La supervivencia política de Netanyahu, en manos de dos ministros ultras que alientan la ofensiva en Gaza

Peter Beaumont

15 de mayo de 2024 22:49 h

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Itamar Ben-Gvir, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, habló la semana pasada ante las cámaras de televisión de la intervención divina. Después de reunirse con el primer ministro, Benjamín Netanyahu, dijo que le había advertido de que “si Dios lo prohibía, no habría alto al fuego” con el grupo palestino Hamás. Y no lo hubo. Según el ministro, Netanyahu le había prometido “que Israel entraría en Rafah, que la guerra no terminaría y que no firmaría ningún acuerdo 'irresponsable'”. Y así ha sido.

Dos días después, las tropas israelíes entraron en el corredor Philadelphi, en la frontera con Egipto, y tomaron el control del paso fronterizo de Rafah, entre Gaza y Egipto, donde izaron la bandera con la estrella de David. La secuencia es reveladora.

Desafiado una vez más por un político extremista y marginal que está en el Gobierno porque él mismo lo nombró, Netanyahu dio la impresión de ceder, dejando patente la dependencia que tiene de Ben-Gvir y del ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, socios de extrema derecha en la coalición gobernante. Se cree que tanto Ben-Gvir como Smotrich tienen en sus manos el futuro y la supervivencia política del primer ministro.

Si bien Netanyahu podría mantenerse en el poder, aunque ambos dimitieran por la consecución de un acuerdo de alto al fuego con Hamás o la suspensión de un asalto a gran escala contra Rafah –las tropas llevan días atacando y operando en varias zonas de la localidad–, pero las políticas de la extrema derecha representan una amenaza más fundamental a su Gobierno.

La postura intransigente respecto a la guerra en Gaza, especialmente la de Ben-Gvir, ha hecho que la derecha radical gane apoyos y atraiga parte del voto tradicional de derechas, que hasta ahora iba al Likud, el partido de Netanyahu.

Un ministro colono radical con antecedentes

Colono y abogado, Ben-Gvir tuvo que obtener una autorización del Tribunal Supremo israelí para asumir el cargo de ministro debido a las condenas que pesan sobre él por incitación al racismo y apoyar al partido Kach, de Meir Kahane, vetado y catalogado como organización terrorista.

Un vídeo de 2015 mostraba a Ben-Gvir junto al ahora sancionado activista antiárabe Bentzi Gopstein en la boda de un colono radical, inmediatamente después de que en un pueblo de Cisjordania mataran en un incendio intencionado a varios miembros de la familia palestina Dawabshe. En la grabación, los invitados a la boda aparecían agitando pistolas y bombas incendiarias, cantando y apuñalando la foto de Ali Dawabshe, un niño de la familia muerto en el ataque.

Netanyahu calificó las imágenes de “espeluznantes”. Más adelante, entregó, sin embargo, a Ben-Gvir una cartera con responsabilidades sobre la Policía israelí. Debido a la influencia de Ben-Gvir y de Smotrich, las condiciones de la ocupación ilegal israelí en Cisjordania se han vuelto cada vez más extremas, provocando un aumento en las sanciones internacionales a colonos involucrados en actos de violencia contra los palestinos.

En 2005, cuando Israel evacuó los asentamientos de Gaza, la agencia de seguridad interior israelí (Shin Bet) detuvo a Smotrich y a otras tres personas por sospechas de terrorismo. A las tres semanas, estaba libre y sin cargos. El actual ministro se ha descrito a sí mismo como “orgullosamente homófobo” y ha dicho que el sistema judicial de Israel debería basarse en la ley de la Torá (el libro sagrado del judaísmo).

Ben-Gvir y Smotrich han estado detrás de las posturas más duras a lo largo de estos siete meses de guerra en Gaza, en los que han muerto más de 35.000 palestinos, la mayoría de ellos niños, niñas y mujeres. “¿Por qué hay tantas detenciones [en Gaza]? ¿No pueden matar a algunos?”, habría dicho Ben-Gvir al jefe del Estado Mayor israelí, durante una reunión informativa, según informaciones publicadas en abril por medios en hebreo. “¿Quiere decirme que todos se rinden? ¿Qué vamos a hacer con tantos detenidos? Es peligroso para los soldados”, habría remachado.

En declaraciones al portal de noticias Ynet, un ministro del Gobierno israelí que no quiso revelar su nombre dijo que Ben-Gvir no había sugerido explícitamente matar a los individuos que se rendían. Pero lo que parece cada vez más claro es que Netanyahu se está distanciando cada vez más de lo que piensa la mayoría de la sociedad israelí al plegarse a las exigencias de la extrema derecha en lo que tiene que ver con Rafah y con la posibilidad de un alto al fuego.

La mayoría de los israelíes, a favor de un acuerdo

De acuerdo con varias encuestas de los últimos días, entre ellas una encargada por el Instituto Israelí para la Democracia, el 56% de la población judía considera prioritario un acuerdo que garantice la liberación de los rehenes, frente a un tercio que cree que la ofensiva contra Rafah debe ser el principal objetivo.

En la encuesta para la cadena israelí Canal 13 parece abundar el mismo escepticismo entre el público israelí. Para un 52%, una operación en Rafah no llevaría a la victoria contra Hamás; mientras, un 30% cree que sí. Pero los más llamativos son los datos de una encuesta del periódico de derechas Israel Hayom, en la que un 28% de los consultados dijo que su “imagen de la victoria” era la liberación de los rehenes, mientras que un 17% eligió una imagen que representaba la destrucción de Hamás.

“Incluso Netanyahu, pese a sus mil diferencias, sabe lo que la mayoría de la gente quiere: la liberación de los rehenes”, escribió Efraim Ganor en una columna de opinión del periódico Jerusalem Post. “También sabe lo que es importante y bueno para el pueblo de Israel. Sin embargo, está obedeciendo a Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, porque eso es lo que es bueno para Netanyahu por claras razones [políticas], y no para el pueblo de Israel”.