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Ucrania mira con recelo la relación entre Trump y Putin

Shaun Walker

Kiev —

Kiev no fue, ni de lejos, la única capital en el mundo cuya élite gobernante reaccionó alarmada tras la victoria electoral de Donald Trump. Sin embargo, el gobierno de Ucrania tiene motivos de peso para temer al nuevo gobierno de Estados Unidos.

Durante la campaña, el presidente electo elogió al que será su homólogo ruso, Vladimir Putin, en numerosas ocasiones y también se ha mostrado en contra de que Rusia devuelva la Península de Crimea a Ucrania. También se ha hablado de un “gran pacto” entre Trump y Putin en torno a Siria. Ucrania podría ser uno de los puntos a negociar por Putin.

“Tras conocer los resultados electorales todos se tiraban de los pelos y estaban muy nerviosos”, explica el viceministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Vadym Prystaiko.

La administración Obama dejó de abastecer a Ucrania con armamento pesado pero, en cambio, sí le ha proporcionado ayuda económica y ha impuesto sanciones económicas contra Rusia para mostrar su desacuerdo con sus acciones. Con Trump en la Casa Blanca, Kiev podría dejar de recibir las ayudas actuales; más si tenemos en cuenta que se cree que un grupo de piratas informáticos rusos próximos al presidente Putin ayudó a Trump durante la campaña.

Ucrania fue la gran perdedora

“No se habla de otra cosa”, indica un diplomático europeo radicado en Kiev: “Son momentos convulsos para Ucrania”. Michael McFaul, exembajador de Estados Unidos en Rusia, señala que cuando se confirmó la victoria de Trump, Ucrania pasó a ser “la gran perdedora” de la noche electoral.

Durante la campaña, las autoridades de Ucrania no ocultaron que preferían que ganara Hillary Clinton. Kiev cobró protagonismo cuando el responsable de la campaña de Trump, Paul Manafort, se vio obligado a dimitir después de que saliera a la luz que había recibido pagos ilegales por haber asesorado al entonces presidente ucraniano, Viktor Yanukovych, depuesto tras la Revolución del Maidán.

Mikheil Saakashvili, el expresidente de Georgia que también hizo las veces de gobernador regional en Ucrania, recibió a Trump en numerosas ocasiones. Ha señalado que cree que al presidente electo de Estados Unidos le gusta la imagen de “hombre duro” que proyecta Putin pero que esto no quiere decir que esté de acuerdo con la estrategia de Rusia en Ucrania.

“Hemos mantenido largas conversaciones y nunca lo he visto entusiasmado con Rusia”, indica Saakashvili: “Nunca me ha dado la sensación de que siente una gran admiración o un respeto especial; de hecho, tengo la sensación de que mira a Rusia por encima del hombro. Sí es cierto que habla de Putin, porque cree que es un hombre con éxito”.

No obstante, Saakashvili reconoce que Ucrania está en la lista de países que Trump puede “despedir” [en alusión a los despidos de Trump en The Apprentice, el reality que presentó]. El exlíder de Georgia consiguió la nacionalidad ucraniana el año pasado y el presidente Petro Poroshenko lo nombró gobernador de la región de Odessa. Sin embargó, dimitió el mes pasado y desde entonces se ha mostrado crítico con el gobierno ucraniano.

“Trump se siente atraído por el éxito y detesta a los perdedores; de hecho, no lo disimula. Ucrania está en el bando incorrecto”, indica Saakashvili. Explica que algunos funcionarios de la administración Obama “han hecho afirmaciones horribles sobre Ucrania a puerta cerrada” pero que están dispuestos a pasar por alto la corrupción dominante mientras que el equipo de Trump llamará las cosas por su nombre.

El apoyo de EEUU puede cesar

Estados Unidos ha apoyado al gobierno de Ucrania desde la revolución del Maidán en 2014. Los detractores del gobierno actual afirman que, a pesar de aparentar que defiende los valores democráticos, Poroshenko ha mantenido las mismas prácticas corruptas y el poder de los oligarcas.

Vadim Novinsky, un empresario multimillonario que también es un parlamentario de la oposición y en su día fue un gran aliado de Yanukovych, ha indicado que la administración Trump se sentirá menos obligada a pasar por alto los defectos de las autoridades ucranianas.

“La relacion se enfriará. Estados Unidos no apoyará al gobierno de Ucrania de forma incondicional ni mirará hacia otra parte si el gobierno se equivoca o está detrás de prácticas delictivas”, indica Novinsky: “Hasta ahora preferían ignorar lo que sucedía y aparentar que todo era de color de rosa”.

Algunos parlamentarios de la oposición creen que la presidencia de Trump les permitirá hacer más presión para reformar el sistema. “Todos sabemos que Trump gestiona su dinero con prudencia y espero que cuando proporcione ayuda financiera a Ucrania haga un seguimiento de cómo se gestiona”, explica la parlamentaria reformista Victoria Voytsitska, que ha participado en una conferencia celebrada en Washington que ha girado en torno a cómo será la política exterior del nuevo gobierno estadounidense.

La parlamentaria tiene dos mensajes para la nueva administración. Quiere que sean más duros con el gobierno de Poroshenko y que sopesen la posibilidad de imponer sanciones al entorno del líder, ya que cree que ha mantenido las prácticas corruptas de antaño. Sin embargo, también quiere que Estados Unidos siga apoyando a Ucrania: “Los partidarios de una reforma somos una minoría. No nos abandonen, necesitamos su apoyo”.

Si bien durante la campaña fue muy evidente que prefería que ganara Hillary Clinton, el gobierno ucraniano intenta mostrarse optimista y espera que las personas que rodean a Trump se comporten como republicanos tradicionales y demuestren mano dura con Rusia.

“Ya hemos superado la fase de depresión”, indica Prystaiko, viceministro de exteriores. Señala que depende en gran parte de quién sea el nuevo secretario de estado estadounidense y que normalmente los republicanos son más duros con Rusia que los demócratas.

Tras el cambio de gobierno, Kiev podrá mostrar su decepción por el hecho de que Estados Unidos no haya apoyado a Ucrania de forma más enérgica.

“Obama ha sido el primer presidente de Estados Unidos que no ha hecho un viaje oficial a Ucrania. No lo ha hecho a pesar de sus dos mandatos. No ha mostrado su apoyo a un país que lo necesitaba y, en cambio, ha querido que Grecia sea su última visita oficial”, indica Prystaiko. “Creo que es sumamente importante que Estados Unidos ponga a Rusia en su sitio. Otros presidentes hicieron escala en nuestro aeropuerto. ¿Pero no pisar suelo ucraniano en ocho años? Ha sido bastante sorprendente”.

Y en cuanto a la buena sintonía entre Putin y Trump, Prystaiko cree que la luna de miel no durará mucho. “Trump es un tipo temperamental y esto terminará afectando a las relaciones internacionales”, indica el viceministro: “tarde o temprano se tirarán de los pelos”.

Traducido por Emma Reverter