Yo tiro la toalla. Algunas personas blancas se han enfadado tanto de su exclusión de partes del festival Nyansapo, una concentración de feminismo interseccional negro programada entre el 28 y el 30 de julio en París, que la alcaldesa de la ciudad ha pedido que se prohíba hasta que las organizadoras aclaren los detalles con ella. Asimismo, grupos contra el racismo han denunciado que el evento haría que Rosa Parks se retorciese en su tumba.
En la misma semana que algunos hombres han levantado revuelo porque se les ha negado el acceso a una proyección de la película Wonder Woman exclusivamente para mujeres, parece que se necesita una discusión de por qué espacios centrados en grupos marginados, ya sean mujeres o personas negras, no son racistas ni sexistas.
Los espacios seguros no oficiales han existido para todas las comunidades durante siglos y la autogestión ha sido durante mucho tiempo una parte fundamental de los movimientos feministas y contra el racismo. Como redactora de gal-dem, un colectivo creativo y revista escrita únicamente por mujeres negras, pienso mucho sobre nuestra posición de exclusividad racial. En cierto modo entiendo que puede ser difícil comprender por qué estos espacios son tan necesarios. La forma más sencilla de entender por qué el festival Nyansapo tiene partes que no están abiertas a las personas blancas (el festival está dividido en tres partes, una específicamente para mujeres negras, otra para personas negras y otra para todo el mundo) es reconocer el racismo que sufrimos en la sociedad occidental. No habrá progreso hasta que aceptemos que el racismo contra los negros es profundamente sistémico.
Por eso vemos incidentes como el caso de un agente de policía francés en Bobigny acusado de violar por el ano a un joven negro con una porra, pegarle una paliza y afirmar que fue “accidental”. A su vez, los estudios muestran que en Francia, cada año, mueren entre 10 y 15 personas negras o árabes por enfrentamientos con la policía. Además, es 20 veces más probable que los jóvenes percibidos como negros o árabes sean retenidos y registrados en la calle.
Al contrario que Nyansapo, los “espacios blancos” autogestionados —piensen en grupos de extrema derecha— están casi siempre basados en prejuicios y nociones erróneas de superioridad étnica. Se construyen por oposición a la diversidad y al multiculturalismo y eso, unido a las posiciones de poder que tienen las personas blancas en la sociedad, es lo que los convierte en inaceptables y hace que apesten a segregación. Muy pocas veces los “espacios solo para negros” tienen el mismo propósito sino que, por el contrario, se construyen sobre la base de experiencias de lucha verdaderas. Al negar a los blancos el acceso a estos espacios no estamos reflejando estructuras de poder ya existentes, sino que intentamos subvertirlas.
Este es claramente el caso de Nyansapo festival, organizado por Mwasi, una organización feminista negra creada en 2014 por aquellas que no se sentían representadas en la escena francesa contra el racismo. El festival será el primero celebrado por Mwasi y aparentemente también el primer festival feminista negro en Francia. Su objetivo es crear espacios seguros con la oportunidad de discutir el feminismo negro, el antirracismo, la ilsamofobia, la homofobia, la transfobia y otras formas de opresión sistémicas.
Cyn, miembro de Mwasi, contesta en una conversación telefónica a las críticas al festival: “¿Alguna de estas personas ha tenido alguna vez un problema al alquilar un apartamento? ¿Han estado alguna vez más que cualificados para un puesto de trabajo y, aun así, no han sido seleccionados? ¿Les han seguido alguna vez en una tienda? ¿Les ha suspendido alguna vez un profesor de universidad solo por su color de piel? Pregúntate a ti misma si te han discriminado alguna vez por tu género o tu color de piel al intentar hacer cosas diarias que intentamos hacer las personas negras y donde encontramos resistencia, violencia y odio. Entonces quizá lo entiendas”.
Tenemos galas de premios negros porque las personas negras, hasta Beyoncé, son ignoradas en galas una y otra vez. Tenemos premios literarios BAME (Black, Asian, and Minority Ethnic Groups) como el premio Jhalak porque de los miles de títulos publicados en 2016, menos de 100 fueron escritos por británicos negros. Tenemos revistas escritas por mujeres negras porque el periodismo sigue siendo un 94% blanco y un 55% masculino. Tenemos el Mes de Historia Negra porque nuestra historia a menudo no es parte del currículo escolar. Y tenemos festivales feministas negros porque el racismo contra los negros y el sexismo contra las mujeres siguen arraigados en antiguos países coloniales como Francia y Reino Unido. Hasta que eso cambie, no puede haber comparación con el concepto de espacios “solo para blancos”.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti