En las últimas décadas, el despiadado clan Casalesi de la Camorra italiana ha ganado miles de millones de euros enterrando más de 150.000 metros cúbicos de desechos tóxicos en la zona rural del norte de Nápoles. Por eso, el pasado jueves por la noche, cuando 90 policías paramilitares rodearon varios edificios en Caserta, la capital de la provincia, muchos vecinos pensaron que se estaba llevando a cabo una operación contra la mafia. Sin embargo, el objetivo eran migrantes: estaban realizando inspecciones a los pisos donde viven.
Esta es la tendencia desde que Matteo Salvini, de la Liga de extrema derecha, se convirtió en ministro del Interior de Italia en junio de 2018. El senador Pietro Grasso, miembro de la comisión nacional contra la mafia y ex fiscal responsable en 2006 del arresto del jefe de la mafia siciliana Bernardo Provenzano, afirmó: “Lamentablemente, el gobierno italiano está priorizando a la inmigración, haciéndole creer a la gente que es una emergencia, en lugar de luchar contra los problemas reales, como la mafia. Mientras tanto, los ‘capos’ se vuelven más y más ricos”.
El domingo, Salvini anunció que el ministerio del Interior revisará las asignaciones de protección policial para hombres y mujeres amenazados por la mafia, declarando que “algunas personas tienen protección policial durante demasiado tiempo”. En Catania, baluarte siciliano del poderoso clan Santapaola, los fiscales están investigando los barcos de rescate de las ONGs. Uno de estos barcos fue incautado en noviembre con el argumento de que la ropa desechada por migrantes provenientes de Libia podía estar contaminada con el virus del VIH.
En Riace, municipio de la provincia de Reggio Calabria desde donde se teme que la mafia controla gran parte del narcotráfico de cocaína de Europa, Mimmo Lucano, un alcalde anti-mafia que revitalizó su comunidad dándole la bienvenida a refugiados, está siendo investigado desde octubre, acusado de beneficiar a la inmigración ilegal. Lucano ha recibido numerosas amenazas de muerte de la mafia, que ya ha envenenado a dos de sus perros.
En los últimos ocho meses, Salvini tuiteó casi 250 veces contra la inmigración, y unas 60 veces contra el crimen organizado.
Nicola Gratteri, uno de los fiscales anti-mafia más respetados de Italia, dijo: “Lo he escuchado a Salvini hablar mucho sobre la inmigración. Todavía no lo he escuchado hablar sobre la mafia”. Cuando Salvini ha tuiteado sobre el crimen organizado ha sido respecto de investigaciones que comenzaron antes de su mandato, por ejemplo a raíz de los arrestos de diciembre en Europa y América del Sur de 90 personas acusadas de estar vinculadas con la mafia italiana.
Desde que Salvini está al frente del ministerio del Interior, la llegada de migrantes a Italia se ha reducido en más de un 80%. Miles de agentes de policía han realizado búsquedas e inspecciones, y cientos de personas han sido echadas a la fuerza de centros de acogida. Muchas de ellas hoy viven en las calles.
Los desahucios comenzaron luego de la aprobación del “decreto Salvini”, que eliminó las protecciones humanitarias para aquellos que no podían acogerse al estatus de refugiado, y suspendió las solicitudes de asilo de personas consideradas “socialmente peligrosas”.
Claudio Fava, presidente de la comisión de lucha contra la mafia de Sicilia, cuyo padre fue asesinado por la mafia en 1984, dijo: “El nuevo decreto de seguridad es un espejo de la propaganda de Salvini”. “La ley embiste casi exclusivamente contra la inmigración, pero un decreto de seguridad debería también ocuparse de la mafia, que claramente no es la prioridad de Salvini. El único elemento del decreto que menciona a la mafia habla del embargo de bienes”.
El decreto Salvini establece que las propiedades que se les incautan a los mafiosos serán subastadas públicamente pasado un tiempo determinado. Los expertos han cuestionado esta medida, explicando que las propiedades podrían ser compradas por ciudadanos que actúen como testaferros de los jefes de la mafia. Al parecer, si bien la mafia italiana ya no aparece en los titulares, otras mafias sí lo hacen. El ministerio del Interior ha llevado a cabo una feroz campaña contra lo que Salvini ha descripto como la peor amenaza para el país: la misteriosa mafia nigeriana. En los últimos meses, han arrestado a numerosas personas de la comunidad nigeriana acusadas de pertenecer a la mafia.
Muchos investigadores señalan que la mafia nigeriana está subordinada a la mafia italiana, pero Salvini y sus seguidores se han apresurado a justificar las políticas contra la inmigración por la “invasión” de supuestos jefes mafiosos africanos, algo que podría empeorar los prejuicios raciales. La vinculación de comunidades migrantes con el crimen organizado tiene resonancias en el pasado de Italia. Entre 1880 y 1915, 4 millones de italianos migraron a Estados Unidos, de los cuales solo una pequeña minoría estaba relacionada con la mafia, la mayor organización criminal del mundo.
Mario Del Pero, profesor de historia internacional del Instituto de Estudios Políticos de París, dijo: “El prejuicio anti-italiano, o ‘italofobia’, era muy fuerte en Estados Unidos. Sus orígenes se encontraban desde en la hostilidad contra la iglesia católica hasta en la catalogación de todos los italianos como criminales. En 1921 y 1924 se aprobaron leyes restrictivas que estaban redactadas especialmente para excluir a los italianos”.
En Caserta, los paralelismos saltan a la vista. Moses, un nigeriano de 34 años cuyo piso acaba de ser inspeccionado por la policía, dijo: “Lo que estamos viviendo en Italia es el mismo prejuicio contra los migrantes, 100 años después. La historia se repite, y en este país más que en otros sitios”.