La violencia de la Policía de Hong Kong contra los manifestantes se ha intensificado aún más desde el pasado fin de semana. En los últimos dos meses, los agentes han atacado a los activistas prodemocráticos con gas lacrimógeno, granadas cargadas de gas CS —otro gas lacrimógeno—, porras y armas pequeñas. Desde junio se han utilizado más de 1.000 rondas de gas lacrimógeno y 160 balas de goma, y las organizaciones de derechos humanos acusan a las autoridades de golpear a los manifestantes y de aplicar “fuerza excesiva e innecesaria”.
Es probable que muchas de las armas utilizadas hayan sido fabricadas en Reino Unido. La Fundación de Investigación Omega ha publicado fotografías de granadas de gas CS, fabricadas en Reino Unido, y utilizadas por la policía de Hong Kong para atacar a la multitud. Desde 2015, el Gobierno de Reino Unido ha autorizado la exportación a Hong Kong de armas por valor de 8,6 millones de libras (9,26 millones de euros). Esto incluye permisos de exportación para gases lacrimógenos, escudos antidisturbios, munición pirotécnica, tecnología de espionaje y otros equipos que podrían utilizarse para reprimir las protestas.
No es la primera vez que las autoridades de Hong Kong utilizan gas lacrimógeno fabricado en Reino Unido: también lo utilizaron contra la “Revolución de los paraguas” en 2014. En aquel momento el Gobierno británico afirmó que, debido a los ataques, iba a reconsiderar esta relación. Sin embargo, tan pronto como la violencia policial dejó de ser noticia, todo regresó a la normalidad. En cuestión de meses Reino Unido retomó su venta de armas.
La normativa de Reino Unido impide otorgar permisos de exportación de armas cuando existe un riesgo claro de que sean utilizadas para reprimir a la población. Sin embargo, durante los últimos meses Londres ha autorizado la exportación de armas a pesar del uso previo de gas lacrimógeno contra personas que se manifestaban pacíficamente en Hong Kong.
Por este motivo, muchos en Hong Kong y en Reino Unido tuvieron dificultades para tomarse en serio la afirmación en junio de Jeremy Hunt, entonces titular de Asuntos Exteriores, de que Downing Street no autorizaría más ventas de armamento sin una garantía de que no se utilizarían para reprimir a la población. Estas armas solo pueden ser utilizadas para la represión. De hecho, es su única finalidad.
En cualquier caso, la promesa de Hunt llegó tarde y resultó inefectiva. La vida útil de un arma es, a menudo, mucho más larga que la situación política que motivó su venta. Es probable que la Policía de Hong Kong tenga grandes reservas de armas fabricadas en Reino Unido, listas para ser utilizadas. Siguen apareciendo imágenes de granadas de humo de caucho fabricadas en Reino Unido.
Las palabras de Hunt todavía quedaron más en evidencia cuando se dio a conocer que el Ejército de Hong Kong se encuentra entre las delegaciones invitadas al evento Defence and Security Equipment International (DSEI), una feria de armamento que se celebrará en Londres el próximo mes de septiembre.
La DSEI es una de las mayores ferias de armas del mundo. Celebrada en Docklands , Londres, atrae a compañías internacionales de armamento para reunirse con representantes de los dictadores y déspotas más autoritarios del mundo. Al invitar a las autoridades de Hong Kong, Reino Unido envía el mensaje de que su historial de violencia y represión puede pasarse por alto y que los derechos de los ciudadanos de Hong Kong son menos importantes que garantizar la venta de armas.
La lista completa de invitados es una enumeración de los regímenes que abusan de los derechos humanos, con delegaciones militares de Bahréin, Arabia Saudí, Turquía, Israel, Filipinas y Egipto uniéndose a sus homólogos en Hong Kong. Las delegaciones serán recibidas por las autoridades británicas con todos los honores. Los fabricantes de armamento tratarán de llamar su atención con las últimas armas de alta tecnología.
Por desgracia, esta estrategia es poco original. Durante décadas, el Gobierno británico, ya sea conservador, laborista o de coalición, ha priorizado los intereses del sector armamentístico en detrimento de los derechos humanos. Y todo parece indicar que la situación empeorará con Boris Johnson.
Con la incertidumbre del Brexit en el horizonte, es probable que el Gobierno haga todo lo posible para dar un impulso a las industrias del país, promueva la venta de armas y, con ello, la represión en todo el mundo. Las cifras del Departamento de Comercio Internacional muestran que 2018 fue un año excepcional para la industria armamentística británica, con exportaciones de armas valoradas en 14.000 millones de libras (alrededor de 15 mil millones de euros), lo que supone un aumento significativo con respecto a 2017. Durante el último año, Reino Unido ha sido el segundo mayor exportador de armas del mundo, solo por detrás de Estados Unidos.
No cabe duda de que el discurso de Johnson en torno a los derechos humanos y la democracia será similar al de sus predecesores. Sin embargo, para todos aquellos activistas que participan en campañas contra los regímenes que están siendo armados y apoyados por Downing Street, este discurso solo será un cúmulo de palabras vacías. Ya sea en Hong Kong, Turquía o Bahréin, el Gobierno de Reino Unido debe demostrar que se solidariza y apoya sin fisuras los derechos de los activistas, en lugar de seguir fomentando la represión.
Traducido por Emma Reverter.