Rusia afirma que era un combatiente extranjero luchando a favor de Ucrania. Pero Brahim Saadoun, el marroquí de 21 años condenado a muerte la semana pasada junto a dos británicos, llevaba años haciendo de este país su hogar.
Amigos y familiares de Saadoun piden por su libertad. Dicen a The Guardian que Saadoun era un marine en servicio y no un mercenario, como afirman los medios de comunicación rusos y los funcionarios prorrusos del este de Ucrania que anunciaron la sentencia.
El joven de 21 años estudiaba aeronáutica y era muy querido en la escena techno underground de Kiev. Se trasladó a Ucrania en 2019 para estudiar ingeniería, pero acabó por alistarse en el Ejército para luchar contra la “injusticia”. Fue enviado a Mariúpol pocos meses antes de la invasión rusa.
Amigos y familiares en Ucrania y Marruecos están uniéndose bajo el lema #SaveBrahim para generar conciencia sobre el soldado, cuyo destino está unido al de los dos británicos –Aiden Aslin, de 28 años, originario de Newark, y Shaun Pinner, de 48 años, originario de Watford– que también fueron condenados a muerte por la autoproclamada República Popular de Donetsk.
Estudiante en la Politécnica
“Básicamente, todos los que conocían a Brahim le querían”, dice Dasha Oleynik, una amiga de Saadoun, a quien conoce desde hace varios años y con quien se mantuvo en contacto durante su despliegue. “Todos los que le conocen tienen el corazón roto”.
Dmytro Khrabtsov, otro amigo, dice que conoció a Saadoun en una fiesta en 2019 y que se pasaron la mitad de la noche hablando de ingeniería aeroespacial. El marroquí había llegado al Instituto Politécnico de Kiev porque la educación ucraniana era “muy buena para el precio que se paga”.
Finalmente, se alistó en las Fuerzas Armadas, dice Khrabtsov, porque “tenía la sensación de que se estaba cometiendo una injusticia contra Ucrania”, cuenta. Según Khrabtsov, Pinner había ayudado a Saadoun a través de Facebook a alistarse en las Fuerzas Armadas.
Saadoun compareció junto a Pinner y Aslin en un juicio sin garantías celebrado la semana pasada y el cual acabó con la condena a muerte para los tres hombres, dictaminada por un funcionario de las autoridades prorrusas. Si bien puede que Rusia intente intercambiarlos por sus propios soldados condenados por crímenes de guerra, la amenaza de un pelotón de fusilamiento o un encarcelamiento prolongado ha horrorizado a los amigos y familiares de Saadoun tanto en Ucrania como en Marruecos.
Dos amigos y un pariente de Saadoun confirman a The Guardian que el joven era miembro de la marina ucraniana y que no había servido como mercenario, como alegan los representantes rusos y sus fuerzas en el Donbás.
Un amigo cercano, Muiz Avghonzoda, declaró a la cadena alemana DW que Saadoun tenía “copias de todos sus documentos, de todos esos contratos firmados con las Fuerzas Armadas de Ucrania”. Avghonzoda dijo que su amigo es “una víctima de la RPD [la autoproclamada República Popular de Donetsk], una víctima de Rusia y una víctima de esta guerra”.
Atención para los británicos
A los amigos de Saadoun también les preocupa que los medios de comunicación estén centrando su atención en la suerte de varios británicos en el este de Ucrania, mencionando casi siempre de pasada al marroquí.
Dicen que la avalancha de apoyo que Saadoun ha recibido desde su detención demuestra cuán integrado está en la sociedad ucraniana. Es una “muy buena persona”, dice Khrabtsov. “Por la forma en que la gente en Ucrania ha reaccionado a su encarcelamiento se ve que ha tocado muchas vidas de forma positiva”.
Sus amigos dicen que tenía pocas perspectivas de trabajo y que quería adquirir experiencia militar yendo donde sentía que le necesitaban. “Era evidente que nunca iba a trabajar en una oficina. Tenía mentalidad de aventurero, de defensor. Era muy perspicaz, tenía un fuerte sentido de la justicia”.
Los amigos y la familia de Saadoun se enteraron de que había sido capturado mediante una entrevista con rehenes realizada por Alexander Sladkov, un empleado de la televisión estatal rusa.
“En esos vídeos puedo ver que, en algunos momentos, está intentando escoger bien sus palabras”, dice su amiga Oleynik. “Estoy segura de que está detenido en muy malas condiciones. Eso parece, pero no conocemos ningún detalle”.
Desde entonces, a Saadoun no se le ha concedido la oportunidad de contactar con su familia o amigos. “No han hablado con él”, dice Oleynik. “Es increíblemente duro para nosotros y, por supuesto, para su familia”.
Saadoun llamaba a Oleynik con regularidad incluso después de haberse alistado en el Ejército, donde sirvió como conductor antes de ser desplegado en Mariúpol en noviembre.
El primer día de la guerra, mientras los helicópteros volaban hacia Kiev, Saadoun llamó a Oleynik y le dijo que corriera a un refugio antibombas lo más rápido posible. “El día en que empezó la guerra, él estaba en una zona de conflicto y me llamó para decirme que veía que los helicópteros se dirigían a Kiev”, recuerda. “Me llamó para decirme: ‘estoy viendo esos helicópteros, por favor escóndete en el refugio antibombas…’. Era obvio que no tenía mucho tiempo y que llamaba desde un número cualquiera, pero aun así se tomó el tiempo de llamar”.
La amiga cuenta que espera que llamar la atención sobre el destino de su amigo impulse a los gobiernos de Occidente a hallar una manera de traerlo de regreso a casa.
“Estamos sufriendo mucho por no tener contacto con él”, cuenta Oleynik. “Puedo imaginar lo cansado y agotado que está. Me gustaría que supiera cuánto apoyo tiene en realidad... cuánta gente se preocupa, cuánta gente escribe sobre él, cuánta gente publica sobre él... para que tenga una razón para resistir, para que sepa que no está solo”.
Traducción de Julián Cnochaert.