Cuando los soldados rusos abandonaron el pueblo de Novyi Bykiv después de un mes de ocupación, Natalia Samson regresó a su casa y descubrió que le habían robado sus perfumes, joyas, algo de vino, un scooter, un cojín nuevo y una colección de monedas antiguas. Unos días más tarde se atrevió a entrar en la escuela del pueblo, donde trabaja como subdirectora, y descubrió que los rusos se habían llevado la mayoría de los ordenadores, los proyectores y otros equipos electrónicos. En el despacho del director, alguien había introducido una tijera en una pantalla de plasma que no se llevó, al parecer en un intento de asegurarse de que lo que no robaba no se pudiera volver a utilizar.
“Los vecinos les vieron cargar cosas en camiones todoterreno, todo lo que pudieron pillar”, dice Samson mientras sacude la cabeza con incredulidad. Los soldados saquearon unas diez casas de la calle mayor del pueblo, así como todas las tiendas. Otros lugareños denunciaron el robo de lavadoras, comida, ordenadores portátiles e incluso un sofá.
A lo largo de la semana pasada, mientras preparaba reportajes en numerosos lugares en los que las tropas rusas habían ocupado el territorio ucraniano, The Guardian recabó pruebas que sugieren que el saqueo por parte de las fuerzas rusas no fue simplemente un caso aislado en manos de unos pocos soldados descontrolados, sino una pauta del ejército ruso en muchas ciudades y pueblos.
La información sobre los saqueos han causado la indignación generalizada de los ucranianos, así como de los rusos que se oponen a la guerra. “Los que luchan con este comportamiento no son un ejército regular, sino chusma”, escribió Vladimir Pastukhov, un politólogo ruso progresista que es columnista de Novaya Gazeta.
“Incluso en los ejércitos soviético y nazi se prohibía el saqueo a sus soldados en la medida de lo posible, aunque no siempre con éxito. En el Ejército ruso, es una forma de motivación adicional del personal”.
En un piso de Irpin, una localidad a las afueras de Kiev que estuvo parcialmente controlada por las fuerzas rusas durante el último mes, una familia volvió a su casa y descubrió que los soldados rusos habían estado viviendo allí. Encontraron botellas de alcohol, envoltorios de comida y colillas esparcidas por el apartamento, grandes montones de heces que obstruían los inodoros y fotografías de la familia rotas y esparcidas por la casa. También descubrieron que habían desaparecido muchos objetos.
“Se llevaron toda la ropa, literalmente todo, abrigos de hombre y de mujer, botas, camisas, chaquetas, incluso mis vestidos y lencería”, dice una de las personas afectadas, que pide que no se utilicen los nombres de la familia, pero proporciona fotografías de los daños como prueba.
El destino de los bienes robados
Según reveló Hajun, un proyecto periodístico de investigación bielorruso, solo desde la ciudad fronteriza bielorrusa de Mazyr se enviaron más de 128 paquetes, con un total de casi 3.000 kilos de carga, con destino a Rubtsovsk.
Un vídeo grabado el 2 de abril muestra imágenes de este envío. Rubtsovsk, situada en el sur de la región rusa de Altai Krai, es una ciudad pobre conocida por contar con cuatro centros penitenciarios. Las imágenes del envío fueron recogidas por una cámara de vigilancia. El vídeo de tres horas de duración muestra a soldados rusos envolviendo y metiendo en paquetes ropa, televisores, herramientas, equipos de pesca, baterías de coche y otros artículos del hogar antes de ser enviados hasta Siberia o incluso a ciudades rusas cercanas al Océano Pacífico.
En las imágenes captadas por la cámara de vigilancia, los soldados en uniforme bromean con otros clientes mientras se pasean por la minúscula oficina durante horas, y se ríen cuando un soldado entra con un e-scooter saqueado para enviarlo a Rusia.
Hajun publicó los datos de 16 soldados rusos que habían enviado paquetes a Rusia el 2 de abril desde las oficinas de CDEK, una empresa rusa de reparto urgente que trabaja en los países de la ex Unión Soviética. La afluencia de bienes saqueados, así como la creciente atención a los saqueos rusos en Ucrania, ha llevado a la empresa a empezar a exigir una factura de venta o un cheque de una tienda para poder enviar bienes al extranjero.
Hajun identificó a Evgeny Kovalenko como el soldado que más carga envió ese día: 17 paquetes con un total de 440 kilos. Según Hajun, eso incluía herramientas, altavoces, una mesa y una tienda de campaña.The Guardian ha intentado ponerse en contacto con varios de los soldados acusados de saqueo, sin éxito.
Heces en las paredes de la carnicería
La socióloga rusa Alexandra Arkhipova cree que la pobreza y la escasez de material entre los soldados rusos no es el único factor que ha provocado el saqueo generalizado. “Muchos soldados rusos sienten que esta guerra no sirve de nada y que no tiene sentido. Es una guerra absurda y se quedan en Ucrania con el riesgo de ser asesinados... Así que [piensan]: 'Me llevaré este ordenador porque mi hijo necesita un ordenador en casa'. Hace que una situación sin sentido sea menos absurda y más práctica”, dice.
Sin embargo, esta teoría no permite comprender la destrucción que ha acompañado a los saqueos. Muchas personas han encontrado sus casas o negocios pintados con grafitis prorrusos. En la ciudad de Trostianets, los soldados mancharon de heces las paredes de una carnicería que saquearon. Muchas casas parecen haber sido destrozadas a propósito. A menudo, las víctimas son personas con pocos recursos que ahora lo han perdido todo.
En la aldea de Staryi Bykiv, al este de Kiev, la familia Andrusha está preocupada sobre todo por el paradero de su hija, Viktoria, que fue secuestrada por soldados rusos el 26 de marzo bajo la sospecha de haber facilitado a las autoridades ucranianas las coordenadas de las posiciones rusas. Estuvo retenida durante un día con otros prisioneros antes de desaparecer, y no se la ha visto desde entonces.
Este no ha sido el único agravio a la familia. El padre de Viktoria, Mykola Andrusha, ha denunciado que los soldados robaron a la familia durante el registro de la casa, llevándose aparatos electrónicos y dinero en efectivo. “No soy una persona rica. Teníamos unos 3.000 dólares (unos 2.700 euros) y unos 60.000 grivnas (unos 1.900 euros). Pero para mí, eso es mucho dinero. Queríamos hacer mejoras en la casa: yo, mi mujer y mi hija”, explica. Los soldados también se llevaron el ordenador portátil y los teléfonos móviles.
La confirmación del saqueo generalizado vino precedida de un audio telefónico, filtrado por la agencia de inteligencia ucraniana, que afirmaba revelar que los soldados rusos hablaban con sus esposas de los objetos que iban a robar mientras estaban de servicio. No se ha podido demostrar la autenticidad de las grabaciones pero las informaciones de las zonas liberadas les han dado credibilidad.
“Apuesto a que todos los chicos se han llevado algo”, dijo una esposa a su marido en una de las llamadas telefónicas filtradas. “Apuesto a que no sois los únicos”. El soldado le respondió: “Todos los soldados van cargados con una bolsa”.
Traducido por Emma Reverter