Religión, sexualidad y moral. Estos tres temas han centrado toda la campaña electoral polaca para las europeas después del lanzamiento de un documental sobre abusos sexuales cometidos por miembros del clero. El vídeo sugiere que el actual Gobierno y la Iglesia Católica estarían llevando a cabo una campaña conjunta de difamación contra el colectivo LGTBI, insistiendo en la idea de que son una amenaza para los más pequeños.
El documental 'No se lo digas a nadie' muestra a varias víctimas que se enfrentan cara a cara con sus abusadores. Se estrenó en Youtube a principios de mayo y ya cuenta con más de 20 millones de reproducciones. Su lanzamiento ha agitado aún más el debate feroz que recorre Polonia acerca de la influencia de la todavía poderosa Iglesia Católica en la política y en la sociedad, una discusión en la que algunos han llegado a equiparar la homosexualidad con la pedofilia.
“En la campaña anterior, la gran amenaza eran los inmigrantes musulmanes. En otras ocasiones, los enemigos han sido los judíos y, ahora, nos ha tocado a nosotros”, cuenta Piotr Godzisz, miembro de Lambda, una ONG que registra los crímenes de odio contra la comunidad LGTB en Polonia.
Los derechos de la comunidad LGTB, así como la supuesta amenaza que representan para los valores tradicionales, han estado en el centro del debate desde el comienzo de la campaña europea a principios de marzo. Por entonces, el recién electo alcalde de Varsovia, el progresista RafaÅ Trzaskowski, puso en marcha medidas para garantizar los derechos de las minorías y programas de educación sexual para los jóvenes.
JarosÅaw KaczyÅski, líder intelectual del actual partido en el Gobierno, el ultraconservador Ley y Justicia (PiS, por sus siglas en polaco), reaccionó en un discurso para sus bases. “No toquen a nuestros hijos”, cargó contra los que defienden que las personas homosexuales puedan casarse y adoptar. La formación acusa a la alianza opositora Coalición Europea de “sexualizar” a los jóvenes.
En una conferencia en la ciudad de WÅocÅawek organizada por la organización Acción Católica, KaczyÅski afirmó que los derechos LGTBI y la “teoría del género” representaban amenazas existenciales. “Estas ideologías, filosofías... todo eso viene de fuera, no son mecanismos internos de Polonia”, defendió KaczyÅski, que a pesar de no ser el primer ministro del país (lo fue de 2006 a 2007) sigue siendo un potente referente político. “Son una amenaza para la identidad polaca, para nuestra nación, para su existencia y, por lo tanto, para el Estado polaco”, continuó.
La polémica volvió a avivarse a principios del mes de mayo durante un acto en la Universidad de Varsovia en la que participó el exprimer ministro polaco y actual presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk (principal rival de KaczyÅski que además está planteándose volver a presentarse a las presidenciales el próximo año). Aunque Tusk se limitó a pedir la unidad de la sociedad polaca, quien tomó la palabra antes que él acusó a la Iglesia Católica de haber abandonado las enseñanzas de Cristo y perdido su autoridad moral.
Estos comentarios fueron utilizados por el PiS como argumento de que Tusk tramaba un ataque contra los valores tradicionales del país. “El que levanta la mano contra la Iglesia levanta la mano contra Polonia”, respondió al día siguiente KaczyÅski a sus acólitos durante un 'picnic patriótico'.
A los dos días, la policía detuvo y registró la casa de una conocida activista feminista a la que acusaban de distribuir imágenes de la Virgen María con los colores de la bandera LGTBI en el halo. La Fundación Helsinki para los Derechos Humanos, ONG con sede en Varsovia, calificó el arresto de un acto de “represión deliberada”. El Gobierno polaco niega que haya sido motivado por presiones políticas.
La llama siguió alimentándose cuando la diputada del PiS Anna Siarkowska solicitó a los fiscales del Gobierno que también fueran procesados los periodistas progresistas que habían difundido la imagen de la Virgen.
Los estrechos vínculos entre el Gobierno y la Iglesia de los que el PiS ha hecho gala durante la campaña a las europeas pueden volverse en su contra tras el revuelo causado por 'No se lo digas a nadie'. El documental ha sido dirigido por los hermanos Tomasz y Marek Sekielski y se ha financiado con fondos públicos. Narra los abusos sexuales de varios sacerdotes a niños, encubiertos por la inacción de sus superiores. En varios de los casos destapados, muchos de los sacerdotes que cometieron los abusos fueron enviados después a instituciones con menores a su cargo.
A medida que crece la presión sobre la jerarquía eclesiástica, algunos sacerdotes de alto rango han tratado de distanciarse del Gobierno. El arzobispo Wojciech Polak, primado de Polonia, anunció la semana pasada la creación de un fondo de compensación para las víctimas. “No veo ninguna mano levantada” contra la Iglesia, declaró y criticó a los sacerdotes que habían apoyado abiertamente a candidatos del PiS.
La polémica ha animado a los más radicales con su retórica homófoba. Kaja Godek, un conocido político contra el aborto y de extrema derecha que se presenta al Parlamento Europeo, dijo este lunes que los homosexuales quieren adoptar niños “porque quieren abusar de ellos y violarlos”. “Para luchar contra la pedofilia en la Iglesia y en todos lados, antes de nada debemos limitar la influencia del lobby homo”, dijo a la cadena Polsat.
Que los derechos de la comunidad LGTB vuelvan a estar en el fango de la pelea política ha sorprendido para mal a muchos activistas polacos. Pero el aumento de la retórica homófoba, dicen, no se corresponde con otras tendencias sociales más positivas. Según los sondeos, la empatía hacia la comunidad LGTB está en aumento.
En pueblos y ciudades pequeñas, está surgiendo una nueva generación de activistas que tiene fe en sus posibilidades. El año pasado, Bartosz Staszewski ayudó a organizar el primer evento del Orgullo en Lublin, una ciudad del sudeste de Polonia (corazón del voto conservador). “Hace diez años, habría sido impensable organizar desde abajo una marcha del Orgullo en las calles de mi ciudad natal”, explicó.
Pero aunque se estén dando transformaciones profundas, el panorama general sigue siendo poco esperanzador, especialmente para los adolescentes. Según un estudio de la Universidad de Varsovia del año pasado, más de dos tercios de las personas que se identifican como LGTBI han sufrido violencia psicológica o física. El 70% de los adolescentes que se identifican como LGTBI, dice el informe, ha tenido pensamientos suicidas. “Somos resistentes, el odio hace más fuerte al movimiento”, dice Piotr Godzisz. “Pero para las personas más vulnerables, puede ser mortal”.
Traducido por Francisco de Zárate