Donald Trump ha dicho a sus asesores que quiere que lo esposen ante el tribunal si es acusado por un gran jurado de Manhattan por su papel en el supuesto pago a la actriz porno Stormy Daniels, según informa The Guardian citando múltiples fuentes cercanas al expresidente.
De acuerdo con esas personas, el objetivo de Trump es convertirlo todo en un “espectáculo”, ya que de todos modos tendría que acudir al juzgado y entregarse a las autoridades para la foto y las huellas dactilares de su ficha policial.
La insistencia creciente de Trump en que lo lleven con las manos esposadas tras la espalda para un desfile ante las cámaras parece tener varios motivos. Uno de ellos es proyectar una imagen desafiante frente a un procesamiento que considera injusto con el objetivo de movilizar a sus votantes para la campaña presidencial de 2024.
Pero según personas cercanas a Trump, el factor principal es el temor del expresidente a dar una imagen de debilidad, o de perdedor, por acogerse a algún tipo de procedimiento especial, como una videoconferencia para su primera comparecencia ante el tribunal o una entrada a hurtadillas en el juzgado.
Las recientes conversaciones que Trump ha mantenido en Mar-a-Lago y otros lugares con sus asesores cercanos en torno a su entrega a las autoridades muestran los miedos y preocupaciones del expresidente ahora que el gran jurado parece encaminado a presentar una acusación.
El equipo jurídico de Trump en el caso del supuesto pago por el silencio de Stormy Daniels se resiste a que su cliente acuda en persona al tribunal. El consejo que le han dado al expresidente es una entrega discreta la próxima semana y una comparecencia a distancia. Para ello han llegado a citar las recomendaciones del Servicio Secreto [que vela por la seguridad de los mandatarios de EEUU] para evitar problemas de seguridad.
Pero Trump ha rechazado ese criterio. Durante el fin de semana dijo a varios aliados que no le preocupaba que alguien le disparase: se convertiría en “un mártir”. Según las fuentes, después añadió que probablemente ganaría la presidencia en 2024 si le disparaban.
Aún no se sabe en qué momento el gran jurado de Manhattan podría presentar una acusación por el supuesto pago y convertir a Trump en el primer presidente de EEUU, en activo o retirado, en enfrentarse a una acusación penal.
Personas cercanas a Trump no pueden asegurar hasta qué punto el expresidente iba en serio con lo de ser esposado para un desfile ante las cámaras, pero ese supuesto deseo podría verse frustrado si el fiscal del distrito, Alvin Bragg, decide no esposarlo y se niega a permitir el paseo frente a los medios de comunicación.
Enormes consecuencias legales
Los asesores de Trump tampoco están seguros de que el expresidente haya terminado de entender las gigantescas consecuencias legales que podría generarle una acusación. En parte, porque a medida que aumentaba la actividad en Nueva York mientras la investigación se cerraba, el expresidente ha dado la impresión de desentenderse en muchas ocasiones.
Según las fuentes, en estos últimos días, Trump solo le ha dedicado a sus problemas legales durante el tiempo que le dejaban los almuerzos y cenas de Mar-a-Lago, además de las habituales rondas de golf en su complejo turístico de Palm Beach.
En las ocasiones en que por fin se ha parado a pensar una estrategia de respuesta a la posible acusación por el pago a Stormy Daniels, dicen las fuentes, su preocupación ha sido encontrar la manera de proyectar una imagen desafiante contra la acusación. Aparentemente, no le altera lo más mínimo la posibilidad de ser vapuleado con cargos penales por un delito que podría llegar a ser grave.
El caso se centra en los 130.000 dólares que Trump entregó a Stormy Daniels a través de su entonces abogado Michael Cohen en los últimos días de la campaña de 2016. Trump reembolsó más tarde a Cohen con cheques de 35.000 dólares de sus fondos personales, que fueron registrados como gastos por servicios jurídicos de Cohen.
Los cargos que el fiscal del distrito podría presentar contra Trump siguen sin estar claros, aunque algunos miembros del equipo jurídico del expresidente creen que el escenario más probable implica una primera denuncia por falsificación de registros comerciales junto con un posible fraude fiscal porque Trump no habría pagado impuestos por los pagos.
Impulsar su campaña
Trump también ha prestado atención a las formas en que una demanda podría impulsar su campaña presidencial de 2024. Su apuesta es que enfurecería al núcleo duro de votantes MAGA [por las siglas de Make America Great Again] y que forzaría al resto del Partido Republicano a unirse en su defensa ante una acusación que él mismo ya ha caracterizado como políticamente motivada.
En ocasiones anteriores, la publicidad obtenida por las investigaciones políticas y penales contra Trump ha terminado beneficiando a su recaudación de fondos y obligando a los rivales republicanos a moverse torpemente entre críticas a los fiscales y defensas de alegaciones que, de otro modo, serían políticamente indefendibles.
Está por ver si una acusación beneficia a Trump en la carrera por la candidatura de 2024. En los últimos ciclos electorales, sus campañas basadas en la queja han flaqueado. Los votantes independientes, en especial, parecen agotados de su estribillo constante en torno a investigaciones “caza de brujas”.
Traducción de Francisco de Zárate.