Reino Unido utiliza fondos de cooperación para potenciar su papel en el sector petrolero de Malaui

Alice Ross

El gobierno británico gastó miles de libras de fondos de ayuda en un proyecto que tiene como objetivo “conseguir que Reino Unido sea el socio elegido” en el naciente sector de petróleo y gas de uno de los países más pobres del mundo. Se cree que Malaui tiene importantes yacimientos petrolíferos, entre los que se incluye el Lago Malaui, un lago virgen de agua dulce –el tercero más grande de África– cuyas costas del sur son patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO. Este organismo ha alertado de que cualquier actividad petrolera cerca de las costas implica riesgos de un posible desastre ecológico.

Kate Osamor, portavoz laborista de Desarrollo Internacional, asegura que el proyecto plantea “serias preocupaciones” de que este gasto del Gobierno británico se esté realizando sin tener en cuenta la fragilidad de los hábitats.

Bajo el gobierno de Theresa May, las inversiones en desarrollo han cambiado su foco hacia el fortalecimiento de los intereses del país. La ministra de Desarrollo Internacional Priti Patel dijo en septiembre que los gastos en ayuda debían servir tanto “a la gente más pobre del mundo como a los contribuyentes que pagan sus impuestos”.

Un documento obtenido por Greenpeace a través de las leyes de libertad de información y compartido en exclusiva por the Guardian muestra cómo el Ministerio de Exteriores gastó cerca de 35.200 euros de asistencia internacional para el desarrollo en la financiación de un proyecto para ayudar al gobierno de Malaui en el desarrollo del sector de gas y petróleo del país. El documento, escrito antes de que Cameron dejase el gobierno, muestra que la potenciación de los intereses comerciales era ya una parte importante del proyecto Malaui.

El dinero venía del fondo de cooperación del Ministerio de Exteriores, que entre sus metas políticas incluye el compromiso de “trabajar por una transición segura hacia una economía con bajas emisiones de carbono”.

“La cuestión no es la cantidad de dinero invertido –35.200 euros no es mucho en términos de ayudas, aunque por supuesto es muchísimo para las personas de Malaui. Pero utilizar dinero, que supuestamente es para el desarrollo sostenible, para fomentar la explotación petrolera es verdaderamente cuestionable”, señaló Osamor.

“El Gobierno británico está utilizando fondos de ayuda que supuestamente sirven para promover, entre otras cosas, la energía limpia y proyectos climáticos, para ayudar a la industria de combustibles fósiles que está causando problemas climáticos”, protesta el asesor principal para el clima de Greenpeace, Charlie Kronick.

“Y lo que es peor, esto está pasando en un país que es extremadamente vulnerable al cambio climático y donde la exploración petrolera se centra en torno al Lago Malaui, un lugar patrimonio de la humanidad por la UNESCO y uno de los lagos más grandes de África y con mayor biodiversidad”, explica el experto.

“En lugar de utilizar esta financiación para engrasar los engranajes de la industria de los combustibles fósiles, el gobierno de Reino Unido debería ayudar a Malaui a desarrollar fuentes de energía limpias y sostenibles que muchos países africanos están compitiendo por explotar”, sentencia.

El documento enumera dentro de las ventajas de este proyecto crear un “campo de juego más competente para permitir a las empresas británicas competir equitativamente en un sector en el que somos tradicionalmente fuertes”. También apunta que “las oportunidades comerciales para Reino Unido surgirán a través del desarrollo de la cadena de suministros”.

Ayudar a Malui no es ayudar a explotar Malaui

El antiguo primer ministro de Escocia, Jack MacConnel, que ayudó a fraguar una colaboración importante entre Escocia y Malaui asegura: “Malaui se está enfrentando a un enorme déficit presupuestario y estoy seguro de que al gobierno británico le gustaría ayudar al país a diversificar su economía para eliminar la dependencia de la agricultura y del tabaco particularmente”. “Pero tienen que estar seguros de que están ayudando verdaderamente a Malaui y no ayudando a las empresas británicas a explotar Malaui”.

“Me preocupo gravemente cuando la ayuda parece estar vinculada a un comercio como este. Deberíamos estar trabajando con democracias emergentes pero teniendo cuidado de no destrozar esas poblaciones. Hemos visto este error en Nigeria, un país tan dependiente del petróleo que tiene ahora un entorno natural completamente destruido”, apunta Osamor.

“Los fondos de financiación del gobierno británico para Malaui no están vinculados a los intereses comerciales de Reino Unido y Reino Unido tiene un compromiso claro de mantener ayudas sin condiciones”, asegura una portavoz del gobierno británico. “Fomentando el crecimiento económico sostenible en Malaui, incluyendo la explotación de crudo y gas, ayudaremos a erradicar la pobreza, crearemos puestos de trabajo, incrementaremos los ingresos y reduciremos la dependencia de las ayudas. Esto interesa claramente a Malaui y Reino Unido”.

El gobierno de Malaui dio sus primeros pasos hacia el establecimiento de la industria del crudo en 2011, cuando emitió licencias de explotación para seis bloques de petróleo, dos de ellos dentro del lago. Dos de los bloques, incluido uno dentro del lago, fue adjudicado a una empresa británica, Suretream, aunque en mayo de 2015 había vendido el 80% de sus participaciones y de la operadora a Hamra Oil Holdings, una compañía de Emiratos Árabes Unidos.

Todos los permisos fueron congelados a finales de 2014 para permitir al fiscal general que revisase las licencias. Pero en febrero de este año, cuatro días antes de una visita del ministro británico para Escocia, David Mundell, en la que anunció 5,3 millones de euros de ayuda adicional, el presidente, Peter Mutharika, puso fin a la prohibición de la explotación petrolera.

En un comunicado, la UNESCO expresa su preocupación por la perspectiva de que se produzca actividad petrolera en el Lago Malaui: “Un derrame accidental supondría un riesgo enorme para la integridad de todo el ecosistema del lago, incluidas las partes acuáticas y las orillas”.

Pidió a las empresas que poseen bloques dentro del lago comprometerse a no llevar a cabo labores de explotación de petróleo o gas en áreas protegidas. “El Lago Malaui es un tesoro nacional, con verdadero potencial”, asegura Lord McConnell. “Malaui sufre pobreza extrema y necesita desarrollo económico pero esto tiene que estar equilibrado con la importancia de proteger el entorno y la biodiversidad del lago”.

Un portavoz diplomático de Malaui en Londres ha asegurado: “El gobierno de Malaui se preocupa por el lago y no querría, bajo ningún concepto, que se contaminase de ninguna manera. Ya que la tecnología actual permite extraer petróleo dentro de una masa de agua sin causar consecuencias medioambientales catastróficas, se llevarán a cabo todas las medias necesarias”.

Las perforaciones solo se realizarían después de una “evaluación de impacto ambiental adecuada” aseguran. “El miedo a la contaminación es comprensible pero no hay por qué tenerlo”.

Traducido por Cristina Armunia Berges