Un candidato que entró en la carrera electoral por la presidencia en Irán para ayudar al presidente Hasan Rohaní, está emergiendo como favorito de los reformistas, incluso por encima de su jefe.
Eshaq Jahangiri, el primer vicepresidente del país, ha ganado enteros por su campaña franca y valiente, aunque en última instancia se espera que se retire, ya que dejó claro cuando se registró como candidato que estaba “complementando” y no desafiando al presidente actual. Su campaña era un movimiento táctico con el objetivo de defender los logros de Rohaní, que puede haber resultado contraproducente.
Las elecciones presidenciales del 19 de mayo son las primeras desde el acuerdo nuclear con Occidente en 2015, mediante el cual Teherán redujo su programa nuclear a cambio de un levantamiento de las sanciones.
Ninguno de los candidatos ha hablado de abandonar el acuerdo pero dos conservadores, el alcalde de Teherán, Mohammad-Bagher Ghalibaf, y Ebrahim Raisi, un candidato de línea dura, han puesto en duda que Rohaní haya obtenido beneficios económicos tangibles.
La fuerte aparición de Jahangiri en el primero de tres debates televisados ha dado un empujón a los reformistas. Sin embargo, Ghalibaf ha afirmado que es un “extraño fenómeno” que Jahangiri esté en la carrera presidencial junto con Rohaní.
En referencia a la marginación de los reformistas tras la disputada votación presidencial de 2009, la cual dio un segundo mandato a Mahmud Ahmadineyad, Jahangiri afirma: “Hay un movimiento llamado movimiento reformista al que habéis privado de todos los derechos ¿y ahora decís que ni siquiera debería tener un candidato?”.
“Me he puesto en pie como representante del movimiento reformista para hablar. Han confinado a todo el mundo en sus casas. Ellos [el gobierno de Ahmadineyad] ganaron 700.000 millones de dólares, se lo quedaron, lo gastaron y no dejaron nada, excepto desempleo”, denuncia el actual vicepresidente.
Jahangiri ha intentado retratar a Ghalibaf como una continuación de Ahmadineyad y criticado su actitud “militarista”. Este martes por la noche, durante un discurso televisado que se concede a todos los candidatos, Jahangiri declaró: “La gente no ha olvidado aquellos días, tiene que ser cuidadosa y no olvidarse de la historia. La gente debería permanecer alerta y la historia no debería repetirse de esta forma”.
La pérdida de votos de Rohaní
“Un aspecto particular de Jahangiri es que aunque está haciéndolo mejor que Rohaní, al fin y al cabo, todo se le atribuye a Rohaní. Todo va para Rohaní. A fin de cuentas no está desafiando a al presidente, ha venido en su apoyo”, explica Hossein Rassam, analista político.
El papel de Jahangiri es especialmente importante por su influencia entre los reformistas. Es un aliado cercano del expresidente Mohamad Jatamí, que ha apoyado a Rohaní este martes.
Jatamí todavía tiene una gran influencia a pesar de su caída en desgracia para el establishment tras las disputadas elecciones de 2009. En 2013, su apoyo y el del ayatolá Hashemi Rafsanyani fueron fundamentales para la victoria de Rohaní. El año pasado, los candidatos reformistas apoyados por Jatamí arrasaron en los 30 escaños asignados a Teherán en las elecciones parlamentarias.
“Nuestro candidato es Rohaní. La continuación del gobierno de Rohaní es lo que más interesa al país. El fracaso de Rohaní supondría una vuelta a los años difíciles [de sanciones internacionales y aislamiento]”, declaró Jatamí este martes a un grupo de reformistas. Varios expresos políticos también han respaldado a Rohaní, incluido Bahareh Hedayat, que fue liberado en septiembre tras casi siete años.
Rassam señala que un electorado preocupado principalmente por la economía del país no solo presta atención a la afiliación política y Jahangiri ha impresionado a muchos votantes, pero principalmente a aquellos que ya han decidido a quién van a votar.
El analista señala que Ghalibaf parece ser el principal rival de Rohaní y que Raisi probablemente se retire de la carrera si continúa presentándose a sí mismo como “el tipo simpático” y no como alguien que puede “hacer el trabajo”.
“Indudablemente se trata de un viaje duro para Rohaní. Las posibilidades de que Ghalibaf obtenga más votos que la última vez son considerables y en el caso de Rohaní esto no está tan claro. Tiene una gran batalla que pelear”, explica Rassam. En 2013, Ghalibaf obtuvo seis millones de votos y Rohaní 18,6.
“Rohaní ha perdido votos y hay gente que no está muy contenta con su actuación, no porque no haya sido buena, sino porque ha cometido un error: llegar al acuerdo nuclear aumentó sustancialmente las expectativas de la gente, sin darse cuenta después que tendría que cumplir con esas esperanzas”, concluye el analista.
Traducido por Javier Biosca Azcoiti