) recuperó los mismos valores que antes de la crisis. Durante un mes, tuvimos una caída del 40% en las importaciones, pero logramos ajustarnos rápidamente. El país entero cambió en menos de un mes, así que en lugar de depender de un puñado de países, tenemos acceso a más de 80 países. La inflación sobre los alimentos bajó. Así que, a pesar de todo lo malo que nos ha tocado vivir en términos de relaciones personales, familiares y en la estructura del GCC, a partir de esta situación nuestra economía generará muchas oportunidades. Sólo hay que mirar el caso del turismo, del sector sanitario y de la seguridad alimentaria”.
Emadi dice que la economía demostrará su fortaleza gracias a que estuvo un paso por delante de los otros estados del Golfo Pérsico en la apertura del mercado a la inversión extranjera.
“Qatar dio el paso más difícil hace veinte años. Ese paso fue permitir a empresas internacionales la inversión en gas licuado, en los sectores del gas y del petróleo y en el de servicios básicos. Exxon Mobil no apareció hace dos años, está aquí desde hace veinte. En aquel momento era muy difícil conseguir que las empresas extranjeras invirtieran en nuestros recursos naturales, incluso culturalmente era algo muy difícil de vender. Hicimos una gran inversión en educación”.
El actual boicot obliga a que la marca Qatar se abra aún más con leyes de residencia permanente más permisivas, la exención de visado para 80 países y el recorte del 50% en alquileres para muchas empresas.
El próximo plan es posicionar al país como el lugar de los negocios para las empresas que buscan relaciones comerciales con Kuwait, Irán, Irak, Pakistán y Omán. “Hay una nueva era. Estamos decididos a sacar algo positivo de todo lo malo”, sostiene Mohamed al Jaida.
Traducido por Francisco de Zárate