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El rescate de los menores de Calais se ha hecho tarde y mal

Imagen de archivo de un menor no acompañado en el campo de Calais

Suzanne Moore

No puede haber mayor alivio que el que sienten los diez niños que están siendo trasladados lejos del hedor putrefacto del campo de Calais para reunirse con sus familias en Reino Unido. Desde hace meses se ha ejercido presión sobre el gobierno británico para ayudar a estos menores no acompañados que han estado viviendo en la miseria a una hora de distancia. Se han arriesgado a morir por subirse en camiones para llegar hasta aquí porque sus vidas apenas son vidas.

Es un pequeño alivio dentro de la gran lista de tareas de lo que se tiene que hacer para ayudar en esta crisis migratoria. Les llevarán a Croydon para registrarse y ver a sus familias por primera vez en iglesias. La iglesia al menos reconoce nuestra obligación moral con estas personas, no como los gobiernos francés y británico.

Los casos de estos niños –la mayoría niños adolescentes– se han agilizado por parte del Ministerio de Interior para obtener el derecho de permanecer en Reino Unido. Agilizar el proceso difícilmente sea la frase correcta, ya que muchos de estos refugiados han estado pudriéndose en condiciones miserables durante meses. Lily Allen rompió a llorar hace poco cuando vio lo que estaba sucediendo, no porque sea una estrella del pop sino porque es un ser humano.

Ver a otros seres humanos viviendo así es estremecedor, aunque esta crisis humanitaria no esté reconocida por la ONU, y una de las cosas más aterradoras de los campos es su falta de infraestructuras. Hay un caos desesperante sin protección para las mujeres, los niños o los menores no acompañados. Es sencillamente un mosaico de diferentes grupos de voluntarios haciendo cualquier cosa posible por personas traumatizadas, enfermas y deprimidas. Cuando estuve allí vi niños pequeños, como de diez años, totalmente solos con hombres que aseguraban ser sus “protectores”, siempre al acecho.

Esta “agilización” –porque el campo se va a tirar abajo muy pronto– no llegará a tiempo para muchos. Los voluntarios han estimado que hay unos 400 menores no acompañados en Calais. Algunos han desaparecido y otros han muerto. Raheemullah Oryakhel tenía 14 años y el derecho legal de venir a Inglaterra y reunirse con su hermano en Manchester. Sus amigos cuentan que perdió la fe en que esto sucediera. Murió el mes pasado al caerse de un camión.

En marzo, cuando la parte sur del campo fue demolida, 129 niños desaparecieron. ¿Qué pasará cuando se derribe el campo entero? Las autoridades hablan de “dispersión”, como si estuvieran limpiando una plaga. Se gasta un dineral en construir un muro. Es como si no se hubiese aprendido nada.

Sangatte se cerró en 2002 siguiendo las presiones por parte de David Blunkett. Nicolas Sarkozy había prometido que allí no habría más migrantes. Aquellas personas se trasladaron a los bosques o empezaron a dormir en las calles. Y aquí estamos otra vez, pero incluso más masivamente.

Como el campo de Calais está a punto de desmantelarse, se ha enviado un equipo para identificar a los niños que son candidatos a venir Reino Unido: niños que sabemos que existen desde hace meses. Mientras que el Ministerio de Interior ha estado de brazos cruzados, Stella Creasy, Yvette Cooper y Los Dubs han estado intentando acelerar el proceso. Cuando estás allí te das cuenta de que no hay nadie ayudando a esos niños a procesar sus peticiones de asilo.

El lenguaje en torno a los migrantes como lo conocemos se ha convertido en algo tan devastador que no podemos ver a estos chavales como niños. Hasta que mueren. Entonces oímos lo mucho que deseaban ser un ingeniero o un futbolista. Cuando charlas con ellos puedes ver muy claramente que detrás de los grandes sueños hay pequeñas esperanzas: casa, protección, familia o seguridad.

El ministro de Interior francés Bernard Cazeneuve ha dicho que simplemente está pidiendo a “Reino Unido que asuma su deber moral”. Nuestro deber moral es mayor que el asilo de 10 niños. Más que los que puedan venir la semana que viene. Eso espero. Espero que podamos ver sus rostros sonrientes en la pantalla de nuestros televisores. Espero que les demos la bienvenida. Espero que aquí encuentren su hogar.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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