Cientos de ríos en todo el mundo, desde el Támesis hasta el Tigris, registran altos y peligrosos niveles de antibióticos, según el estudio más ambicioso en este sentido que se ha realizado hasta la fecha a nivel mundial. Este informe se suma a la advertencia que hizo Naciones Unidas el mes de abril de que el aumento de las bacterias resistentes a los antibióticos es una emergencia sanitaria mundial que podría costar la vida de 10 millones de personas para 2050.
La contaminación por antibióticos provoca que las bacterias desarrollen resistencia a medicamentos y las vuelven ineficaces para el consumo humano. “Muchos de los genes de resistencia que vemos en los patógenos humanos se originaron a partir de bacterias ambientales”, ha indicado el profesor William Gaze, ecólogo microbiano de la Universidad de Exeter que estudia la resistencia a los antimicrobianos, pero que no ha participado en el estudio.
Los medicamentos llegan a los ríos y al suelo a través de desechos humanos, de animales, de fugas en las plantas de tratamiento de aguas residuales y de instalaciones de laboratorios farmacéuticos. “Es bastante aterrador y desalentador. Muchos ríos podrían tener niveles de antibióticos lo suficientemente altos como para afectar la resistencia”, ha señalado Alistair Boxall, científico ambiental de la Universidad de York, que ha codirigido la investigación.
El informe, presentado el lunes en Helsinki, muestra que algunos de los ríos más conocidos del mundo, entre ellos el Támesis, están contaminados de antibióticos clasificados como de importancia crítica para el tratamiento de infecciones graves. En muchos casos se detectaron a niveles inseguros, lo que significa que es mucho más probable que se desarrolle y se propague la resistencia.
Las muestras tomadas en el río Danubio, en Austria, contenían siete antibióticos, incluida la claritromicina, utilizada para tratar infecciones de las vías respiratorias como la neumonía y la bronquitis, a un nivel casi cuatro veces superior al considerado seguro. El Danubio es el segundo río más grande de Europa y el más contaminado del continente. El ocho por ciento de los lugares analizados en Europa están por encima de los límites de seguridad.
El Támesis siempre ha sido considerado como uno de los ríos más limpios de Europa, sin embargo, está contaminado, al igual que sus afluentes, con una mezcla de cinco antibióticos. Uno de sus tramos, y por lo menos tres de sus afluentes, registran niveles por encima de los considerados seguros. Ciprofloxacin, que combate infecciones urinarias y cutáneas, supera en tres veces las cantidades permitidas.
También son una amenaza los ríos con bajas tasas de contaminación, ha explicado Gaze. “Incluso las concentraciones bajas que se han encontrado en Europa pueden derivar e incrementar la probabilidad de que los genes resistentes se transfieran a patógenos humanos”, ha apuntado el experto.
La investigación analiza 711 lugares en 72 países, y ha encontrado antibióticos en el 65% de ellos. En 111 de los sitios, las concentraciones de antibióticos exceden los niveles considerados seguros. En los peores casos el nivel es más de 300 veces superior al límite de seguridad.
Los países con menores ingresos generalmente tienen concentraciones más altas de antibióticos en los ríos. Las zonas de África y Asia analizadas son las que han obtenido peores resultados. Bangladesh ha obtenido el peor resultado: el nivel de metronidazol, utilizado para tratar infecciones vaginales, es 300 veces superior al límite de seguridad. Los desechos se han detectado cerca de una instalación de tratamiento de aguas residuales.
Tratamientos inadecuados de aguas residuales y desechos vertidos directamente a los ríos, como es el caso de uno de los sitios analizados en Kenia, también dan lugar a altas concentraciones de antibióticos, hasta 100 veces superiores al límite de seguridad.
“Es fundamental mejorar la gestión segura de los servicios de salud e higiene en los países de bajos ingresos para luchar contra la resistencia a los antimicrobianos”, ha señalado Helen Hamilton, analista de salud e higiene de la ONG británica Water Aid.
El siguiente paso es evaluar el impacto ambiental de la contaminación por antibióticos en la naturaleza, incluyendo el la huella que deja sobre los peces, los invertebrados y las algas. Los niveles de contaminación por medicamentos en algunos ríos de Kenia eran tan altos que ningún “ha podido sobrevivir”, ha lamentado Boxall.