Los principales líderes republicanos rompieron con Donald Trump el miércoles después de que el presidente electo pareciese depositar más fe en el fundador de Wikileaks, Julian Assange, que en las agencias de inteligencia estadounidenses. Las grandes diferencias sobre el peliagudo problema de seguridad nacional son la última muestra de que los asuntos de inteligencia y política con respecto a Rusia reflejan una profunda fisura en la relación entre Trump y la élite del partido.
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dijo que Assange era “un adulador de Rusia” en un programa de radio conservador y el senador republicano Tom Cotton dijo en la MSNBC que “tenía mucha más fe en nuestros agentes del servicio de inteligencia alrededor del mundo... de la que tengo en personas como Julian Assange”.
Estos comentarios se produjeron después de unos tuits que Trump publicó el miércoles por la mañana en los que repitió lo mismo que dijo Assange sobre que el estado ruso no era la fuente de los mails hackeados del Comité Demócrata Nacional ni del jefe de campaña de Clinton, John Podesta, publicados por Wikileaks durante las elecciones.
“Julian Assange dijo que un niño de 14 años podía haber hackeado a Podesta, ¿por qué fue tan descuidado el Comité Demócrata Nacional?”, decía uno de los tuits de Trump. En otro citó a Assange cuando dijo que cobertura mediática de los medios estadounidenses en torno a este asunto era “muy deshonesta”. A lo que Trump añadió: “Más deshonestos que nadie”.
Los tuits se referían a una entrevista con Assange realizada por el analista de Fox News Sean Hannity, que apoya abiertamente a Trump. La charla se produjo en la embajada de Ecuador en Londres, lugar en el que el informático australiano ha estado viviendo durante más de cuatro años, desde que recibió denuncias por agresión sexual en Suecia. Assange niega las acusaciones y no ha sido imputado por ningún crimen.
Assange también está bajo una investigación criminal estadounidense por la publicación de numerosos documentos clasificados por Wikileaks. Durante muchos años, los líderes republicanos y demócratas han calificado el acto como una agresión contra EEUU. “Nuestra fuente no es el gobierno de Rusia y no es un partido de otro Estado”. Las agencias de inteligencia estadounidenses han señalado que Rusia pasó el material hackeado a Wikileaks a través de intermediarios.
El portavoz del presidente electo, Sean Spicer, dijo sobre los tuits de Trump que el presidente electo “estaba diciendo algo que Assange está diciendo públicamente y esperando más información [nuevos informes de los servicios de inteligencia] para discutir sobre todos estos asuntos”.
El mes pasado, Obama expulsó a 35 diplomáticos rusos por injerencias en el proceso electoral, un movimiento que fue criticado por el equipo Trump, que lo calificó como prematuro. El presidente electo alabó a Vladimir Putin por no tomar represalias y dijo: “¡Siempre supe que era muy listo!”
Trump ha dicho que estos días iba a hacer públicos nuevos hechos sobre el hackeo que solo él conoce. Esta disputa se produce justo cuando una investigación sobre Rusia está a punto de terminar y otra a punto de comenzar. Ambas tienen posibilidades de acabar con la legitimidad de la presidencia de Trump.
Los ciberataques rusos son “un acto de guerra”
Se espera que pronto entreguen a Obama un informe sobre el hackeo, documento sobre el que versará la sesión informativa que altos cargos de inteligencia mantendrán con Trump. Mientras tanto, ya han comenzado las audiencias sobre ciberataques rusos en el Comité de Servicios Armados del Senado. Este comité está presidido por John McCain, un republicano con una visión radical sobre Rusia. Este mismo miércoles McCain calificó los supuestos ciberataques rusos como un “acto de guerra”.
“No estoy diciendo que esto sea una bomba atómica. Solo digo que cuando atacas a la estructura fundamental de una nación, tal y como están haciendo, se trata de un acto de guerra”, aseguró el republicano.
El apoyo de Trump a las palabras de Assange no ha provocado grietas con todos sus aliados republicanos. Sarah Palin dijo el miércoles que ahora lamenta los ataques contra Assange que protagonizó en 2010 después de que publicase documentos filtrados de sus días como gobernadora de Alaska. “Es un agente antiamericano con las manos manchadas de sangre. Su anterior publicación de documento clasificados reveló a los talibanes la identidad de más de cien fuentes afganas”, dijo la republicana en aquel momento. “¿Por qué no lo perseguimos con la misma premura que perseguimos a los líderes talibanes o de Al Qaeda?”. Ahora Palin dice que ha cambiado de opinión desde que Wikileaks publicó los mails demócratas.
“Sorprende la connivencia mediática que ocultó lo que muchos en la izquierda han estado apoyando. Esta revelación por fin ha abierto los ojos a la gente sobre los candidatos demócratas, que no habría sido posible si no fuera por Julian Assange”, escribió en Facebook.
Sin embargo, la cúspide de política exterior republicana ha sido más resistente a tales cambios de opinión y lealtades. Muchos están intranquilos ante la hostilidad pública de Trump con los servicios de inteligencia del país.
El martes, el presidente electo provocó a las agencias estadounidenses, llegando a poner la palabra inteligencia entre comillas. “El informe de 'inteligencia' sobre el llamado 'hackeo ruso' se ha retrasado hasta el viernes, quizá necesitan más tiempo para construir un caso. ¡Qué raro!”, dijo en Twitter.
Los servicios de inteligencia informaron a los periodistas de que la sesión informativa sobre Rusia siempre había estado programada para el viernes, y dijeron que los comentarios de Trump eran “contradictorios”.
Traducido por Cristina Armunia Berges